En el corazón de la Ciudad de México se erige una de las avenidas más emblemáticas del país, el Paseo de la Reforma. Este bulevar considerado una joya de estilo europeo, no solo es una vía de tránsito, sino también un símbolo de poder, historia y conflicto en México.
A lo largo de sus calles se entrelazan la grandeza histórica y las luchas contemporáneas, dice el reportaje “El movimiento clandestino anti-monumentos trae una historia a la Ciudad de México” de The Washington Post.
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Hoy, el periódico estadounidense publicó en primera plana de su impreso un reportaje que está disponible en su página web desde el 27 de febrero, donde se aborda el conflicto simbólico en Reforma: mientras que esta avenida está adornada con estatuas y monumentos que conmemoran momentos y figuras clave en la historia de México, también se ha convertido en el lienzo para lo que se ha llamado "anti-monumentos".
Dichos anti-monumentos son obras realizadas, en su mayoría, por colectivos sociales como un recordatorio de la violencia, opresión e injusticia que han marcado la historia reciente del país.
Uno de los casos más notables en esta avenida es el anti-monumento referente a los 43 estudiantes desaparecidos de la escuela normal de Ayotzinapa en 2014.
Este evento sacudió a México y provocó protestas masivas en todo el país. Esta obra es una forma de exigir justicia y mantener viva la memoria de las víctimas, explica el reportaje.
De acuerdo con la información, un pequeño grupo de activistas formaron una red clandestina que incluía arquitectos, soldadores, ingenieros y trabajadores de la construcción. En un almacén lejano a las afueras de la Ciudad de México, fabricaron la escultura de 847 kilogramos: un gigantesco 43, que colocarían en medio de Reforma y se conservaría hasta la actualidad.
Como este, existe una estatua afuera del Instituto Mexicano del Seguro Social que recuerda el incendio en 2009 en la estancia infantil ABC, matando a 49 niños. Otro, frente a la Bolsa de Valores, conmemora a 65 trabajadores sepultados por una explosión en 2006 en una mina de carbón propiedad de Grupo México.
El conflicto en Paseo de la Reforma no se limita a la disputa sobre los monumentos. También refleja tensiones más profundas en la sociedad mexicana, incluidas las luchas por la justicia, la igualdad de género y la memoria histórica.
Feministas, familias en duelo y activistas han unido fuerzas para reclamar espacios públicos y desafiar la narrativa oficial del gobierno, como es el caso de la Glorieta de las Mujeres que Luchan y la Glorieta de las y los Desaparecidos.
El primer caso es uno de los más emblemáticos. Antes conocida como Glorieta de Colón, feministas y madres de desaparecidos aprovecharon el retiro de la estatua del conquistador español para unirse a organizadores veteranos de anti-monumentos en la toma de la glorieta.
Sobre el pedestal vacío, colocaron la silueta de una niña con el puño en alto, pintaron el sitio con nombres de mujeres que habían luchado por la justicia y lo bautizaron como la Glorieta de las Mujeres que Luchan.
“La toma fue un desafío abierto al presidente Andrés Manuel López Obrador, quien construyó su carrera confrontando al estado autoritario y de un solo partido que dominaba México, y quien asumió el cargo en 2018 prometiendo mejorar la vida de los pobres y llevar justicia en los casos de desaparición”, explica el reportaje de The Washington Post.
El texto también roza a Claudia Sheinbaum, exjefa de Gobierno de la CDMX y ahora candidata a la Presidencia de la República, a quien se acusa de intervenir en este anti-monumento al permitir que trabajadores de la ciudad pintaran sobre las pintas realizadas por activistas. La ciudad anunció que reemplazaría a Colón con una estatua que representara a mujeres indígenas, pero activistas calificaron a esto como una distracción de su protesta.
En mayo de 2022, activistas tomaron otra rotonda en Reforma, conocida como la Glorieta de la Palma —ahora Ahuehuete—. Tras retacar los muros de contención que lo cubrían con fotos de personas desaparecidas, la renombraron como la Glorieta de las y los Desaparecidos.
A la fecha, el gobierno no ha aceptado ceder la Glorieta de las y los Desaparecidos, aunque el verano pasado la ciudad renunció a su lucha por poner una nueva estatua en la rotonda donde una vez estuvo Colón, permitiendo la continuidad de las Mujeres que Luchan.