/ sábado 13 de abril de 2024

Mi mamá y el sexo | ¿Los besos están sobredimensionados?

La efeméride fue establecida en 2013 para conmemorar el beso más largo de la historia, que duró 58 horas, entre una pareja tailandesa. Sin embargo, resulta bastante bizarro que dos personas estén paradas aguantando el sueño, durante más de dos días, juntando los rostros para que los labios se toquen en ese supuesto beso.

La hazaña se ha intentado replicar en los años subsecuentes, pero insisto en que esta competencia está lejos de honrar el que se haya destinado un día del año para promover el afecto y la expresión de cariño a través del beso.

Si llega un extraterrestre y tuviéramos que explicarle: ¿qué es un beso?, por favor, no le pongan los videos de YouTube con estas competencias de besos. Mejor tomemos el diccionario y citemos: “Tocar u oprimir con un movimiento de labios, a impulso del amor o del deseo o en señal de amistad o reverencia”.

En efecto, eso no queda muy claro. Entonces, preguntemos al Chat GTP. La respuesta será algo como: “Un beso es un gesto de afecto, intimidad o saludo en el cual dos personas se acercan y presionan sus labios uno contra el otro, a menudo acompañado de un contacto físico cercano, como abrazos o caricias. El acto de besar puede variar en intensidad y duración, desde besos suaves y delicados hasta besos más apasionados y profundos”.

Si esto es aún insuficiente, quedará a nuestro criterio besar al extraterrestre. No necesariamente con un beso apasionado en la boca, quizá con un beso en la mejilla o en la mano, bastará para ejemplificar.

Besar en la boca

En lo personal, me gusta explicar que la educación sexual comienza desde que nos enseñan a lavarnos los dientes. Esto es porque la sexualidad saludable implica el cuidado de nuestro cuerpo.

A poco no se ha preguntado, alguna vez, a quién se le ocurren esas películas en las que los enamorados se besan apasionadamente en la boca, cuando apenas se están despertando. Con un aliento a “sabrá Dios qué”.

Aunque las neurociencias explican que, durante un beso, la sensibilidad labial hace que nuestro cerebro cree un cóctel químico muy placentero al besar, tengo tiempo sospechando que los besos en la boca entre enamorados son un invento un tanto reciente.

En realidad no todos los besos en la boca se sienten igual. Si la conexión erótica es débil, seguramente esos besos no provocarán esas descargas de dopamina, oxitocina y serotonina a la que se refieren los neurocientíficos.

Tampoco me parece que haya fórmulas para ser “buen besador”. Estás imágenes heterosexuales de un varón besando apasionadamente a una mujer son cortesía de las obras literarias y artísticas del siglo XVIII que promovían la idea del amor apasionado y la expresión abierta de emociones.

Seguramente hay besos famosos en las pinturas y en las esculturas del arte clásico, pero me detengo a pensar en el primer roce de labios filmado en celuloide, en 1896, en blanco y negro. Dirigida por William Heise para Thomas Edison, la película “The Kiss”, de 18 segundos de duración, mostraba lo que llamaríamos un beso de piquito entre un hombre y una mujer adultos.

El cine y la televisión actuales, y hasta la comercialización de pastas de dientes y chicles para el mal aliento, alimentaron una idea contemporánea del beso que no tendría por qué aplicar para todos.

Es más, en la antigüedad, los besos en la boca no necesariamente estaban asociados con el amor romántico como lo están en la actualidad. En algunas representaciones artísticas de la religión egipcia, se observan dioses y faraones besándose en la boca como un gesto de veneración o trascendencia divina. En Roma antigua, besarse en la boca podía usarse para sellar acuerdos o compromisos.

Un mundo sin besos

Sin restarle valor a un buen beso, tendríamos que reflexionar si los besos están sobredimensionados. Desde las películas infantiles, se muestran besos en la boca entre los personajes animados, pero a veces de manera innecesaria e incluso sin consentimiento de por medio, como los clásicos La Bella Durmiente y Blanca Nieves.

De las películas comerciales, especialmente las comedias románticas, ya ni hablamos, porque presentan estereotipos y clichés que no suceden en la realidad, pero alimentan expectativas engañosas en quienes consumen ese tipo de contenidos.

Quizá el Día del Beso es también la oportunidad para plantear la resignificación de los besos, especialmente los que se dan en la boca para expresar deseo erótico. Quizá es mejor solo clasificar los besos en dos categorías: los que se sienten bien y los que se sienten mal.

He llegado a leer aberraciones como “los besos ayudan a prevenir infartos”. Alto. No se equivoquen. Llevar un estilo de vida saludable, dieta equilibrada, ejercicio regular, control del estrés, evitar fumar y reducir el consumo de alcohol son los factores que reducen las enfermedades cardiovasculares.

Si además de cuidarse, tiene una relación erótico-afectiva saludable (con el tipo de beso que mejor acomode a la relación), entonces seguramente es esa intimidad emocional lo que le permite reducir su cortisol, es decir, la hormona del estrés, y por lo tanto, proteger su corazón de un infarto.

Si a eso le suma que los besos que da y que recibe son de esos besos que nos hacen sentir bien, entonces significa que está liberando endorfinas, un neurotransmisor fundamental para sentirnos relajados.

No quiero desanimar a quienes tengan la fantasía (y quizá la vivencia) del beso orgásmico. Solo digo que hasta esos besos tiene que cumplir con prerrequisitos básicos: solo se dan en el erotismo entre adultos, implican consentimiento y respeto entre ambas personas, y créame que la salud bucal también puede ser determinante para realmente disfrutarlo.

