/ domingo 27 de septiembre de 2020

Por una salud mental para todas y todos

A lo largo del país, el impacto de la pandemia en este primer semestre desde que inició el aislamiento voluntario en marzo pasado crece en lo psicológico y en lo emocional. Las presiones económicas que continuaron en el periodo de sana distancia y ahora que empezamos a dialogar sobre el cambio de semáforo hacia el ansiado color verde, deterioran la salud mental de muchas personas que recienten la disminución o la pérdida de ingresos para cumplir con sus compromisos cotidianos.

Pero no todos han sido dificultades financieras, también hablamos de relaciones personales, pérdidas familiares y los lamentables fallecimientos que han afectado a cientos de familias, producto de la Covid-19. Si en condiciones de “vieja normalidad” estos hechos ya eran complejos en más de un sentido, ahora que vivimos en una emergencia sanitaria, la separación, el sentimiento de soledad y el confinamiento prolongado sobrepasan a muchas y muchos mexicanos, sin importar su condición social, educativa o económica.

Es cierto que transitar por la pandemia no es igual para los diferentes segmentos de nuestra sociedad, marcada por la desigualdad; sin embargo, el proceso de deterioro emocional es semejante para muchas personas, por lo que la atención profesional también puede brindarse de manera adecuada para que pueda superarse el entorno que nos afecta.

Al igual que con esta nueva cepa de coronavirus y la enfermedad que produce, hemos aprendido en seis meses mucho acerca de cómo respondemos ante las restricciones y medidas de higiene y salud que nos impuso la pandemia en el terreno de lo psicológico.

Para estos momentos, la incertidumbre ya forma parte de nuestra vida cotidiana y nos acompaña en el hogar, como en las calles. Es un tema de conversación, aunque no abierta todavía, pero que provoca un acercamiento con familiares, amigos, colegas de trabajo, vecinos y otras personas con las que nos relacionamos.

Es decir, comenzamos a tejer redes de colaboración y de coordinación para los meses que vienen y las situaciones a las que nos tendremos que adaptar cuando recuperemos movilidad pública, llegue el invierno y hasta la aparición de una vacuna eficiente, junto con un tratamiento probado, que nos ayude a superar esta contingencia nacional y mundial.

No significa que la emergencia emocional pasará. Las secuelas psicológicas provocadas por presiones económicas, pérdidas personales que ya mencionábamos e incluso cambios en la personalidad que podrían desdoblarse en nuevo hábitos y costumbres, se sumarán a nuestros problemas anteriores (todavía presentes) como la falta de seguridad, la necesidad de mejores empleos y acceso a servicios públicos de salud y educación con calidad.

Aquí es donde la solidaridad que siempre hemos considerado parte de nuestra cultura deberá incrementarse como nunca antes. Son momento de generosidad, de comunicación ciudadana y de apoyo a cualquiera que pase por momentos complicados, en ello va nuestro futuro inmediato como sociedad mexicana.

Lo anterior se comprueba con muchos de los casos que atendemos a diario en el 5511-8575-55 o por mensaje directo al 552323-0303, los medios de atención de Confianza e Impulso Ciudadano, la organización civil que tengo el honor de presidir, y que ahora atiende casos de salud mental en 24 estados de la República (comenzamos el año recibiendo llamadas y contactos de seis), que representan prácticamente el 70% de la población nacional.

Los denominadores comunes de miles de casos, desde intento de suicidio hasta cuadros de depresión leve, es la incertidumbre hacia el futuro inmediato y la ansiedad que genera la Covid-19, que afecta a quienes aún pueden mantenerse en casa y a aquellos que llevan meses saliendo a las calles para trabajar.

Una buena noticia, que apenas sucedió este martes, es la generosidad de muchas personas para, unidos, superar esta crisis inédita. En el marco del lanzamiento de su nuevo sencillo “Ansiedad”, la gran artista mexicana Carla Morrison incorporó a diferentes organizaciones dedicadas a la atención de problemáticas de salud mental; una de las opciones seleccionadas fue Confianza e Impulso Ciudadano.

Ya sea compartiendo la canción, un éxito seguro, acudiendo al hastag #MiAnsiedad o enviando los números de contacto y las redes sociales de Confianza a familiares, vecinos, colegas y amigos, acercamos soluciones gratuitas y ciudadanas a quienes necesitan atención emocional de manera inmediata de parte de un profesional.

En cada estado del país podemos construir mejores redes de apoyo y de atención, a partir de ayudarnos entre todas y todos. La salud mental, como ha demostrado esta pandemia, es tan importante como la salud física, y el equilibrio entre ambas es una de las soluciones que tenemos a la mano para evitar que la Covid-19 haga más estragos en nuestra vida cotidiana.

Debe ser un esfuerzo de país, de una sociedad caminando hacia la misma dirección, que sólo es una: superar esta emergencia y surgir mejor de ella que como entramos.

