/ martes 12 de marzo de 2019

Anáhuac Global | Los chalecos amarillos, ¿un movimiento antisemita?

Por: Yann Mercadet y Jessica Espinosa Azcárraga

El pasado 16 de febrero, Alain Finkielkraut, filósofo francés miembro de la Academia Francesa, regresaba a su casa en París. Llegando a su domicilio, se encontró en medio de una manifestación de chalecos amarillos que justamente pasaba por ahí. El escritor, que inicialmente se había pronunciado públicamente a favor del inédito movimiento, se quedó unos instantes para observar el cortejo. De repente, varios chalecos amarillos, reconociéndolo, empezaron a insultarlo. Inmediatamente, un video del incidente se difundió en las redes sociales en la cual se podían oír numerosos insultos antisemitas (en referencia a la religión de Finkielkraut). El filósofo sufrió esta agresión inaceptable probablemente por sus posturas proisraelíes y por ser una persona de la élite mediática francesa.

Este incidente fue uno de varios actos antisemitas que sucedieron en serie al inicio de febrero. El 11 del mismo mes, dos árboles plantados en memoria a Ilan Halimi, un joven judío torturado y asesinado en 2006, fueron talados a dos días del aniversario de su muerte. Este mismo día, se encontraron también grafitis antisemitas en París. Unas esvásticas nazis fueron marcadas sobre el retrato pintado de Simone Veil, una importante política y abogada francesa, sobreviviente del campo de concentración de Auschwitz. También se vandalizó una tienda de bagels llamada Bagelstein, donde en sus vitrinas se podía leer la palabra juden (judío en alemán).El 19 de febrero más de 80 tumbas fueron profanadas con esvásticas en un cementerio judío en Alsacia al este de Francia. En esos mismos días, por casualidad, se publicó el censo oficial de los actos antisemitas en Francia en 2018, que mostró un alza de 74% (pasando de 311 en 2017 a 541 el año pasado).

Tras el ataque a Finkielkraut, diversos políticos y escritores, a través de redes sociales, condenaron esta acción y cuestionaron el vínculo de los chalecos amarillos con el creciente antisemitismo en Francia. El responsable de la Delegación interministerial para la lucha contra el racismo, el antisemitismo y el odio anti-LGBT, Frédéric Potier declaró que el movimiento de los chalecos amarillos contribuyó a este aumento de actos antisemitas durante las últimas semanas de 2018. Asimismo, Emmanuel Macron comentó que los diferentes eventos antisemitas deben de estar vinculados al movimiento. El controversial escritor Bernard-Henri Lévy fue hasta el punto de declarar que el antisemitismo estaba “en el corazón” de la protesta de los chalecos amarillos.

Como cualquier otro movimiento popular, los chalecos amarillos son el reflejo de la sociedad francesa y, desafortunadamente, existe todavía en este país una franja de la población antisemita. Sí, debe de haber chalecos amarillos antisemitas. ¡Pero también existen otros que opinan todo lo opuesto! Es demasiado temprano para sacar conclusiones definitivas sobre su perfil social, político y cultural. Por lo tanto, estas denuncias no tienen fundamento. Sirven para desacreditar un movimiento diverso que tiene por lo menos dos reivindicaciones muy claras: una mejor fiscalidad, más equitativa, y un cambio en el sistema democrático francés, para dejar más lugar a la palabra de los ciudadanos.

Profesor e investigador de la Facultad de Estudios Globales en la Universidad Anáhuac México

**Alumna de la misma Facultad

Por: Yann Mercadet y Jessica Espinosa Azcárraga

El pasado 16 de febrero, Alain Finkielkraut, filósofo francés miembro de la Academia Francesa, regresaba a su casa en París. Llegando a su domicilio, se encontró en medio de una manifestación de chalecos amarillos que justamente pasaba por ahí. El escritor, que inicialmente se había pronunciado públicamente a favor del inédito movimiento, se quedó unos instantes para observar el cortejo. De repente, varios chalecos amarillos, reconociéndolo, empezaron a insultarlo. Inmediatamente, un video del incidente se difundió en las redes sociales en la cual se podían oír numerosos insultos antisemitas (en referencia a la religión de Finkielkraut). El filósofo sufrió esta agresión inaceptable probablemente por sus posturas proisraelíes y por ser una persona de la élite mediática francesa.

Este incidente fue uno de varios actos antisemitas que sucedieron en serie al inicio de febrero. El 11 del mismo mes, dos árboles plantados en memoria a Ilan Halimi, un joven judío torturado y asesinado en 2006, fueron talados a dos días del aniversario de su muerte. Este mismo día, se encontraron también grafitis antisemitas en París. Unas esvásticas nazis fueron marcadas sobre el retrato pintado de Simone Veil, una importante política y abogada francesa, sobreviviente del campo de concentración de Auschwitz. También se vandalizó una tienda de bagels llamada Bagelstein, donde en sus vitrinas se podía leer la palabra juden (judío en alemán).El 19 de febrero más de 80 tumbas fueron profanadas con esvásticas en un cementerio judío en Alsacia al este de Francia. En esos mismos días, por casualidad, se publicó el censo oficial de los actos antisemitas en Francia en 2018, que mostró un alza de 74% (pasando de 311 en 2017 a 541 el año pasado).

Tras el ataque a Finkielkraut, diversos políticos y escritores, a través de redes sociales, condenaron esta acción y cuestionaron el vínculo de los chalecos amarillos con el creciente antisemitismo en Francia. El responsable de la Delegación interministerial para la lucha contra el racismo, el antisemitismo y el odio anti-LGBT, Frédéric Potier declaró que el movimiento de los chalecos amarillos contribuyó a este aumento de actos antisemitas durante las últimas semanas de 2018. Asimismo, Emmanuel Macron comentó que los diferentes eventos antisemitas deben de estar vinculados al movimiento. El controversial escritor Bernard-Henri Lévy fue hasta el punto de declarar que el antisemitismo estaba “en el corazón” de la protesta de los chalecos amarillos.

Como cualquier otro movimiento popular, los chalecos amarillos son el reflejo de la sociedad francesa y, desafortunadamente, existe todavía en este país una franja de la población antisemita. Sí, debe de haber chalecos amarillos antisemitas. ¡Pero también existen otros que opinan todo lo opuesto! Es demasiado temprano para sacar conclusiones definitivas sobre su perfil social, político y cultural. Por lo tanto, estas denuncias no tienen fundamento. Sirven para desacreditar un movimiento diverso que tiene por lo menos dos reivindicaciones muy claras: una mejor fiscalidad, más equitativa, y un cambio en el sistema democrático francés, para dejar más lugar a la palabra de los ciudadanos.

Profesor e investigador de la Facultad de Estudios Globales en la Universidad Anáhuac México

**Alumna de la misma Facultad