/ lunes 3 de mayo de 2021

Para María Elena Chapa

Hoy escribo sobre María Elena Chapa Hernández, a propósito de que su Alma Mater, la Universidad Autónoma de Nuevo León instaló la Cátedra de Derechos Humanos de las Mujeres que lleva su nombre. La contribución de las mujeres en la historia la debemos escribir para que no seamos borradas, particularmente de los hechos históricos en los que hemos participado e incidido. Apenas dos siglos atrás, poco a poco las mujeres han podido ser visibilizadas a partir de sus textos, contribuciones y hazañas que han perdurado a las vicisitudes del momento histórico. Estas líneas modestas se suman a las grandes referencias sobre la Chapa, como le decimos las amigas de esta querida mujer neolonesa


María Elena es una feminista, aguerrida, libertaria, insurrecta e insumisa; no podía serlo de otra manera esta mujer rebelde y poderosa; a donde llega, irradia su gran personalidad. Propio de su carácter y perseverancia, no quitó el dedo del renglón para que en su tierra, se avanzara y concretara la paridad. Su encargo ante el Instituto de las Mujeres de NL fue de presidenta y lo ejerció con iniciativa, enjundia y responsabilidad. Quienes la conocemos sabemos que no fue una funcionaria disfuncional, o florero, tampoco fue acomodaticia. Fue la Presidenta de una institución que impulsó con toda su autoridad, las políticas públicas a favor de los derechos de las mujeres de su tierra, después de haber asumido como legisladora en la Cámara de Diputados, en el Congreso local y en el Senado de la República. Su trabajo parlamentario se distinguió por una importante productividad legislativa. Siendo Diputada impulsó la perspectiva de género en el Presupuesto de Egresos de la Federación.


Ha recibido reconocimientos de diversos ámbitos académicos, legislativos, empresariales y de la sociedad civil. Debo destacar que desde el Senado la distinguimos con el Reconocimiento “Elvia Carrillo Puerto”. Hacer una relación de sus reconocimientos no me alcanzan los caracteres de este espacio.


Conocí a la Chapa en una reunión del Programa Nacional de la Mujer, organismo que le antecedió al Instituto Nacional de las Mujeres. Años más tarde la vimos activa en aquella reunión nacional del PRI donde su partido estaba tomando decisiones en vísperas de una elección federal. Ella encabezó la insurrección de las priistas para que sus dirigentes las incorporasen en las candidaturas, literal les zapatearon en el gran presidium integrada por puros señores retándoles que si no aprobaban integrar a las mujeres, ya se los cobrarían cuando alguno de esos señores compitiera por alguna gubernatura etc. Por supuesto que lograron su cometido.


Oírla, leerla, recordar las diversas mesas de discusión que organizó desde el Instituto, las conversaciones con Amelia Varcárcel, las reflexiones sobre la situación del país en diversas etapas, por supuesto la revisión de nuestros pendientes a favor de las causas de las mujeres; siempre es alentador sentir su entusiasmo y perseverancia de esta priista que goza de un gran reconocimiento plural.


Como amiga es la mejor; generosa, noble, leal, divertida y desprendida. Es una maestra de la vida. Nada dejada, toda pelea la da en un contexto real: las mujeres somos discriminadas, nuestra inconformidad provoca reacciones y molestias, sin dudas ella contesta: no me van a domesticar. Así reta al patriarcado. Con mucho cariño para mi querida Chapita.

Hoy escribo sobre María Elena Chapa Hernández, a propósito de que su Alma Mater, la Universidad Autónoma de Nuevo León instaló la Cátedra de Derechos Humanos de las Mujeres que lleva su nombre. La contribución de las mujeres en la historia la debemos escribir para que no seamos borradas, particularmente de los hechos históricos en los que hemos participado e incidido. Apenas dos siglos atrás, poco a poco las mujeres han podido ser visibilizadas a partir de sus textos, contribuciones y hazañas que han perdurado a las vicisitudes del momento histórico. Estas líneas modestas se suman a las grandes referencias sobre la Chapa, como le decimos las amigas de esta querida mujer neolonesa


María Elena es una feminista, aguerrida, libertaria, insurrecta e insumisa; no podía serlo de otra manera esta mujer rebelde y poderosa; a donde llega, irradia su gran personalidad. Propio de su carácter y perseverancia, no quitó el dedo del renglón para que en su tierra, se avanzara y concretara la paridad. Su encargo ante el Instituto de las Mujeres de NL fue de presidenta y lo ejerció con iniciativa, enjundia y responsabilidad. Quienes la conocemos sabemos que no fue una funcionaria disfuncional, o florero, tampoco fue acomodaticia. Fue la Presidenta de una institución que impulsó con toda su autoridad, las políticas públicas a favor de los derechos de las mujeres de su tierra, después de haber asumido como legisladora en la Cámara de Diputados, en el Congreso local y en el Senado de la República. Su trabajo parlamentario se distinguió por una importante productividad legislativa. Siendo Diputada impulsó la perspectiva de género en el Presupuesto de Egresos de la Federación.


Ha recibido reconocimientos de diversos ámbitos académicos, legislativos, empresariales y de la sociedad civil. Debo destacar que desde el Senado la distinguimos con el Reconocimiento “Elvia Carrillo Puerto”. Hacer una relación de sus reconocimientos no me alcanzan los caracteres de este espacio.


Conocí a la Chapa en una reunión del Programa Nacional de la Mujer, organismo que le antecedió al Instituto Nacional de las Mujeres. Años más tarde la vimos activa en aquella reunión nacional del PRI donde su partido estaba tomando decisiones en vísperas de una elección federal. Ella encabezó la insurrección de las priistas para que sus dirigentes las incorporasen en las candidaturas, literal les zapatearon en el gran presidium integrada por puros señores retándoles que si no aprobaban integrar a las mujeres, ya se los cobrarían cuando alguno de esos señores compitiera por alguna gubernatura etc. Por supuesto que lograron su cometido.


Oírla, leerla, recordar las diversas mesas de discusión que organizó desde el Instituto, las conversaciones con Amelia Varcárcel, las reflexiones sobre la situación del país en diversas etapas, por supuesto la revisión de nuestros pendientes a favor de las causas de las mujeres; siempre es alentador sentir su entusiasmo y perseverancia de esta priista que goza de un gran reconocimiento plural.


Como amiga es la mejor; generosa, noble, leal, divertida y desprendida. Es una maestra de la vida. Nada dejada, toda pelea la da en un contexto real: las mujeres somos discriminadas, nuestra inconformidad provoca reacciones y molestias, sin dudas ella contesta: no me van a domesticar. Así reta al patriarcado. Con mucho cariño para mi querida Chapita.