/ jueves 6 de mayo de 2021

Los y las voluntarias de estudios clínicos

Por: Cristobal Thompson

Ha pasado más de un año de la declaración oficial por parte de la OMS de la pandemia por Covid-19. A la fecha se tienen 12 vacunas para Covid-19 aprobadas bajo distintas especificaciones sobre su uso, por al menos un país o agencia regulatoria y cinco vacunas autorizadas para uso de emergencia en México.

Hemos visto una década de desarrollo normal de vacunas comprimida en diez meses y esto solo ha sido posible gracias a que nuestra industria, la industria biofarmacéutica, se comprometió a hacer todo lo posible para aplicar sus conocimientos y experiencias en el desarrollo de vacunas, tratamientos y diagnósticos para Covid-19. Hemos visto algunos avances sorprendentes con las nuevas tecnologías, y hemos visto a empresas que a pesar de hacer todo lo posible, tuvieron que tirar la toalla. Así de duro e impredecible es nuestro mundo farmacéutico. Así que esto hace que sea aún más impresionante que en menos de un año de que se declaró la pandemia mundial, tengamos vacunas disponibles.

Pero hay un elemento vital en todo el desarrollo de vacunas y tratamientos para Covid-19 que quizá no ha recibido la suficiente atención, ni nuestro suficiente agradecimiento: los y las voluntarias de los ensayos clínicos.

El fin último que ha perseguido toda la investigación clínica alrededor de esta pandemia ha sido poner un alto a las muertes y el sufrimiento que ha ocasionado, por lo tanto, todos los que participan y han participado en los ensayos clínicos son y serán aliados de propósito, y deben ser considerados representantes de la causa. Sin ellos no tendríamos hoy vacunas ni tratamientos para la Covid-19.

Hace un par de meses comenzaron los estudios clínicos para probar la eficacia y eficiencia de las vacunas contra la Covid-19 en niños y adolescentes, porque si se quiere lograr una inmunidad generalizada contra el coronavirus, ellos son vínculos críticos y necesitamos una vacuna para covid que les funcione.

Fue muy emotivo leer algunos de sus testimonios:

Quería participar “porque ayudaría a la ciencia y evitaría la pandemia. Y fue mi manera de agradecer a los trabajadores de primera línea que nos mantienen saludables ”. Sam, 12 años.

"Pensé que esta sería una muy buena historia que podría contarles a mis hijos y nietos, que traté de ayudar a crear la vacuna". Audrey, 14 años.

Y confirma nuestra sentida creencia de que de esta pandemia solo saldremos si trabajamos juntos.

En este link pueden conocer más acerca los marcos legales y éticos que garanticen el bienestar de los y las voluntarias en los ensayos clínicos.

Por: Cristobal Thompson

Ha pasado más de un año de la declaración oficial por parte de la OMS de la pandemia por Covid-19. A la fecha se tienen 12 vacunas para Covid-19 aprobadas bajo distintas especificaciones sobre su uso, por al menos un país o agencia regulatoria y cinco vacunas autorizadas para uso de emergencia en México.

Hemos visto una década de desarrollo normal de vacunas comprimida en diez meses y esto solo ha sido posible gracias a que nuestra industria, la industria biofarmacéutica, se comprometió a hacer todo lo posible para aplicar sus conocimientos y experiencias en el desarrollo de vacunas, tratamientos y diagnósticos para Covid-19. Hemos visto algunos avances sorprendentes con las nuevas tecnologías, y hemos visto a empresas que a pesar de hacer todo lo posible, tuvieron que tirar la toalla. Así de duro e impredecible es nuestro mundo farmacéutico. Así que esto hace que sea aún más impresionante que en menos de un año de que se declaró la pandemia mundial, tengamos vacunas disponibles.

Pero hay un elemento vital en todo el desarrollo de vacunas y tratamientos para Covid-19 que quizá no ha recibido la suficiente atención, ni nuestro suficiente agradecimiento: los y las voluntarias de los ensayos clínicos.

El fin último que ha perseguido toda la investigación clínica alrededor de esta pandemia ha sido poner un alto a las muertes y el sufrimiento que ha ocasionado, por lo tanto, todos los que participan y han participado en los ensayos clínicos son y serán aliados de propósito, y deben ser considerados representantes de la causa. Sin ellos no tendríamos hoy vacunas ni tratamientos para la Covid-19.

Hace un par de meses comenzaron los estudios clínicos para probar la eficacia y eficiencia de las vacunas contra la Covid-19 en niños y adolescentes, porque si se quiere lograr una inmunidad generalizada contra el coronavirus, ellos son vínculos críticos y necesitamos una vacuna para covid que les funcione.

Fue muy emotivo leer algunos de sus testimonios:

Quería participar “porque ayudaría a la ciencia y evitaría la pandemia. Y fue mi manera de agradecer a los trabajadores de primera línea que nos mantienen saludables ”. Sam, 12 años.

"Pensé que esta sería una muy buena historia que podría contarles a mis hijos y nietos, que traté de ayudar a crear la vacuna". Audrey, 14 años.

Y confirma nuestra sentida creencia de que de esta pandemia solo saldremos si trabajamos juntos.

En este link pueden conocer más acerca los marcos legales y éticos que garanticen el bienestar de los y las voluntarias en los ensayos clínicos.