/ lunes 10 de julio de 2023

Tecnología al servicio del crimen

De manera deplorable y preocupante, nos hemos enterado, en los días pasados, de las capacidades agresivas y, por tanto, negativas, que las organizaciones delictivas han comenzado a desarrollar y usar. Me refiero no sólo a los drones equipados con explosivos, sino también a la fabricación hechiza de minas antipersona, autos bomba activados a distancia, ensamblaje de armas de asalto, además de los conocidos blindajes, todos estos artefactos, utilizados para agredir sin límite alguno, a los integrantes de las Fuerzas Armadas y la Guardia Nacional, en primera instancia. Sin dejar de lado, por supuesto, policías, estatales, municipales, y demás representantes de instituciones de Seguridad y Justicia.

Se podrá argumentar, que en el internet, se encuentran las instrucciones para la fabricación de los peligrosos implementos, pero también es incuestionable, que debe contarse con un mercado dinámico y bien surtido, para abastecer las necesidades de los delincuentes para contar con explosivos, detonadores, contenedores, cables, entre otros insumos, además de los indispensables componentes químicos. Así, que no basta con tener a los “instructores” sino contar también con los materiales “didácticos” apropiados para el ensamblaje y utilización.

Estamos así, ante un doble escenario de desafío a la sociedad y a las instituciones sumamente peligroso: primero, el inagotable mercado ilegal de armas, proyectiles y en general, insumos tácticos para poder enfrentar a las bandas enemigas y a los representantes del Estado mexicano. El segundo, la disposición ahora de nuevas capacidades tecnológicas y destructivas (asesinas) para ser consideradas parte inherente y “común” de la actividad delictiva. Como es fácil de comprender, asistimos al incremento negativo de las condiciones para ampliar y consolidar los intereses corrosivos de las estructuras delictivas.

El desafío observado en las últimas semanas, alcanza proporciones propias de antagonismos que se puede constituir en una variable, que en los hechos, ponga en entredicho la viabilidad, estabilidad e integridad del Estado, tal y como lo señala la Ley de Seguridad Nacional. Pues en proporción de los recursos destructivos a disposición, será a su vez, el margen accesible para confrontar y toda la línea, los intereses de las instituciones. De allí, la auténtica gravedad y profundidad de los actos delictivos aquí referidos; no hay espacio para las interpretaciones o suposiciones, menos aún, para las especulaciones. Allí está por ejemplo, la detección de explosivos a control remoto en Teocaltiche, Jalisco, el jueves 6, en al menos cuatro vehículos.

Los indicadores, apuntan a un probable incremento de las acciones violentas, que por su naturaleza, se convierten en objeto de señalamiento mediático e incluso, de difusión internacional. A ese complejo contexto, se deben agregar las ilimitadas posibilidades de difusión que permiten las redes digitales de comunicación. Así y en consecuencia, justo al inicio de un intenso proceso electoral en todo el país, establecer las formas/procedimientos de contención a las nuevas capacidades tecnológicas de la criminalidad, implica poner un freno al desafío que esto implica para el Estado mexicano.


javierolivaposada@gmail.com

@JOPso


De manera deplorable y preocupante, nos hemos enterado, en los días pasados, de las capacidades agresivas y, por tanto, negativas, que las organizaciones delictivas han comenzado a desarrollar y usar. Me refiero no sólo a los drones equipados con explosivos, sino también a la fabricación hechiza de minas antipersona, autos bomba activados a distancia, ensamblaje de armas de asalto, además de los conocidos blindajes, todos estos artefactos, utilizados para agredir sin límite alguno, a los integrantes de las Fuerzas Armadas y la Guardia Nacional, en primera instancia. Sin dejar de lado, por supuesto, policías, estatales, municipales, y demás representantes de instituciones de Seguridad y Justicia.

Se podrá argumentar, que en el internet, se encuentran las instrucciones para la fabricación de los peligrosos implementos, pero también es incuestionable, que debe contarse con un mercado dinámico y bien surtido, para abastecer las necesidades de los delincuentes para contar con explosivos, detonadores, contenedores, cables, entre otros insumos, además de los indispensables componentes químicos. Así, que no basta con tener a los “instructores” sino contar también con los materiales “didácticos” apropiados para el ensamblaje y utilización.

Estamos así, ante un doble escenario de desafío a la sociedad y a las instituciones sumamente peligroso: primero, el inagotable mercado ilegal de armas, proyectiles y en general, insumos tácticos para poder enfrentar a las bandas enemigas y a los representantes del Estado mexicano. El segundo, la disposición ahora de nuevas capacidades tecnológicas y destructivas (asesinas) para ser consideradas parte inherente y “común” de la actividad delictiva. Como es fácil de comprender, asistimos al incremento negativo de las condiciones para ampliar y consolidar los intereses corrosivos de las estructuras delictivas.

El desafío observado en las últimas semanas, alcanza proporciones propias de antagonismos que se puede constituir en una variable, que en los hechos, ponga en entredicho la viabilidad, estabilidad e integridad del Estado, tal y como lo señala la Ley de Seguridad Nacional. Pues en proporción de los recursos destructivos a disposición, será a su vez, el margen accesible para confrontar y toda la línea, los intereses de las instituciones. De allí, la auténtica gravedad y profundidad de los actos delictivos aquí referidos; no hay espacio para las interpretaciones o suposiciones, menos aún, para las especulaciones. Allí está por ejemplo, la detección de explosivos a control remoto en Teocaltiche, Jalisco, el jueves 6, en al menos cuatro vehículos.

Los indicadores, apuntan a un probable incremento de las acciones violentas, que por su naturaleza, se convierten en objeto de señalamiento mediático e incluso, de difusión internacional. A ese complejo contexto, se deben agregar las ilimitadas posibilidades de difusión que permiten las redes digitales de comunicación. Así y en consecuencia, justo al inicio de un intenso proceso electoral en todo el país, establecer las formas/procedimientos de contención a las nuevas capacidades tecnológicas de la criminalidad, implica poner un freno al desafío que esto implica para el Estado mexicano.


javierolivaposada@gmail.com

@JOPso