/ domingo 3 de enero de 2016

Propósito de Año Nuevo | Juan Antonio García Villa

Acaba de iniciar un nuevo año. Muchas personas acostumbran por estas fechas fijarse metas a cumplir a lo largo de los siguientes doce meses. Se sugiere para el 2016 proponerse leer El Quijote. O releerlo, si fuera el caso. Es increíblemente alta la proporción de personas, aun profesionistas, que no lo ha leído. En contraste, es mayor el porcentaje de quienes dicen conocer las novedades de éxito. De éxito más bien solo comercial, verdadera basura que dos décadas después nadie recordará.

Ni remotamente es el caso de El Quijote, del que aún se habla y escribe después de más de 400 años de haberse publicado. Un libro que ha superado la más dura de todas las pruebas: la del tiempo. Se trata sin duda de una obra literaria inagotable, que por serlo jamás pasará al olvido.

Además, quienes pertenecemos al mundo hispánico tenemos una ventaja incomparable: la obra fue escrita en nuestra lengua, el castellano. Se dice que Sigmund Freud se dio a la tarea de aprender el español, para poder leer El Quijote en su texto original.

Para estimular su lectura, vale la pena señalar que Dostoievski, el gran novelista ruso, con referencia a El Quijote escribió lo siguiente:

“No hay en todo el mundo una obra literaria más profunda y magnífica. Ésta es, hasta ahora, la última y más grande expresión del pensamiento humano…y si el mundo llegara a su fin y se preguntara entonces a la gente: ¿habéis entendido vuestra vida en la Tierra, y a qué conclusión habéis llegado? El hombre podría señalar, en silencio, El Quijote”.

Por su parte, el gran escritor Marcelino Menéndez y Pelayo hace poco más de un siglo afirmó que “en opinión de muchos, constituye El Quijote una nueva categoría estética, original y distinta de cuantas fábulas ha creado el ingenio humano; una nueva casta de poesía narrativa, no vista antes ni después, tan humana, trascendental y eterna como las grandes epopeyas, y al mismo tiempo doméstica,  familiar, accesible a todos, como último y refinado juego de la sabiduría popular y de la experiencia de vida”.

Bien vale la pena entonces, como propósito y tarea del año, leer esta incomparable obra de Miguel de Cervantes. Por fortuna, en nuestro país casi no hay librería que no la tenga disponible y al alcance prácticamente de cualquier bolsillo.

Se comenta con frecuencia que cuesta mucho trabajo iniciar la lectura de El Quijote. El desánimo empieza, se dice, desde que se observa lo voluminoso del libro. Sin embargo, no hay razón alguna para temerle. Comenzada la lectura se observará que su texto es muy amigable. También puede plantearse como ejercicio de perseverancia. Según la edición que se consiga, el libro comprende en promedio unas mil páginas. Si se fija como propósito de año nuevo leerlo a través de sus doce meses, será suficiente la lectura de menos de tres páginas por día en promedio. O bien de 20 cada fin de semana, que no es mucho.

Cualquiera que sea la edad que se tenga, nunca será tarde. Sirva de acicate la siguiente expresión de Martín de Riquer, quien fue presidente de la Real Academia Española, que alguna vez escribió: “¡Qué suerte, no haber leído nunca El Quijote y poder leerlo por primera vez!”.

/arm

Acaba de iniciar un nuevo año. Muchas personas acostumbran por estas fechas fijarse metas a cumplir a lo largo de los siguientes doce meses. Se sugiere para el 2016 proponerse leer El Quijote. O releerlo, si fuera el caso. Es increíblemente alta la proporción de personas, aun profesionistas, que no lo ha leído. En contraste, es mayor el porcentaje de quienes dicen conocer las novedades de éxito. De éxito más bien solo comercial, verdadera basura que dos décadas después nadie recordará.

Ni remotamente es el caso de El Quijote, del que aún se habla y escribe después de más de 400 años de haberse publicado. Un libro que ha superado la más dura de todas las pruebas: la del tiempo. Se trata sin duda de una obra literaria inagotable, que por serlo jamás pasará al olvido.

Además, quienes pertenecemos al mundo hispánico tenemos una ventaja incomparable: la obra fue escrita en nuestra lengua, el castellano. Se dice que Sigmund Freud se dio a la tarea de aprender el español, para poder leer El Quijote en su texto original.

Para estimular su lectura, vale la pena señalar que Dostoievski, el gran novelista ruso, con referencia a El Quijote escribió lo siguiente:

“No hay en todo el mundo una obra literaria más profunda y magnífica. Ésta es, hasta ahora, la última y más grande expresión del pensamiento humano…y si el mundo llegara a su fin y se preguntara entonces a la gente: ¿habéis entendido vuestra vida en la Tierra, y a qué conclusión habéis llegado? El hombre podría señalar, en silencio, El Quijote”.

Por su parte, el gran escritor Marcelino Menéndez y Pelayo hace poco más de un siglo afirmó que “en opinión de muchos, constituye El Quijote una nueva categoría estética, original y distinta de cuantas fábulas ha creado el ingenio humano; una nueva casta de poesía narrativa, no vista antes ni después, tan humana, trascendental y eterna como las grandes epopeyas, y al mismo tiempo doméstica,  familiar, accesible a todos, como último y refinado juego de la sabiduría popular y de la experiencia de vida”.

Bien vale la pena entonces, como propósito y tarea del año, leer esta incomparable obra de Miguel de Cervantes. Por fortuna, en nuestro país casi no hay librería que no la tenga disponible y al alcance prácticamente de cualquier bolsillo.

Se comenta con frecuencia que cuesta mucho trabajo iniciar la lectura de El Quijote. El desánimo empieza, se dice, desde que se observa lo voluminoso del libro. Sin embargo, no hay razón alguna para temerle. Comenzada la lectura se observará que su texto es muy amigable. También puede plantearse como ejercicio de perseverancia. Según la edición que se consiga, el libro comprende en promedio unas mil páginas. Si se fija como propósito de año nuevo leerlo a través de sus doce meses, será suficiente la lectura de menos de tres páginas por día en promedio. O bien de 20 cada fin de semana, que no es mucho.

Cualquiera que sea la edad que se tenga, nunca será tarde. Sirva de acicate la siguiente expresión de Martín de Riquer, quien fue presidente de la Real Academia Española, que alguna vez escribió: “¡Qué suerte, no haber leído nunca El Quijote y poder leerlo por primera vez!”.

/arm