/ lunes 4 de noviembre de 2019

Arte y Academia | Apoyo a la Lectura

Por: Ana María Longi

Tanto las empresas editoriales como las librerías, -según observadores-; son ejemplo vivo, no sólo de persistencia socio-cultural y de apoyo a la Lectura sino qué, ambos espacios de difusión y venta, han constituido desde las más antiguas épocas, todo un milagro de sobrevivencia. Y, resulta digno de señalarse, porque, así nada más, y, a simple vista, y con el propósito de ser justicieros; todos y cada uno de nosotros, tanto como lectores, visitantes o amantes de tan incomparable oferta de escritura comunicante: Sabia, bella, apasionada e irrepetible impresa de papel que son todos los libros del planeta ---y que nos quedamos cortos al tratar de clasificarlos--; aceptémoslo; no llegamos a comprar, sino a curiosear, como parte de ese comportamiento tan utilizado hasta en un 99 punto 99 por ciento. Veamos. Para empezar, llegamos a los escaparates, no a adquirir ejemplares, sino simplemente a "echarles un vistazo". Pero, aún hay más.

Ya que si por las ruedas del destino, nos llamó la atención uno de tantos y empezamos a hojearlo con "h" y ojearlo con "o"; lo que procede es lo mismo que nos ocurre a todos: Qué, al enamorarnos poderosamente del mismo, nos lo llevamos "prestado", a la cafetería que por fortuna casi nunca faltan en esos lugares. Y bueno, pues "¡magnífico!"; porque, cercanamente a nuestro café y panecillos, el texto apetecido continuará en nuestras manos. Así, poco a poco nos relajamos, respiramos profundo, empezamos a hacer nuestra la citada lectura y, avanzamos el contenido de la casi siempre "gordita" unidad, hasta el atardecer. Y claro está, que al mirar el reloj de aquel cultivado fin de semana, resolvemos que ya ha llegado la hora de retirarnos y qué, al mismo tiempo, no podemos cubrir el costo de 300 o más pesos, de la bella edición, cuyo diseño ya absorbió no sólo nuestra esencia, sino incluso nuestra "calientita" temperatura corporal.

Y continuando con nuestra bonachona conducta, nos disponemos a salir de ahí, no sin antes, anotar el número de página en la que nos quedamos, para completar con broche de oro, nuestra gratuita lectura, y saber que más ocurrió de manera más económica, "y a vuelta de página". Y bueno-bueno, ¿qué más ocurre? ¡Pues quizá, y si es que nos ponemos comprensivos, tratar finalmente de comprender cómo funciona la misteriosa fuente de ganancias que rodean a estos dinámicos y positivos centros de atención. Porque a menos que estos pertenezcan a instituciones como UNAM, SEP, INBAL o Secretaría de Cultura, por ejemplo; todo el sistema de ofertas de iniciativa privada, están desenchufadas de subsidios o apoyos; por lo cual, el hecho de sobrevivir muchos de ellos hasta por años y a lo largo y ancho de la República Mexicana, constituye ya no sólo toda una muy digna proeza; sino incluso un misterio y hasta un milagro; porque en este tipo de asuntos, las campechanas suelen tostarse de otra manera.

Y uno de esos "tostados" que nos indica comprar y no tomar gratuitamente "el libro nuestro de cada día", debe intentar, salvar y hasta hacer prosperar los tan tradicionales espacios que creo todos amamos. Acudiendo, por ejemplo, a las conferencias que sobre sus productos, organizan directivos y escritores en círculo ejecutivo. Otras soluciones estriban en interesarnos por los literatos que comparecen todos los días en el mundo entero y que en nuestro país ---por cierto---, son muy prolíficos; y que al conquistar lectores, conquistan, automáticamente, hasta las referidas regalías citadas de empresas-autores. Así qué, merodeando al no tan lejano Siglo XIX; la lista de Poetas que engrosaron las comunidades de "Vates", resultaron crecientes. Mientras que en los siglos XX y XXI, están efectivizándose ---junto con los preocupantes cambios sociales---; la actual y sorprendente red de escritores, descendiente de aquel "Boom" que tanto nos enorgullece.

