Conocido como mumia, este medicamento está caracterizado por ser uno de los más extraños y hasta tétricos utilizado en Europa durante la Edad Media, pues su ingrediente principal eran las momias.
Y aunque parezca que este remedio fue lo suficientemente raro para tener éxito, la realidad es que su uso se extendió por lo menos cinco siglos ante la fuerte demanda y la versatilidad que ofrecía.
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El producto se vendía para tratar padecimientos leves como indigestión o dolor de cabeza, pero llegó incluso a ser una alternativa para curar la peste bubónica. Aunque parezca obvio, no sobra decir que nunca dio resultados positivos.
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¿Por qué surgió mumia?
El hecho de que mumia no lograra su objetivo se debe a que su fabricación, en primer lugar, es errónea, pues la receta original en realidad no incluye restos de momia como se creyó durante años.
La equivocación viene de una falla en la traducción de textos provenientes del Islam y en particular Persia, donde la medicina estaba mucho más avanzada y de donde proviene la receta original.
De acuerdo con un artículo de National Geographic, los médicos de esa región usaban un remedio llamado mumiya, algo parecido a una pomada para cicatrizar heridas y tratar fracturas de hueso.
Su parecido con la palabra en latín mumia, que significa momia, pudo causar una confusión a la hora de traducir textos árabes y la receta modificada llegó a los médicos europeos que agregaron restos de momia a la mezcla.
El producto que se vendía en lo que ahora son farmacias podían contener resinas extraídas de las momias mezcladas con especias, mientras que otro podría contener restos de momias pulverizadas.
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Finalmente y con el paso del tiempo se demostró que mumia no era beneficioso, es más, podría llegar a ser perjudicial para la salud, por lo que en el siglo XVIII bajó mucho la demanda hasta ser inexistente.