/ sábado 26 de enero de 2019

Rituales que construyen cohesión familiar 

En la memoria llevamos y manifestamos que apreciamos los mejores recuerdos vinculados con la primera familia, destacando los momentos, tradiciones o rituales positivos. Mismos que compartimos y reproducimos al pasar de los años buscando que perduren. Podríamos afirmar que de la niñez, se recuerda como entrañables, por ejemplo, el pasear en bicicleta, a la mascota, la visita a la casa de los abuelos, los cumpleaños, las vacaciones, las fechas importantes, los alimentos en familia, entre muchos más rituales.

Los “rituales” constituyen importantes factores de protección; sin embargo, lamentablemente en ocasiones se pueden salir de nuestro control los llamados factores de riesgo… En días pasados, un hecho nos entristeció, la pérdida de vidas de personas a causa de una explosión por un derrame de gasolina en uno de los ductos que por esos lugares cruza. Esos quebrantos provocados de gasolina, desde hace años en esa zona y otras, han propiciado el enriquecimiento de algunos, ahora causó dolor y muerte entre esa comunidad.

Visto desde la cultura de la prevención este fatídico desenlace se pensaba que podría ocurrir, constituyen prácticas y circunstancias comunitarias que se han de acotar. La tragedia presenta factura con escenas dramáticas en donde menores de edad, jóvenes y adultos sobrellevaron daños irreparables, lacerando con propias decisiones sus derechos fundamentales. En ese contexto se recibe con beneplácito los proyectos que se pondrán en marcha en beneficio de esas comunidades con índices de pobreza y que en ocasiones ponen en riesgo sus vidas con acciones que fortalecen conductas delictuosas.

Es de esperarse que como comunidad respondamos solidariamente y busquemos construir un horizonte donde cada niño, adolescente, joven, adulto y adulto mayor, esté a salvo de peligro y pueda desarrollar su máximo potencial. Por ejemplo, en la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, en el artículo 13, “de manera enunciativa más no limitativa” contiene 20 derechos que con el apoyo pertinente y rituales en familia se puede lograr, no está de más recordarlos, acentuarlos y priorizarlos:

Estos son los derechos: I. A la vida, a la supervivencia y al desarrollo; II. De prioridad; III. A la identidad; IV. A vivir en familia; V. A la igualdad sustantiva; VI. A no ser discriminado; VII. A vivir en condiciones de bienestar y a un sano desarrollo integral; VIII. A una vida libre de violencia y a la integridad personal; IX. A la protección de la salud y la seguridad social; X. A la inclusión de niñas, niños y adolescentes con discapacidad; XI. A la educación; XII. Al descanso y al esparcimiento; XIII. A la libertad de convicciones éticas; pensamiento, conciencia, religión y cultura; XIV. A la libertad de expresión y de acceso a la información; XV. De participación; XVI. De asociación y reunión; XVII. A la intimidad; XVIII. A la seguridad jurídica y al debido proceso; XIX. De niñas, niños y adolescentes migrantes, y XX. De acceso a las Tecnologías de la información y comunicación.

Al analizar cada uno de los derechos, se observa que todos representan oportunidades, sueños, esperanzas y bienestar que se puede alcanzar. Solo requiere de rituales, en tiempo y forma, que construyan cohesión familiar y comunitaria, asumiendo riesgos calculados, reflexionados y cercando: “se me hizo fácil”, estigmatizaciones y evaluaciones fundadas con información en proceso.


hazael.ruiz@hotmail.com


En la memoria llevamos y manifestamos que apreciamos los mejores recuerdos vinculados con la primera familia, destacando los momentos, tradiciones o rituales positivos. Mismos que compartimos y reproducimos al pasar de los años buscando que perduren. Podríamos afirmar que de la niñez, se recuerda como entrañables, por ejemplo, el pasear en bicicleta, a la mascota, la visita a la casa de los abuelos, los cumpleaños, las vacaciones, las fechas importantes, los alimentos en familia, entre muchos más rituales.

Los “rituales” constituyen importantes factores de protección; sin embargo, lamentablemente en ocasiones se pueden salir de nuestro control los llamados factores de riesgo… En días pasados, un hecho nos entristeció, la pérdida de vidas de personas a causa de una explosión por un derrame de gasolina en uno de los ductos que por esos lugares cruza. Esos quebrantos provocados de gasolina, desde hace años en esa zona y otras, han propiciado el enriquecimiento de algunos, ahora causó dolor y muerte entre esa comunidad.

Visto desde la cultura de la prevención este fatídico desenlace se pensaba que podría ocurrir, constituyen prácticas y circunstancias comunitarias que se han de acotar. La tragedia presenta factura con escenas dramáticas en donde menores de edad, jóvenes y adultos sobrellevaron daños irreparables, lacerando con propias decisiones sus derechos fundamentales. En ese contexto se recibe con beneplácito los proyectos que se pondrán en marcha en beneficio de esas comunidades con índices de pobreza y que en ocasiones ponen en riesgo sus vidas con acciones que fortalecen conductas delictuosas.

Es de esperarse que como comunidad respondamos solidariamente y busquemos construir un horizonte donde cada niño, adolescente, joven, adulto y adulto mayor, esté a salvo de peligro y pueda desarrollar su máximo potencial. Por ejemplo, en la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, en el artículo 13, “de manera enunciativa más no limitativa” contiene 20 derechos que con el apoyo pertinente y rituales en familia se puede lograr, no está de más recordarlos, acentuarlos y priorizarlos:

Estos son los derechos: I. A la vida, a la supervivencia y al desarrollo; II. De prioridad; III. A la identidad; IV. A vivir en familia; V. A la igualdad sustantiva; VI. A no ser discriminado; VII. A vivir en condiciones de bienestar y a un sano desarrollo integral; VIII. A una vida libre de violencia y a la integridad personal; IX. A la protección de la salud y la seguridad social; X. A la inclusión de niñas, niños y adolescentes con discapacidad; XI. A la educación; XII. Al descanso y al esparcimiento; XIII. A la libertad de convicciones éticas; pensamiento, conciencia, religión y cultura; XIV. A la libertad de expresión y de acceso a la información; XV. De participación; XVI. De asociación y reunión; XVII. A la intimidad; XVIII. A la seguridad jurídica y al debido proceso; XIX. De niñas, niños y adolescentes migrantes, y XX. De acceso a las Tecnologías de la información y comunicación.

Al analizar cada uno de los derechos, se observa que todos representan oportunidades, sueños, esperanzas y bienestar que se puede alcanzar. Solo requiere de rituales, en tiempo y forma, que construyan cohesión familiar y comunitaria, asumiendo riesgos calculados, reflexionados y cercando: “se me hizo fácil”, estigmatizaciones y evaluaciones fundadas con información en proceso.


hazael.ruiz@hotmail.com