/ miércoles 22 de abril de 2020

Resiliencia y diversidad sexual

Por: Carlos López López

El Covid-19 tiene dos curvas, una de transmisión y otra de aprendizaje. Hoy, el movimiento de la diversidad sexual y de género tiene la oportunidad de reflexionar y hacer propuestas para el quehacer comunitario, sobre las violencias que pueden estar pasando muchas personas LGBTTTI, principalmente jóvenes y personas trans en tiempos de encierro en sus casas, en ambientes lgbtfóbicos. Por otro lado, para apoyar a las redes comunitarias que comienzan a surgir en todas partes para atender necesidades prioritarias de personas de la diversidad sexual y de género en condiciones de precariedad laboral, de salud o económica.

Sin duda también será necesario hacer un profundo ejercicio de reflexión acerca de dónde depositamos nuestra confianza como colectivos LGBTTTI, pues velar por nuestros derechos como personas de la diversidad sexual y de género no nos exime de apelar a la justicia para otros grupos de atención prioritaria, como personas mayores, con discapacidad, migrantes, en situación de calle, con padecimientos crónicos, indígenas y muchos otros que nos cruzan a muches y por los que también estamos atravesades.

En este sentido, quizá sea necesario darnos una pausa para reflexionar cómo el bien contribuye al bienestar emocional, personal y colectivo. En el momento en que nos identificamos como parte de un todo, podemos reconocer que nuestros actos, además de beneficiarnos a nosotras mismas, también contribuyen a mejorar las condiciones sociales, económicas y personales de otras. La salud también es un proceso social, en el que están involucrados determinantes como la discriminación, la exclusión, la desigualdad, la violencia y la violación a los derechos humanos.

Ahora bien, para finalizar, también es válido plantearnos qué queremos y qué podemos hacer después de ésto; es decir, entendiendo que regresar a esa normalidad que había antes de esta pandemia, donde las desigualdades estaban normalizadas, no es una opción. Valoremos, además, todo lo que hoy extrañamos del mundo habitual que también dábamos por hecho para redescubrir lo extraordinario de lo cotidiano de nuestros días; ¿a quiénes extrañamos y queremos abrazar?; ¿qué lugares a los que nos habíamos acostumbrado añoramos volver y cómo volveremos a ellos?; ¿qué queremos y qué podemos hacer cuando esto termine? Reconozcamos el heroísmo de toda la gente que en esta pandemia hace posible la subsistencia colectiva: campesinos, personal de salud, la gente de la tiendita, la recaudería o el mercado; reconozcamos la necesidad imperativa que tenemos del arte para darle sentido a nuestra existencia en estos momentos: cuando ésto termine, agradezcamos con un aplauso a los artistas, en teatros y salas de conciertos.

Hoy son tiempos de reflexión, de aprendizaje, de crecimiento y de acción.

Fraternalmente

Charlie Dos Veces López

Sociólogo

Por: Carlos López López

El Covid-19 tiene dos curvas, una de transmisión y otra de aprendizaje. Hoy, el movimiento de la diversidad sexual y de género tiene la oportunidad de reflexionar y hacer propuestas para el quehacer comunitario, sobre las violencias que pueden estar pasando muchas personas LGBTTTI, principalmente jóvenes y personas trans en tiempos de encierro en sus casas, en ambientes lgbtfóbicos. Por otro lado, para apoyar a las redes comunitarias que comienzan a surgir en todas partes para atender necesidades prioritarias de personas de la diversidad sexual y de género en condiciones de precariedad laboral, de salud o económica.

Sin duda también será necesario hacer un profundo ejercicio de reflexión acerca de dónde depositamos nuestra confianza como colectivos LGBTTTI, pues velar por nuestros derechos como personas de la diversidad sexual y de género no nos exime de apelar a la justicia para otros grupos de atención prioritaria, como personas mayores, con discapacidad, migrantes, en situación de calle, con padecimientos crónicos, indígenas y muchos otros que nos cruzan a muches y por los que también estamos atravesades.

En este sentido, quizá sea necesario darnos una pausa para reflexionar cómo el bien contribuye al bienestar emocional, personal y colectivo. En el momento en que nos identificamos como parte de un todo, podemos reconocer que nuestros actos, además de beneficiarnos a nosotras mismas, también contribuyen a mejorar las condiciones sociales, económicas y personales de otras. La salud también es un proceso social, en el que están involucrados determinantes como la discriminación, la exclusión, la desigualdad, la violencia y la violación a los derechos humanos.

Ahora bien, para finalizar, también es válido plantearnos qué queremos y qué podemos hacer después de ésto; es decir, entendiendo que regresar a esa normalidad que había antes de esta pandemia, donde las desigualdades estaban normalizadas, no es una opción. Valoremos, además, todo lo que hoy extrañamos del mundo habitual que también dábamos por hecho para redescubrir lo extraordinario de lo cotidiano de nuestros días; ¿a quiénes extrañamos y queremos abrazar?; ¿qué lugares a los que nos habíamos acostumbrado añoramos volver y cómo volveremos a ellos?; ¿qué queremos y qué podemos hacer cuando esto termine? Reconozcamos el heroísmo de toda la gente que en esta pandemia hace posible la subsistencia colectiva: campesinos, personal de salud, la gente de la tiendita, la recaudería o el mercado; reconozcamos la necesidad imperativa que tenemos del arte para darle sentido a nuestra existencia en estos momentos: cuando ésto termine, agradezcamos con un aplauso a los artistas, en teatros y salas de conciertos.

Hoy son tiempos de reflexión, de aprendizaje, de crecimiento y de acción.

Fraternalmente

Charlie Dos Veces López

Sociólogo