A lo largo del país, el impacto de la pandemia en este primer semestre desde que inició el aislamiento voluntario en marzo pasado crece en lo psicológico y en lo emocional. Las presiones económicas que continuaron en el periodo de sana distancia y ahora que empezamos a dialogar sobre el cambio de semáforo hacia el ansiado color verde, deterioran la salud mental de muchas personas que recienten la disminución o la pérdida de ingresos para cumplir con sus compromisos cotidianos.

Pero no todos han sido dificultades financieras, también hablamos de relaciones personales, pérdidas familiares y los lamentables fallecimientos que han afectado a cientos de familias, producto de la Covid-19. Si en condiciones de “vieja normalidad” estos hechos ya eran complejos en más de un sentido, ahora que vivimos en una emergencia sanitaria, la separación, el sentimiento de soledad y el confinamiento prolongado sobrepasan a muchas y muchos mexicanos, sin importar su condición social, educativa o económica.

Es cierto que transitar por la pandemia no es igual para los diferentes segmentos de nuestra sociedad, marcada por la desigualdad; sin embargo, el proceso de deterioro emocional es semejante para muchas personas, por lo que la atención profesional también puede brindarse de manera adecuada para que pueda superarse el entorno que nos afecta.

Al igual que con esta nueva cepa de coronavirus y la enfermedad que produce, hemos aprendido en seis meses mucho acerca de cómo respondemos ante las restricciones y medidas de higiene y salud que nos impuso la pandemia en el terreno de lo psicológico.

Para estos momentos, la incertidumbre ya forma parte de nuestra vida cotidiana y nos acompaña en el hogar, como en las calles. Es un tema de conversación, aunque no abierta todavía, pero que provoca un acercamiento con familiares, amigos, colegas de trabajo, vecinos y otras personas con las que nos relacionamos.

Es decir, comenzamos a tejer redes de colaboración y de coordinación para los meses que vienen y las situaciones a las que nos tendremos que adaptar cuando recuperemos movilidad pública, llegue el invierno y hasta la aparición de una vacuna eficiente, junto con un tratamiento probado, que nos ayude a superar esta contingencia nacional y mundial.

No significa que la emergencia emocional pasará. Las secuelas psicológicas provocadas por presiones económicas, pérdidas personales que ya mencionábamos e incluso cambios en la personalidad que podrían desdoblarse en nuevo hábitos y costumbres, se sumarán a nuestros problemas anteriores (todavía presentes) como la falta de seguridad, la necesidad de mejores empleos y acceso a servicios públicos de salud y educación con calidad.

Aquí es donde la solidaridad que siempre hemos considerado parte de nuestra cultura deberá incrementarse como nunca antes. Son momento de generosidad, de comunicación ciudadana y de apoyo a cualquiera que pase por momentos complicados, en ello va nuestro futuro inmediato como sociedad mexicana.

Lo anterior se comprueba con muchos de los casos que atendemos a diario en el 5511-8575-55 o por mensaje directo al 552323-0303, los medios de atención de Confianza e Impulso Ciudadano, la organización civil que tengo el honor de presidir, y que ahora atiende casos de salud mental en 24 estados de la República (comenzamos el año recibiendo llamadas y contactos de seis), que representan prácticamente el 70% de la población nacional.

Los denominadores comunes de miles de casos, desde intento de suicidio hasta cuadros de depresión leve, es la incertidumbre hacia el futuro inmediato y la ansiedad que genera la Covid-19, que afecta a quienes aún pueden mantenerse en casa y a aquellos que llevan meses saliendo a las calles para trabajar.

Una buena noticia, que apenas sucedió este martes, es la generosidad de muchas personas para, unidos, superar esta crisis inédita. En el marco del lanzamiento de su nuevo sencillo “Ansiedad”, la gran artista mexicana Carla Morrison incorporó a diferentes organizaciones dedicadas a la atención de problemáticas de salud mental; una de las opciones seleccionadas fue Confianza e Impulso Ciudadano.

Ya sea compartiendo la canción, un éxito seguro, acudiendo al hastag #MiAnsiedad o enviando los números de contacto y las redes sociales de Confianza a familiares, vecinos, colegas y amigos, acercamos soluciones gratuitas y ciudadanas a quienes necesitan atención emocional de manera inmediata de parte de un profesional.

En cada estado del país podemos construir mejores redes de apoyo y de atención, a partir de ayudarnos entre todas y todos. La salud mental, como ha demostrado esta pandemia, es tan importante como la salud física, y el equilibrio entre ambas es una de las soluciones que tenemos a la mano para evitar que la Covid-19 haga más estragos en nuestra vida cotidiana.

Debe ser un esfuerzo de país, de una sociedad caminando hacia la misma dirección, que sólo es una: superar esta emergencia y surgir mejor de ella que como entramos.

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