La efeméride fue establecida en 2013 para conmemorar el beso más largo de la historia, que duró 58 horas, entre una pareja tailandesa. Sin embargo, resulta bastante bizarro que dos personas estén paradas aguantando el sueño, durante más de dos días, juntando los rostros para que los labios se toquen en ese supuesto beso.

La hazaña se ha intentado replicar en los años subsecuentes, pero insisto en que esta competencia está lejos de honrar el que se haya destinado un día del año para promover el afecto y la expresión de cariño a través del beso.

Si llega un extraterrestre y tuviéramos que explicarle: ¿qué es un beso?, por favor, no le pongan los videos de YouTube con estas competencias de besos. Mejor tomemos el diccionario y citemos: “Tocar u oprimir con un movimiento de labios, a impulso del amor o del deseo o en señal de amistad o reverencia”.

En efecto, eso no queda muy claro. Entonces, preguntemos al Chat GTP. La respuesta será algo como: “Un beso es un gesto de afecto, intimidad o saludo en el cual dos personas se acercan y presionan sus labios uno contra el otro, a menudo acompañado de un contacto físico cercano, como abrazos o caricias. El acto de besar puede variar en intensidad y duración, desde besos suaves y delicados hasta besos más apasionados y profundos”.

Si esto es aún insuficiente, quedará a nuestro criterio besar al extraterrestre. No necesariamente con un beso apasionado en la boca, quizá con un beso en la mejilla o en la mano, bastará para ejemplificar.

Besar en la boca

En lo personal, me gusta explicar que la educación sexual comienza desde que nos enseñan a lavarnos los dientes. Esto es porque la sexualidad saludable implica el cuidado de nuestro cuerpo.

A poco no se ha preguntado, alguna vez, a quién se le ocurren esas películas en las que los enamorados se besan apasionadamente en la boca, cuando apenas se están despertando. Con un aliento a “sabrá Dios qué”.

Aunque las neurociencias explican que, durante un beso, la sensibilidad labial hace que nuestro cerebro cree un cóctel químico muy placentero al besar, tengo tiempo sospechando que los besos en la boca entre enamorados son un invento un tanto reciente.

En realidad no todos los besos en la boca se sienten igual. Si la conexión erótica es débil, seguramente esos besos no provocarán esas descargas de dopamina, oxitocina y serotonina a la que se refieren los neurocientíficos.

Tampoco me parece que haya fórmulas para ser “buen besador”. Estás imágenes heterosexuales de un varón besando apasionadamente a una mujer son cortesía de las obras literarias y artísticas del siglo XVIII que promovían la idea del amor apasionado y la expresión abierta de emociones.

Seguramente hay besos famosos en las pinturas y en las esculturas del arte clásico, pero me detengo a pensar en el primer roce de labios filmado en celuloide, en 1896, en blanco y negro. Dirigida por William Heise para Thomas Edison, la película “The Kiss”, de 18 segundos de duración, mostraba lo que llamaríamos un beso de piquito entre un hombre y una mujer adultos.

El cine y la televisión actuales, y hasta la comercialización de pastas de dientes y chicles para el mal aliento, alimentaron una idea contemporánea del beso que no tendría por qué aplicar para todos.

Es más, en la antigüedad, los besos en la boca no necesariamente estaban asociados con el amor romántico como lo están en la actualidad. En algunas representaciones artísticas de la religión egipcia, se observan dioses y faraones besándose en la boca como un gesto de veneración o trascendencia divina. En Roma antigua, besarse en la boca podía usarse para sellar acuerdos o compromisos.

Un mundo sin besos

Sin restarle valor a un buen beso, tendríamos que reflexionar si los besos están sobredimensionados. Desde las películas infantiles, se muestran besos en la boca entre los personajes animados, pero a veces de manera innecesaria e incluso sin consentimiento de por medio, como los clásicos La Bella Durmiente y Blanca Nieves.

De las películas comerciales, especialmente las comedias románticas, ya ni hablamos, porque presentan estereotipos y clichés que no suceden en la realidad, pero alimentan expectativas engañosas en quienes consumen ese tipo de contenidos.

Quizá el Día del Beso es también la oportunidad para plantear la resignificación de los besos, especialmente los que se dan en la boca para expresar deseo erótico. Quizá es mejor solo clasificar los besos en dos categorías: los que se sienten bien y los que se sienten mal.

He llegado a leer aberraciones como “los besos ayudan a prevenir infartos”. Alto. No se equivoquen. Llevar un estilo de vida saludable, dieta equilibrada, ejercicio regular, control del estrés, evitar fumar y reducir el consumo de alcohol son los factores que reducen las enfermedades cardiovasculares.

Si además de cuidarse, tiene una relación erótico-afectiva saludable (con el tipo de beso que mejor acomode a la relación), entonces seguramente es esa intimidad emocional lo que le permite reducir su cortisol, es decir, la hormona del estrés, y por lo tanto, proteger su corazón de un infarto.

Si a eso le suma que los besos que da y que recibe son de esos besos que nos hacen sentir bien, entonces significa que está liberando endorfinas, un neurotransmisor fundamental para sentirnos relajados.

No quiero desanimar a quienes tengan la fantasía (y quizá la vivencia) del beso orgásmico. Solo digo que hasta esos besos tiene que cumplir con prerrequisitos básicos: solo se dan en el erotismo entre adultos, implican consentimiento y respeto entre ambas personas, y créame que la salud bucal también puede ser determinante para realmente disfrutarlo.