/ domingo 26 de julio de 2020

Pandemia

LA REALIDAD ES AQUELLO QUE, CUANDO UNO DEJA DE CREER EN ELLO, NO DESAPARECE.


Philip Dick


Más de medio año a partir de que el covid-19 empezó a afectar al mundo; miles de personas han fallecido, y desde que , todo ha sido especulación e incertidumbre.

Cuando el virus apareció en Wuhan, China, no sabíamos de qué se trataba y por supuesto que jamás imaginábamos lo que seguiría… nos limitábamos a pensar “pobres chinos”, pensando creyendo que el daño no nos alcanzaría; posteriormente, en el momento en que se declaró la pandemia mundial, tampoco alcanzamos a percibir con qué nos enfrentaríamos, pero ya entonces, algo y algunos decían que no sería sencillo: lentamente la ciencia y sus investigadores han avanzado, muchos países trabajan en una vacuna; sin embargo, sabemos que el mundo está muy lejos aún de superar la emergencia sanitaria.

Y pese a los enormes avances científicos, sabemos que el tiempo de desarrollo de una vacuna puede llevar décadas; en este caso, y ante la gravedad del problema que en todos aspectos ha puesto en jaque al mundo, los científicos realizan esfuerzos extraordinarios por lo que muy probablemente en tiempo récord obtendrán su cometido.

A decir de la Organización Mundial de la Salud, se estima que hacia los primeros meses del 2021 la gente podría empezar a recibir la vacúnalo cual resulta muy esperanzador; no obstante, si lo consideramos desde la perspectiva sobre los daños que ha causado la pandemia en cuanto a pérdida de vidas humanas, problemas de salud consecuencia del padecimiento, daños económicos, etcétera, el tiempo es oro y aun falta mucho...

Dura y amarga realidad que nos hace reflexionar en la resignación con que debemos enfrentar el riesgo de contagio, readaptarnos y planificar cómo retomaremos nuestras actividades conviviendo con el covid-19: ciertamente las actividades económicas y la productividad no pueden detenerse más, luego de varios meses de confinamiento, las consecuencias son devastadoras y empiezan a surgir varias necesidades; lentamente las personas van regresando a las calles y lo mejor será armar estrategias en tanto llega la vacuna.

Por lo anterior, tenemos que aceptar que nuestra vida cambió y hemos de aprender a vivir y convivir con el coronavirus; autoridades internacionales del sector salud han afirmado incluso que el nuevo coronavirus “llegó para quedarse” habiendo de agregarlo a la lista de virus que cobran decenas de vidas en el mundo año con año, dado que no podrá ser erradicado en el mundo.

Al respecto, la OMS recomienda en esta actualidad, controlar la situación mediante el rastreo de contactos, no tanto ya en las medidas de confinamiento sin que ellas dejen de ser útiles: se trata de detectar a las personas contagiadas y a quienes han tenido contacto con ellas, justamente para recurrir a su aislamiento y cortar la cadena del contagio, implementar una estrategia integral que permita al mundo el retorno paulatino a las actividades.

Debemos entender que las medidas preventivas y todos los cuidados que las autoridades sanitarias han recomendado pueden hacer por ahora la diferencia… ¿Es tan difícil captar este mensaje? La sana distancia, el uso del cubrebocas, la higiene personal, el lavado de manos, la aplicación de gel antibacterial, la desinfección de ropa y zapatos, la careta, los guantes, el estornudo de etiqueta, dejar besos, abrazos, afecto, saludos efusivos, la careta o lentes transparentes, UFFF… ciertamente incomodidades a la que debemos adaptarnos por salud propia y de quienes nos rodean como parte de un nuevo estilo de vida. No podemos condicionarnos a la llegada de la vacuna que, si bien nos va, ocurrirá hasta el próximo año, además del reto en la capacidad para producir las dosis requeridas para abastecer a las personas de todos los países del mundo y en la capacidad para adquirirla, nada fácil...

Difícil adaptarnos y en el caso de los mexicanos, peor…transitando estos días por la ciudad, observo el transporte público: triste panorama contemplar la “nueva normalidad” exactamente igual a la de hace cuatro meses, transportes abarrotados sin respeto alguno por la “sana distancia”, incluso personas sin cubrebocas y saliendo por la puerta del microbús…

Al día de hoy no sabemos cuándo podrá desaparecer este padecimiento pero si debemos aprender a vivir y convivir con él en tanto llegue la vacuna; lo cierto es que es necesario continuar vivendo con las adaptaciones de todo este nuevo entorno y todo lo que ello implica. Eduquémonos pues…

gamogui@hotmail.com


LA REALIDAD ES AQUELLO QUE, CUANDO UNO DEJA DE CREER EN ELLO, NO DESAPARECE.


