/ martes 5 de abril de 2022

Profundidades marinas

Para todos a los que nos apasiona el tema del mar, aun sin ser biólogos marinos o especialistas afines, despierta en nosotros toda una serie de enigmas a descifrar. Entre ellos está el tema de la riqueza de los fondos marinos, ya que no se trata de una llanura oceánica, sino que es el lugar donde se encuentra el sustento de la vida marina.

El fondo marino es por si mismo un lugar con mucha vida, con zonas de llanuras pero también cañones, cadenas montañosas y montañas submarinas; y al igual que en los ecosistemas terrestres, toda la biodiversidad que se genera en cada uno de ellos está interrelacionada; por lo tanto, ocurre lo mismo que estamos sufriendo en la tierra: cualquier externalidad que cause alguna afectación genera cambios en todo el mar.

Son variadas las amenazas a los ecosistemas marinos; sin embargo, en los últimos años, la pesca de arrastre de fondo se ve cada vez más como un sinónimo de colapso de la diversidad biológica marina y, en sus peores consecuencias, implica la extinción de algunas especies.

Otra causa de afectación a los fondos marinos es la presencia de materiales minerales. Por un lado, encontramos los nódulos polimetálicos que son formaciones esféricas de roca con manganeso e hidróxidos de hierro; como consecuencia del desarrollo de la sociedad moderna, se empezó a ver en la minería submarina una nueva forma de obtención de diversos minerales metálicos y no metálicos necesarios para el desarrollo tecnológico.

Al igual que en la tierra, la investigación tecnológica en el fondo marino está estrechamente relacionada con la actividad minera o extractiva, y la historia ha demostrado que los yacimientos de recursos minerales siguen siendo más fáciles de explotar en la tierra que en los fondos marinos. Si tenemos en consideración que el 70% de la superficie del planeta está cubierto por mares y océanos, y que un gran porcentaje de fondos marinos sigue sin explorarse, entonces se podría considerar, desde la óptica minera, a estos como una fuente importante de recursos minerales que se pueden convertir en materia prima esencial para la tecnología. Pero esta actividad extractiva evidentemente trae consigo muchas afectaciones a los ecosistemas marinos y a su biodiversidad.

La ciencia del océano profundo ha identificado vastas reservas de cobre, níquel y cobalto, por citar algunos de los minerales que se ven como un sustituto perfecto frente al uso de combustibles fósiles, que por si mismos han dejado como principal afectación el incremento en la temperatura global de la Tierra, al convertirse en gases de efecto invernadero que provocan este calentamiento. Sin embargo, aquí el problema principal se origina por la forma en la que se hará la explotación de estos recursos minerales, que se estima generaría una alteración clara en el hábitat del que se trate.

Actualmente, ya se empiezan a percibir estas afectaciones en lugares como la Isla de Naru, en el Océano Pacífico, donde la extracción de fosfato está generando problemas directos en sus ecosistemas marinos.

La Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA), tiene como tarea central reglamentar la actividad extractiva y definir en qué regiones podrá implementarse esta actividad. Si bien muchas empresas cuentan con desarrollo tecnológico de punta, con máquinas de exploración menos invasivas y que ubican claramente los nódulos donde están localizados los yacimientos de minerales, no se puede tener la misma certeza en la fase de explotación, ya que la tecnología menos dañina es sumamente costosa y no todas las compañías mineras submarinas pueden afrontar dichos costos.

Lo cierto es que el daño final que la minería submarina puede ocasionar aún es desconocido; lo que se deberá aprender de la minería terrestre es exigir, desde el principio, que sea una minería responsable, en el sentido de garantizar que se deberá prevenir el mayor número posible de afectaciones a la biodiversidad marina.

Tenemos que fomentar mesas de análisis para saber en cuáles sitios marinos y costeros se debe de priorizar su conservación frente a la explotación minera. Y aunque en el sector pesquero se debería de estar propiciando el mismo trabajo de prevención de afectaciones en las actividades de fomento, este no se ha dado.

Ojalá y otro sector de desarrollo económico como es la minería, muestre con el ejemplo que la minería responsable debe de ser ya una exigencia; de lo contrario, será preciso prohibirla, siempre teniendo claros los criterios de elegibilidad. Si bien el desarrollo mundial depende de los avances tecnológicos y a su vez estos de los minerales metálicos y no metálicos, todas las actividades de desarrollo económico pueden convivir con las actividades de conservación. El desarrollo y el cuidado al medio marino deben de ser los pilares de gobernanza en los mares internacionales.