Un beso... y hasta la próxima charla

Por: Ana María Longi

Tanto las empresas editoriales como las librerías, -según observadores-; son ejemplo vivo, no sólo de persistencia socio-cultural y de apoyo a la Lectura sino qué, ambos espacios de difusión y venta, han constituido desde las más antiguas épocas, todo un milagro de sobrevivencia. Y, resulta digno de señalarse, porque, así nada más, y, a simple vista, y con el propósito de ser justicieros; todos y cada uno de nosotros, tanto como lectores, visitantes o amantes de tan incomparable oferta de escritura comunicante: Sabia, bella, apasionada e irrepetible impresa de papel que son todos los libros del planeta ---y que nos quedamos cortos al tratar de clasificarlos--; aceptémoslo; no llegamos a comprar, sino a curiosear, como parte de ese comportamiento tan utilizado hasta en un 99 punto 99 por ciento. Veamos. Para empezar, llegamos a los escaparates, no a adquirir ejemplares, sino simplemente a "echarles un vistazo". Pero, aún hay más.

Ya que si por las ruedas del destino, nos llamó la atención uno de tantos y empezamos a hojearlo con "h" y ojearlo con "o"; lo que procede es lo mismo que nos ocurre a todos: Qué, al enamorarnos poderosamente del mismo, nos lo llevamos "prestado", a la cafetería que por fortuna casi nunca faltan en esos lugares. Y bueno, pues "¡magnífico!"; porque, cercanamente a nuestro café y panecillos, el texto apetecido continuará en nuestras manos. Así, poco a poco nos relajamos, respiramos profundo, empezamos a hacer nuestra la citada lectura y, avanzamos el contenido de la casi siempre "gordita" unidad, hasta el atardecer. Y claro está, que al mirar el reloj de aquel cultivado fin de semana, resolvemos que ya ha llegado la hora de retirarnos y qué, al mismo tiempo, no podemos cubrir el costo de 300 o más pesos, de la bella edición, cuyo diseño ya absorbió no sólo nuestra esencia, sino incluso nuestra "calientita" temperatura corporal.

Y continuando con nuestra bonachona conducta, nos disponemos a salir de ahí, no sin antes, anotar el número de página en la que nos quedamos, para completar con broche de oro, nuestra gratuita lectura, y saber que más ocurrió de manera más económica, "y a vuelta de página". Y bueno-bueno, ¿qué más ocurre? ¡Pues quizá, y si es que nos ponemos comprensivos, tratar finalmente de comprender cómo funciona la misteriosa fuente de ganancias que rodean a estos dinámicos y positivos centros de atención. Porque a menos que estos pertenezcan a instituciones como UNAM, SEP, INBAL o Secretaría de Cultura, por ejemplo; todo el sistema de ofertas de iniciativa privada, están desenchufadas de subsidios o apoyos; por lo cual, el hecho de sobrevivir muchos de ellos hasta por años y a lo largo y ancho de la República Mexicana, constituye ya no sólo toda una muy digna proeza; sino incluso un misterio y hasta un milagro; porque en este tipo de asuntos, las campechanas suelen tostarse de otra manera.

Y uno de esos "tostados" que nos indica comprar y no tomar gratuitamente "el libro nuestro de cada día", debe intentar, salvar y hasta hacer prosperar los tan tradicionales espacios que creo todos amamos. Acudiendo, por ejemplo, a las conferencias que sobre sus productos, organizan directivos y escritores en círculo ejecutivo. Otras soluciones estriban en interesarnos por los literatos que comparecen todos los días en el mundo entero y que en nuestro país ---por cierto---, son muy prolíficos; y que al conquistar lectores, conquistan, automáticamente, hasta las referidas regalías citadas de empresas-autores. Así qué, merodeando al no tan lejano Siglo XIX; la lista de Poetas que engrosaron las comunidades de "Vates", resultaron crecientes. Mientras que en los siglos XX y XXI, están efectivizándose ---junto con los preocupantes cambios sociales---; la actual y sorprendente red de escritores, descendiente de aquel "Boom" que tanto nos enorgullece.

Un beso... y hasta la próxima charla