/ jueves 20 de julio de 2017

Horizonte económico | Financiamiento del desarrollo sostenible

La desregulación financiera emprendida en la última década de siglo pasado impulsó la globalización y la integración de los mercados, lo que propició un amplio ciclo de expansión económica, pero también desequilibrios que condujeron a un drástico ajuste.

La excesiva liquidez generada, que aún no se ha podido controlar, ante la imposibilidad de que se pueda asimilar y canalizar para financiar el desarrollo, está generando olas especulativas y una gran volatilidad. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) se está presentando la oportunidad de un exceso de ahorro que debe ser aprovechado para impulsar el desarrollo de la región. Sin embargo, no existen proyectos de desarrollo rentables para atraer inversiones, por lo que se requieren reformas estructurales que brinden opciones atractivas para el futuro que depara la revolución tecnológica de este siglo.

Dentro de los requerimientos que plantea la economía digital se encuentra la automatización y la inteligencia artificial pero también, con la mayor importancia, es necesario dar vialidad a los proyectos que permitan alcanzar un desarrollo sostenible. Al respecto, la ONU a través del programa para el medio ambiente, conjuntamente con el grupo de G-20 dedicado a analizar el financiamiento verde (GFSG), en el informe presentado en la última reunión de jefes de Estado que se celebró en Alemania, señalan que el año pasado se incrementó hasta en 81 mil millones de dólares las inversiones inteligentes para el financiamiento verde. Sin embargo, los países de economía emergente acusaron una falta de 2.5 mil millones de dólares.

Para lograr movilizar los miles de millones de dólares que permitan hacer realidad el desarrollo sostenible y emprender acciones para enfrentar el cambio climático, el GFSG recomienda siete medidas que, en el marco de cooperación mundial y de un amplio compromiso nacional, se deben llevar a cabo. Entre éstas destaca la necesidad de que todos los países cuenten con una política estratégica, así como promover una red financiera responsable para apoyar inversiones verdes, en línea con las metas de desarrollo sostenible del siglo XXI.

Entre los esfuerzos para el financiamiento del desarrollo sostenible, de acuerdo con la ONU, destacan once bancos mundiales que buscan crear una red bancaria verde, conformada por Citibank, Santander, Barclays, Itaú, Royal Bank of Canada, National Asutalia Bank, Standard Chartered, TD Bank Group, Brandesco y UBS. El propósito de esta red bancaria consiste en propiciar que exista transparencia sobre los aspectos climáticos en todos los créditos que otorgue y en las inversiones que apoyen y promuevan. Un elemento clave al que se enfrentan es que exista conocimiento, capacidad e indicadores para evaluar el riesgo ambiental de los distintos proyectos.

En ese sentido, entre los países analizados sobre las acciones que han emprendido para apoyar el financiamiento verde, México es señalado como un país con atraso en la generación de conocimiento y capacidades para evaluar y definir indicadores para determinar los riesgos climáticos de los proyectos financiados. Una acción concertada con las instituciones de enseñanza superior es imprescindible para superar esta carencia, así como incluirlos en el nuevo modelo educativo y en el material de enseñanza para la educación básica y media.

miggoib@unam.mx

La desregulación financiera emprendida en la última década de siglo pasado impulsó la globalización y la integración de los mercados, lo que propició un amplio ciclo de expansión económica, pero también desequilibrios que condujeron a un drástico ajuste.

La excesiva liquidez generada, que aún no se ha podido controlar, ante la imposibilidad de que se pueda asimilar y canalizar para financiar el desarrollo, está generando olas especulativas y una gran volatilidad. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) se está presentando la oportunidad de un exceso de ahorro que debe ser aprovechado para impulsar el desarrollo de la región. Sin embargo, no existen proyectos de desarrollo rentables para atraer inversiones, por lo que se requieren reformas estructurales que brinden opciones atractivas para el futuro que depara la revolución tecnológica de este siglo.

Dentro de los requerimientos que plantea la economía digital se encuentra la automatización y la inteligencia artificial pero también, con la mayor importancia, es necesario dar vialidad a los proyectos que permitan alcanzar un desarrollo sostenible. Al respecto, la ONU a través del programa para el medio ambiente, conjuntamente con el grupo de G-20 dedicado a analizar el financiamiento verde (GFSG), en el informe presentado en la última reunión de jefes de Estado que se celebró en Alemania, señalan que el año pasado se incrementó hasta en 81 mil millones de dólares las inversiones inteligentes para el financiamiento verde. Sin embargo, los países de economía emergente acusaron una falta de 2.5 mil millones de dólares.

Para lograr movilizar los miles de millones de dólares que permitan hacer realidad el desarrollo sostenible y emprender acciones para enfrentar el cambio climático, el GFSG recomienda siete medidas que, en el marco de cooperación mundial y de un amplio compromiso nacional, se deben llevar a cabo. Entre éstas destaca la necesidad de que todos los países cuenten con una política estratégica, así como promover una red financiera responsable para apoyar inversiones verdes, en línea con las metas de desarrollo sostenible del siglo XXI.

Entre los esfuerzos para el financiamiento del desarrollo sostenible, de acuerdo con la ONU, destacan once bancos mundiales que buscan crear una red bancaria verde, conformada por Citibank, Santander, Barclays, Itaú, Royal Bank of Canada, National Asutalia Bank, Standard Chartered, TD Bank Group, Brandesco y UBS. El propósito de esta red bancaria consiste en propiciar que exista transparencia sobre los aspectos climáticos en todos los créditos que otorgue y en las inversiones que apoyen y promuevan. Un elemento clave al que se enfrentan es que exista conocimiento, capacidad e indicadores para evaluar el riesgo ambiental de los distintos proyectos.

En ese sentido, entre los países analizados sobre las acciones que han emprendido para apoyar el financiamiento verde, México es señalado como un país con atraso en la generación de conocimiento y capacidades para evaluar y definir indicadores para determinar los riesgos climáticos de los proyectos financiados. Una acción concertada con las instituciones de enseñanza superior es imprescindible para superar esta carencia, así como incluirlos en el nuevo modelo educativo y en el material de enseñanza para la educación básica y media.

miggoib@unam.mx