“Cuando el poder del amor sobrepase
al amor al poder, el mundo conocerá la paz”.
Jimi Hendrix
Por: José Alfonso Suárez del Real y Aguilera
Del 18 al 20 de mayo, Turín será sede de la 143ava Reunión Ministerial del Consejo de Europa que convoca a los 46 Titulares de Relaciones Exteriores de igual número de los Estados miembros de la organización, así como la participación de los representantes de los 4 Estados Observadores que conformamos ese grupo al interior del organismo.
Esta será la primera vez en la que los ministros encargados de los asuntos exteriores se reúnan tras la expulsión de Rusia del colegiado, la cual fue consecuencia directa de su agresión en contra de Ucrania, estado miembro de la organización.
Durante la semana previa se llevaron a cabo diversas plenarias y reuniones informales a fin de consensar desde la agenda de la importante reunión los diversos informes y propuestas del Consejo de Ministros; este está conformado por los embajadores acreditados ante el Consejo de Europa, sea como miembros de pleno derecho o como es el caso de Estados Unidos, Japón, Santa Sede y nuestro país, como observadores con derecho a voz.
La intensa semana vivida reafirmó mi convicción en el valor del diálogo y la negociación como máxima expresión de la construcción de consensos, lo que en este organismo es un eje rector de toda acción, ya que solo cuando existe alguna diferencia se procede, como excepción, a someter a voto por mayoría simple los acuerdos cuestionados.
El uso del término exacto que implique el mismo sentido en inglés y en francés es uno de los grandes retos a alcanzar en cada uno de los documentos que genere esta reunión, en ello estriba el valor de la palabra como instrumento de integración de la multidiversidad sociopolítica, religiosa y cultural representada en el Consejo de Europa, y que en un momento tan delicado como el que se vive actualmente con la ruptura con Rusia, extremó los cuidados semánticos bajo el principio irreductible planteado por la Secretaria General, Marija Pejchinovich Burich: “la unidad de los 46 estados miembros es la única garantía de lograr la paz”.
La relevancia de ese objetivo común fincó los procesos y alcances para lograr que esa unidad se fortaleciera, merced a muy respetuosos debates y profundas reflexiones en temas trascendentales, sujetos al vertiginoso devenir de los hechos registrados durante la semana, los cuales pasaron por la enorme tensión provocada por el hermetismo ruso sobre la Celebración de la Victoria el 9 de mayo, la que motivó diversas hipótesis sobre las posibilidades de incrementos en la escalada bélica.
El crecimiento de la inflación a nivel mundial es también un asunto de enorme preocupación, a esta se suma la alarmante desertificación del planeta que implicará una macro carestía alimentaria -Francia ya inició un programa de apoyo alimentario a favor de 5 millones de franceses cuyo poder adquisitivo les está llevando a la subalimentación-. Y el informe puntual sobre el estado de la población ucraniana en los escenarios de beligerancia que ensombreció los trabajos, ya que los testimonios fueron recabados in situ por la Secretaria General del Consejo de Europa, por la Comisaria General de los Derechos Humanos y por la Presidenta de la Unión Europea, sus informes serán planteados ante los Ministros en Turín y servirán de sustento a la declaración que se pretende sea adoptada por unanimidad al término de este 143 encuentro.
Con la esperanza de que la voz de Jimi Hendrix anime el inicio y desarrollo de esta importante reunión, esperaremos que su desenlace esta vez sí demuestre que la unidad europea es fruto del amor a la paz y no al poder.