/ lunes 1 de abril de 2024

Poder Nacional / La velocidad de los cambios: ¿nuevas interpretaciones?

Las Ciencias Sociales, al igual que las Ciencias Experimentales, observan a lo largo de su historia y desarrollo, sistemáticos ajustes, adecuaciones, por supuesto contradicciones pero sobre todo una sustancial coincidencia: la necesidad de adecuar las innovaciones en cada una de sus disciplinas y campos de estudio, en función de las dinámicas de la sociedad en su multiplicidad de actividades y expresiones. No es una novedad, afirmar que hoy vivimos un capítulo más de esa permanente dinámica.

La Inteligencia Artificial y su amplísimo panorama de aplicaciones; la circulación de miles de millones de datos personales, que son debidamente almacenados para ser utilizados con diversos fines; la capacidad de difusión de las redes digitales de comunicación en la transmisión de imagen, voz y datos; así como una larga serie de efectos cotidianos que tienen su origen y punto de partida en la tecnología y manejo de la información. Serie de televisión, videojuegos, las realidades virtuales y ampliadas, son tan sólo algunos de los principales rasgos de nuestra era, cuyos efectos o consecuencias en los sistemas tradicionales sociales, estructuras de poder político y de gobierno, de forma intuitiva hemos comenzado a percibir.

Este preámbulo me es de utilidad, para aludir a los incesantes cambios observables en las relaciones sociales respecto de las estructuras administrativas del Estado y la imparable influencia de los sectores privados ligados a la información (de toda índole), para establecer un nuevo equilibrio en las tensiones del poder y el control. La creciente rivalidad, por ejemplo, entre las gigantescas empresas ligadas a la tecnología del internet y la exploración del espacio (fabricación y ubicación de satélites en el espacio sideral), es una de las principales muestra del ostensible declive de las capacidades de los Estados para hacer valer los principios fundacionales y que les dan sentido: hacer valer la ley, fortalecer la soberanía y representar a la población.

En esta tercera década del siglo XXI, podemos encontrar claras rutas en donde se trazan las formas en que se organizarán sociedades, Estados y multiempresas (por la diversidad y monto de sus inversiones) por cuanto hace a conceptos básicos como son la Seguridad Nacional e incluso, la Seguridad Pública. Lo que la reconocida autora Shoshana Zuboff, denomina en su obra La era del capitalismo de la vigilancia (2019, Paidós) dejo de ser desde hace mucho, motivo de películas o novelas de ciencia ficción, para ser una incontrovertible realidad: el seguimiento sistematizado de cada una de nuestras actividades, compras, gustos y en fin, toda nuestra vida privada, ha dejado de serlo para convertirse en un afluente permanente de información útil para predecir nuestras reacciones.

Bien nos podemos preguntar, qué escenario tiene la democracia como evidencia para expresar nuestro gusto o rechazo a determinada personalidad y la ideología 2 que profesa; la predicción sobre nuestras preferencias electorales es cada vez certera, mucho más que las erráticas y cuestionables encuestas a las que ahora estamos acostumbrados, en México y otras democracias. De allí, que más que el ingenio o la habilidad, se requiere contar con las capacidades analíticas de esta intensa realidad, que como en cada etapa de la humanidad, no se había enfrentado, por lo que se requieren procesos interpretativos acordes e incluso, visionarios, a propósito de lo que puede venir, para bien o para mal.

javierolivaposadagmail.com

@JOPso

Las Ciencias Sociales, al igual que las Ciencias Experimentales, observan a lo largo de su historia y desarrollo, sistemáticos ajustes, adecuaciones, por supuesto contradicciones pero sobre todo una sustancial coincidencia: la necesidad de adecuar las innovaciones en cada una de sus disciplinas y campos de estudio, en función de las dinámicas de la sociedad en su multiplicidad de actividades y expresiones. No es una novedad, afirmar que hoy vivimos un capítulo más de esa permanente dinámica.

La Inteligencia Artificial y su amplísimo panorama de aplicaciones; la circulación de miles de millones de datos personales, que son debidamente almacenados para ser utilizados con diversos fines; la capacidad de difusión de las redes digitales de comunicación en la transmisión de imagen, voz y datos; así como una larga serie de efectos cotidianos que tienen su origen y punto de partida en la tecnología y manejo de la información. Serie de televisión, videojuegos, las realidades virtuales y ampliadas, son tan sólo algunos de los principales rasgos de nuestra era, cuyos efectos o consecuencias en los sistemas tradicionales sociales, estructuras de poder político y de gobierno, de forma intuitiva hemos comenzado a percibir.

Este preámbulo me es de utilidad, para aludir a los incesantes cambios observables en las relaciones sociales respecto de las estructuras administrativas del Estado y la imparable influencia de los sectores privados ligados a la información (de toda índole), para establecer un nuevo equilibrio en las tensiones del poder y el control. La creciente rivalidad, por ejemplo, entre las gigantescas empresas ligadas a la tecnología del internet y la exploración del espacio (fabricación y ubicación de satélites en el espacio sideral), es una de las principales muestra del ostensible declive de las capacidades de los Estados para hacer valer los principios fundacionales y que les dan sentido: hacer valer la ley, fortalecer la soberanía y representar a la población.

En esta tercera década del siglo XXI, podemos encontrar claras rutas en donde se trazan las formas en que se organizarán sociedades, Estados y multiempresas (por la diversidad y monto de sus inversiones) por cuanto hace a conceptos básicos como son la Seguridad Nacional e incluso, la Seguridad Pública. Lo que la reconocida autora Shoshana Zuboff, denomina en su obra La era del capitalismo de la vigilancia (2019, Paidós) dejo de ser desde hace mucho, motivo de películas o novelas de ciencia ficción, para ser una incontrovertible realidad: el seguimiento sistematizado de cada una de nuestras actividades, compras, gustos y en fin, toda nuestra vida privada, ha dejado de serlo para convertirse en un afluente permanente de información útil para predecir nuestras reacciones.

Bien nos podemos preguntar, qué escenario tiene la democracia como evidencia para expresar nuestro gusto o rechazo a determinada personalidad y la ideología 2 que profesa; la predicción sobre nuestras preferencias electorales es cada vez certera, mucho más que las erráticas y cuestionables encuestas a las que ahora estamos acostumbrados, en México y otras democracias. De allí, que más que el ingenio o la habilidad, se requiere contar con las capacidades analíticas de esta intensa realidad, que como en cada etapa de la humanidad, no se había enfrentado, por lo que se requieren procesos interpretativos acordes e incluso, visionarios, a propósito de lo que puede venir, para bien o para mal.

javierolivaposadagmail.com

@JOPso