Philip Dick


Más de medio año a partir de que el covid-19 empezó a afectar al mundo; miles de personas han fallecido, y desde que , todo ha sido especulación e incertidumbre.

Cuando el virus apareció en Wuhan, China, no sabíamos de qué se trataba y por supuesto que jamás imaginábamos lo que seguiría… nos limitábamos a pensar “pobres chinos”, pensando creyendo que el daño no nos alcanzaría; posteriormente, en el momento en que se declaró la pandemia mundial, tampoco alcanzamos a percibir con qué nos enfrentaríamos, pero ya entonces, algo y algunos decían que no sería sencillo: lentamente la ciencia y sus investigadores han avanzado, muchos países trabajan en una vacuna; sin embargo, sabemos que el mundo está muy lejos aún de superar la emergencia sanitaria.

Y pese a los enormes avances científicos, sabemos que el tiempo de desarrollo de una vacuna puede llevar décadas; en este caso, y ante la gravedad del problema que en todos aspectos ha puesto en jaque al mundo, los científicos realizan esfuerzos extraordinarios por lo que muy probablemente en tiempo récord obtendrán su cometido.

A decir de la Organización Mundial de la Salud, se estima que hacia los primeros meses del 2021 la gente podría empezar a recibir la vacúnalo cual resulta muy esperanzador; no obstante, si lo consideramos desde la perspectiva sobre los daños que ha causado la pandemia en cuanto a pérdida de vidas humanas, problemas de salud consecuencia del padecimiento, daños económicos, etcétera, el tiempo es oro y aun falta mucho...

Dura y amarga realidad que nos hace reflexionar en la resignación con que debemos enfrentar el riesgo de contagio, readaptarnos y planificar cómo retomaremos nuestras actividades conviviendo con el covid-19: ciertamente las actividades económicas y la productividad no pueden detenerse más, luego de varios meses de confinamiento, las consecuencias son devastadoras y empiezan a surgir varias necesidades; lentamente las personas van regresando a las calles y lo mejor será armar estrategias en tanto llega la vacuna.

Por lo anterior, tenemos que aceptar que nuestra vida cambió y hemos de aprender a vivir y convivir con el coronavirus; autoridades internacionales del sector salud han afirmado incluso que el nuevo coronavirus “llegó para quedarse” habiendo de agregarlo a la lista de virus que cobran decenas de vidas en el mundo año con año, dado que no podrá ser erradicado en el mundo.

Al respecto, la OMS recomienda en esta actualidad, controlar la situación mediante el rastreo de contactos, no tanto ya en las medidas de confinamiento sin que ellas dejen de ser útiles: se trata de detectar a las personas contagiadas y a quienes han tenido contacto con ellas, justamente para recurrir a su aislamiento y cortar la cadena del contagio, implementar una estrategia integral que permita al mundo el retorno paulatino a las actividades.

Debemos entender que las medidas preventivas y todos los cuidados que las autoridades sanitarias han recomendado pueden hacer por ahora la diferencia… ¿Es tan difícil captar este mensaje? La sana distancia, el uso del cubrebocas, la higiene personal, el lavado de manos, la aplicación de gel antibacterial, la desinfección de ropa y zapatos, la careta, los guantes, el estornudo de etiqueta, dejar besos, abrazos, afecto, saludos efusivos, la careta o lentes transparentes, UFFF… ciertamente incomodidades a la que debemos adaptarnos por salud propia y de quienes nos rodean como parte de un nuevo estilo de vida. No podemos condicionarnos a la llegada de la vacuna que, si bien nos va, ocurrirá hasta el próximo año, además del reto en la capacidad para producir las dosis requeridas para abastecer a las personas de todos los países del mundo y en la capacidad para adquirirla, nada fácil...

Difícil adaptarnos y en el caso de los mexicanos, peor…transitando estos días por la ciudad, observo el transporte público: triste panorama contemplar la “nueva normalidad” exactamente igual a la de hace cuatro meses, transportes abarrotados sin respeto alguno por la “sana distancia”, incluso personas sin cubrebocas y saliendo por la puerta del microbús…

Al día de hoy no sabemos cuándo podrá desaparecer este padecimiento pero si debemos aprender a vivir y convivir con él en tanto llegue la vacuna; lo cierto es que es necesario continuar vivendo con las adaptaciones de todo este nuevo entorno y todo lo que ello implica. Eduquémonos pues…

gamogui@hotmail.com


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