Para todos a los que nos apasiona el tema del mar, aun sin ser biólogos marinos o especialistas afines, despierta en nosotros toda una serie de enigmas a descifrar. Entre ellos está el tema de la riqueza de los fondos marinos, ya que no se trata de una llanura oceánica, sino que es el lugar donde se encuentra el sustento de la vida marina.

El fondo marino es por si mismo un lugar con mucha vida, con zonas de llanuras pero también cañones, cadenas montañosas y montañas submarinas; y al igual que en los ecosistemas terrestres, toda la biodiversidad que se genera en cada uno de ellos está interrelacionada; por lo tanto, ocurre lo mismo que estamos sufriendo en la tierra: cualquier externalidad que cause alguna afectación genera cambios en todo el mar.

Son variadas las amenazas a los ecosistemas marinos; sin embargo, en los últimos años, la pesca de arrastre de fondo se ve cada vez más como un sinónimo de colapso de la diversidad biológica marina y, en sus peores consecuencias, implica la extinción de algunas especies.

Otra causa de afectación a los fondos marinos es la presencia de materiales minerales. Por un lado, encontramos los nódulos polimetálicos que son formaciones esféricas de roca con manganeso e hidróxidos de hierro; como consecuencia del desarrollo de la sociedad moderna, se empezó a ver en la minería submarina una nueva forma de obtención de diversos minerales metálicos y no metálicos necesarios para el desarrollo tecnológico.

Al igual que en la tierra, la investigación tecnológica en el fondo marino está estrechamente relacionada con la actividad minera o extractiva, y la historia ha demostrado que los yacimientos de recursos minerales siguen siendo más fáciles de explotar en la tierra que en los fondos marinos. Si tenemos en consideración que el 70% de la superficie del planeta está cubierto por mares y océanos, y que un gran porcentaje de fondos marinos sigue sin explorarse, entonces se podría considerar, desde la óptica minera, a estos como una fuente importante de recursos minerales que se pueden convertir en materia prima esencial para la tecnología. Pero esta actividad extractiva evidentemente trae consigo muchas afectaciones a los ecosistemas marinos y a su biodiversidad.

La ciencia del océano profundo ha identificado vastas reservas de cobre, níquel y cobalto, por citar algunos de los minerales que se ven como un sustituto perfecto frente al uso de combustibles fósiles, que por si mismos han dejado como principal afectación el incremento en la temperatura global de la Tierra, al convertirse en gases de efecto invernadero que provocan este calentamiento. Sin embargo, aquí el problema principal se origina por la forma en la que se hará la explotación de estos recursos minerales, que se estima generaría una alteración clara en el hábitat del que se trate.

Actualmente, ya se empiezan a percibir estas afectaciones en lugares como la Isla de Naru, en el Océano Pacífico, donde la extracción de fosfato está generando problemas directos en sus ecosistemas marinos.

La Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA), tiene como tarea central reglamentar la actividad extractiva y definir en qué regiones podrá implementarse esta actividad. Si bien muchas empresas cuentan con desarrollo tecnológico de punta, con máquinas de exploración menos invasivas y que ubican claramente los nódulos donde están localizados los yacimientos de minerales, no se puede tener la misma certeza en la fase de explotación, ya que la tecnología menos dañina es sumamente costosa y no todas las compañías mineras submarinas pueden afrontar dichos costos.

Lo cierto es que el daño final que la minería submarina puede ocasionar aún es desconocido; lo que se deberá aprender de la minería terrestre es exigir, desde el principio, que sea una minería responsable, en el sentido de garantizar que se deberá prevenir el mayor número posible de afectaciones a la biodiversidad marina.

Tenemos que fomentar mesas de análisis para saber en cuáles sitios marinos y costeros se debe de priorizar su conservación frente a la explotación minera. Y aunque en el sector pesquero se debería de estar propiciando el mismo trabajo de prevención de afectaciones en las actividades de fomento, este no se ha dado.

Ojalá y otro sector de desarrollo económico como es la minería, muestre con el ejemplo que la minería responsable debe de ser ya una exigencia; de lo contrario, será preciso prohibirla, siempre teniendo claros los criterios de elegibilidad. Si bien el desarrollo mundial depende de los avances tecnológicos y a su vez estos de los minerales metálicos y no metálicos, todas las actividades de desarrollo económico pueden convivir con las actividades de conservación. El desarrollo y el cuidado al medio marino deben de ser los pilares de gobernanza en los mares internacionales.