/ jueves 4 de noviembre de 2021

Un conservador en palacio

¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.

Albert Einstein


Si alguien pensaba que el presidente López Obrador había agotado sus dislates y atropellos a la sensatez, se ha equivocado. Ahora, el tabasqueño exhibe (de nueva cuenta) su empecinado afán de sobajar y denostar los derechos conquistados frente al abuso del poder. Por otro lado, tenemos que reconocer su prístina sinceridad para decir lo que le viene a la mente, con ese desparpajo que sólo poseen quienes van por el mundo prisioneros de dogmas y de fundamentalismos.

Sí, no exageramos en nuestra descripción de quién vive atado al pasado, ese pretérito que no volverá y que el tabasqueño exhibe diariamente. Recientemente enarboló su machismo, su desprecio por el medio ambiente y, en general, su evidente distancia de los derechos de tercera y cuarta generación. Se quedó en el sufragismo básico y en el polivalente Estado benefactor pigmentado de nacionalismo revolucionario. Sus únicos referentes son héroes autóctonos bajo una visión maniquea. No ve otros territorios ideológicos ni los impulsos de diversas corrientes ideológicas en América Latina, mucho menos al mundo en sus ricos, polémicos, profundos y rupturistas cambios.

Su reiterada crítica al neoliberalismo es anémica e inconsecuente. Ignora o quizá oculta que la política económica de su gobierno sigue a pie juntillas los lineamientos de ésta fase del Capitalismo financiero. Adopta poses verbales radicales contra la riqueza y algunos estereotipos de las audiencias clasistas, pero no son más que desplantes para los reflectores. En la práctica no toca ni con el pétalo de una reforma fiscal a las minorías privilegiadas, ni antes de la pandemia, durante, ni ahora.

Decir que el neoliberalismo favoreció e impulsó el feminismo, los derechos humanos y el ecologismo, es despreciar las luchas de los movimientos y destacamentos irreverentes, por lo menos, en los últimos 40 años; y, además, es un monumento a la ignorancia plantear que los procesos defensivos de las capas oprimidas contra la violencia capitalista fueron “creados” por la clase dominante

En realidad, no debería sorprendernos esta postura reaccionaria del inquilino de Palacio, su conservadurismo es histórico. Así fue como jefe de gobierno de la CDMX. Lo ha ratificado en los temas del aborto, en los matrimonios del mismo sexo, en las rebeliones feministas, sugiriendo el despropósito de que esos derechos se aprueben mediante consultas populares.

Lo que llama la atención es la “amnistía” que le dan los miembros del gobierno y del partido oficial a sus dichos. ¿Abyección?, ¿ignorancia?, ¿amor al dinero?, ¿al poder? Pobres. ¿Por qué no sostuvo estos planteamientos conservadores como candidato? Simple oportunismo.


pedropenaloza@yahoo.com/Twitter:@pedro_penaloz

¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.

Albert Einstein


Si alguien pensaba que el presidente López Obrador había agotado sus dislates y atropellos a la sensatez, se ha equivocado. Ahora, el tabasqueño exhibe (de nueva cuenta) su empecinado afán de sobajar y denostar los derechos conquistados frente al abuso del poder. Por otro lado, tenemos que reconocer su prístina sinceridad para decir lo que le viene a la mente, con ese desparpajo que sólo poseen quienes van por el mundo prisioneros de dogmas y de fundamentalismos.

Sí, no exageramos en nuestra descripción de quién vive atado al pasado, ese pretérito que no volverá y que el tabasqueño exhibe diariamente. Recientemente enarboló su machismo, su desprecio por el medio ambiente y, en general, su evidente distancia de los derechos de tercera y cuarta generación. Se quedó en el sufragismo básico y en el polivalente Estado benefactor pigmentado de nacionalismo revolucionario. Sus únicos referentes son héroes autóctonos bajo una visión maniquea. No ve otros territorios ideológicos ni los impulsos de diversas corrientes ideológicas en América Latina, mucho menos al mundo en sus ricos, polémicos, profundos y rupturistas cambios.

Su reiterada crítica al neoliberalismo es anémica e inconsecuente. Ignora o quizá oculta que la política económica de su gobierno sigue a pie juntillas los lineamientos de ésta fase del Capitalismo financiero. Adopta poses verbales radicales contra la riqueza y algunos estereotipos de las audiencias clasistas, pero no son más que desplantes para los reflectores. En la práctica no toca ni con el pétalo de una reforma fiscal a las minorías privilegiadas, ni antes de la pandemia, durante, ni ahora.

Decir que el neoliberalismo favoreció e impulsó el feminismo, los derechos humanos y el ecologismo, es despreciar las luchas de los movimientos y destacamentos irreverentes, por lo menos, en los últimos 40 años; y, además, es un monumento a la ignorancia plantear que los procesos defensivos de las capas oprimidas contra la violencia capitalista fueron “creados” por la clase dominante

En realidad, no debería sorprendernos esta postura reaccionaria del inquilino de Palacio, su conservadurismo es histórico. Así fue como jefe de gobierno de la CDMX. Lo ha ratificado en los temas del aborto, en los matrimonios del mismo sexo, en las rebeliones feministas, sugiriendo el despropósito de que esos derechos se aprueben mediante consultas populares.

Lo que llama la atención es la “amnistía” que le dan los miembros del gobierno y del partido oficial a sus dichos. ¿Abyección?, ¿ignorancia?, ¿amor al dinero?, ¿al poder? Pobres. ¿Por qué no sostuvo estos planteamientos conservadores como candidato? Simple oportunismo.


pedropenaloza@yahoo.com/Twitter:@pedro_penaloz

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