/ martes 13 de junio de 2023

Una buena época para (no) comentar

Con la entrada de una intensa onda de calor en el país y la inevitable necesidad de usar ropa más ligera, he observado el hábito de hacer comentarios sobre la apariencia física de otras personas. No me refiero únicamente a comentarios negativos, sino simplemente a sentir la libertad de hacer un comentario a otra persona sobre su cuerpo. Con los años recientes ha venido una ola del movimiento “body positivity” que ha llevado a ciertas industrias, marcas y, en ciertos aspectos, a la cultura a aceptar diferentes tallas y tipos de cuerpo sin la constante insistencia que todos deben ser delgados para ser aceptados. La constante presión de la cultura de las dietas y de ser delgado históricamente ha afectado en mayor proporción a las mujeres -incluso desde edades tempranas antes de los 12 años- pero también afecta a los hombres.

Estamos tan acostumbrados a hacer y recibir este tipo de comentarios que incluso existen reacciones esperadas (y a veces automáticas) a distintos tipos de observaciones. Es normal agradecer cuando recibimos un comentario sobre que nos vemos delgados y a la vez podemos ofendernos cuando alguien nos dice que nos vemos gordos. Sin embargo, “delgado” no es un cumplido al igual que “gordo” no tiene por qué ser un insulto. Al mismo tiempo el tener un cuerpo “delgado” no es un indicador de buena salud al mismo tiempo que un cuerpo que puede ser considerado “gordo” tampoco es una señal de que alguien no está sano.

El verdadero problema reside en que, incluso cuando podemos estar haciendo observaciones que, desde nuestro punto de vista no tienen intención de ser ofensivas, podemos estar creando un espiral negativo en la cabeza de alguien. La Dra. Elizabeth Wassenaar, directora médica regional del Centro de Recuperación de la Alimentación en Estados Unidos comenta que para alguien con antecedentes de problemas de imagen corporal o trastornos de la alimentación, los cumplidos sobre el cuerpo pueden ser una experiencia que desencadena pensamientos de ansiedad y que refuerza la alimentación desordenada y las imágenes corporales distorsionada.

Según el Departamento Nacional de Salud Mental de Estados Unidos, los trastornos de la alimentación, también llamados trastornos de la conducta alimentaria, son enfermedades médicas graves con una influencia biológica que se caracterizan por alteraciones graves de las conductas alimentarias. Es decir, un trastorno de la alimentación va mucho más allá que la noción básica de dejar de comer, sino que es mucho más complejo que eso. Se refiere a una lista de diferentes trastornos que tienen como característica una relación difícil con la comida y/o el ejercicio al igual que una relación difícil (que puede llegar a ser distorsionada) con la imagen corporal personal.

Un comentario que se hace sin pensar sobre el cuerpo de alguien (incluso muchas veces por profesionales de la salud o nutriólogos) puede quedarse en la cabeza de una persona por meses o incluso años, y llevarle a tomar medidas que atentan contra su salud física y mental. Puede ser el producto de traumas severos. Tenemos que dejar de pensar que el cuerpo de las personas -especialmente las mujeres debido a la presión histórica de ser delgadas y valer únicamente por su apariencia- es un lugar libre para expresar opiniones, especialmente cuando sabemos que nuestra propia visión es un producto de la influencia de la cultura en la que crecimos. Dejemos que esta temporada nos permita perder este mal hábito y saber que existen -literalmente- millones de temas más importantes por los que podemos preocuparnos.


Con la entrada de una intensa onda de calor en el país y la inevitable necesidad de usar ropa más ligera, he observado el hábito de hacer comentarios sobre la apariencia física de otras personas. No me refiero únicamente a comentarios negativos, sino simplemente a sentir la libertad de hacer un comentario a otra persona sobre su cuerpo. Con los años recientes ha venido una ola del movimiento “body positivity” que ha llevado a ciertas industrias, marcas y, en ciertos aspectos, a la cultura a aceptar diferentes tallas y tipos de cuerpo sin la constante insistencia que todos deben ser delgados para ser aceptados. La constante presión de la cultura de las dietas y de ser delgado históricamente ha afectado en mayor proporción a las mujeres -incluso desde edades tempranas antes de los 12 años- pero también afecta a los hombres.

Estamos tan acostumbrados a hacer y recibir este tipo de comentarios que incluso existen reacciones esperadas (y a veces automáticas) a distintos tipos de observaciones. Es normal agradecer cuando recibimos un comentario sobre que nos vemos delgados y a la vez podemos ofendernos cuando alguien nos dice que nos vemos gordos. Sin embargo, “delgado” no es un cumplido al igual que “gordo” no tiene por qué ser un insulto. Al mismo tiempo el tener un cuerpo “delgado” no es un indicador de buena salud al mismo tiempo que un cuerpo que puede ser considerado “gordo” tampoco es una señal de que alguien no está sano.

El verdadero problema reside en que, incluso cuando podemos estar haciendo observaciones que, desde nuestro punto de vista no tienen intención de ser ofensivas, podemos estar creando un espiral negativo en la cabeza de alguien. La Dra. Elizabeth Wassenaar, directora médica regional del Centro de Recuperación de la Alimentación en Estados Unidos comenta que para alguien con antecedentes de problemas de imagen corporal o trastornos de la alimentación, los cumplidos sobre el cuerpo pueden ser una experiencia que desencadena pensamientos de ansiedad y que refuerza la alimentación desordenada y las imágenes corporales distorsionada.

Según el Departamento Nacional de Salud Mental de Estados Unidos, los trastornos de la alimentación, también llamados trastornos de la conducta alimentaria, son enfermedades médicas graves con una influencia biológica que se caracterizan por alteraciones graves de las conductas alimentarias. Es decir, un trastorno de la alimentación va mucho más allá que la noción básica de dejar de comer, sino que es mucho más complejo que eso. Se refiere a una lista de diferentes trastornos que tienen como característica una relación difícil con la comida y/o el ejercicio al igual que una relación difícil (que puede llegar a ser distorsionada) con la imagen corporal personal.

Un comentario que se hace sin pensar sobre el cuerpo de alguien (incluso muchas veces por profesionales de la salud o nutriólogos) puede quedarse en la cabeza de una persona por meses o incluso años, y llevarle a tomar medidas que atentan contra su salud física y mental. Puede ser el producto de traumas severos. Tenemos que dejar de pensar que el cuerpo de las personas -especialmente las mujeres debido a la presión histórica de ser delgadas y valer únicamente por su apariencia- es un lugar libre para expresar opiniones, especialmente cuando sabemos que nuestra propia visión es un producto de la influencia de la cultura en la que crecimos. Dejemos que esta temporada nos permita perder este mal hábito y saber que existen -literalmente- millones de temas más importantes por los que podemos preocuparnos.