/ martes 12 de octubre de 2021

Beneficios en común

Prevenir es la mejor seguridad. Simplemente porque cualquier persona que desea hacernos daño en nuestro patrimonio busca sorprendernos, después de obtener información suficiente sobre nosotros y nuestras actividades. Estar preparados para una eventualidad es un comportamiento que no siempre conservamos, pero que es la defensa más eficaz de la integridad y de los bienes que poseemos.


No es lo único que podemos hacer. Con todas sus insuficiencias, la denuncia es la herramienta que tenemos a la mano como ciudadanos para dejar constancia de cualquier afectación a nuestro buen y bien vivir. Hay muchos canales de comunicación para reportar, en particular dos: 911 y 088 que operan día y noche a nivel nacional.


Si nos cuidamos (y cuidamos a otros) y además informamos a las autoridades de lo que ocurre, entonces formamos una comunidad que está al pendiente de sí misma y procura beneficios para todas y todos sus integrantes.


Cualquier persona que tristemente opta por conductas antisociales pasa por un proceso de aprendizaje que se fundamenta en analizar a sus víctimas y esperar a contar con la oportunidad de cometer el delito, de preferencia, cuando menos lo espere. Eso significa aislar a quien se busca perjudicar y eso es sencillo si no cuenta con ningún apoyo por parte de vecinos o familiares.


Cada delito tiene una lógica, no suceden solo por impulso y sus rachas tienen que ver las condiciones que podemos establecer de manera inconsciente al no comunicarnos o no colaborar entre nosotros.


Si la comunidad está coordinada entonces las opciones de sorprender o aislar se reducen al máximo. Ningún delincuente tiene poderes extraordinarios, ni visión de rayos X, se trata de seguir una serie de pasos para incurrir en un crimen, es decir, existe planeación.


Esa misma característica la debemos aplicar como ciudadanos. Planear bien las rutinas, los procedimientos de acceso al edificio, la manera en que podemos avisarnos en caso de estar ausentes, termina por conformar un plan de seguridad vecinal que no requiere tanto tiempo o esfuerzo. Si además éste se encuentra enlazado a las autoridades de seguridad pública, entonces contamos con un verdadero protocolo de actuación.


Saber qué hacer en momentos de emergencia es un requisito en nuestro país, donde los fenómenos de la naturaleza son constantes y un desastre puede ocurrir en cualquier momento. La cultura de protección civil que hemos desarrollado en muchas ciudades de la República hoy es un comportamiento ciudadano que se suma al actuar de las autoridades en situaciones de rescate, de organización de víveres y agua o de apoyo para proteger a personas afectadas.


Es un proceso similar al que podemos seguir para obtener la paz y la tranquilidad que merecemos y deseamos. Colaborar entre familiares, vecinos y compañeros de trabajo es una tarea que no necesita más que voluntad y compromiso para desarrollar hábitos de seguridad y de prevención.


Las comunidades que están en contacto para solucionar sus problemas inmediatos tienden a mantener niveles de seguridad altos, sin que se requieran rejas o cercas de alambre. Un mensaje instantáneo sobre la presencia de auto sospechoso o de una mudanza que nadie tenía programada con la administración del edificio es mucho más eficiente, en ocasiones, que una red de cámaras interiores o alarmas en todo un edificio.


Comprender que los beneficios no pueden ser individuales cuando hablamos de ser una sola sociedad es un requisito que demanda cualquier país que desea superar algún obstáculo.


Ahí es donde reside la unidad de una nación, en la coincidencia que tiene en los beneficios generales por encima de los individuales o de un segmento de su población. Ese piso mínimo, que puede volverse un piso parejo para la mayoría, es la condición para que podamos complementarnos con quienes tienen la obligación de aplicar las normas y el mandato institucional de procurar la justicia. Una parte no puede estar desligada de la otra y es en este punto donde solo podemos actuar de manera corresponsable y cumplir con nuestra parte como ciudadanos. No podemos eludirlo.

Prevenir es la mejor seguridad. Simplemente porque cualquier persona que desea hacernos daño en nuestro patrimonio busca sorprendernos, después de obtener información suficiente sobre nosotros y nuestras actividades. Estar preparados para una eventualidad es un comportamiento que no siempre conservamos, pero que es la defensa más eficaz de la integridad y de los bienes que poseemos.


No es lo único que podemos hacer. Con todas sus insuficiencias, la denuncia es la herramienta que tenemos a la mano como ciudadanos para dejar constancia de cualquier afectación a nuestro buen y bien vivir. Hay muchos canales de comunicación para reportar, en particular dos: 911 y 088 que operan día y noche a nivel nacional.


Si nos cuidamos (y cuidamos a otros) y además informamos a las autoridades de lo que ocurre, entonces formamos una comunidad que está al pendiente de sí misma y procura beneficios para todas y todos sus integrantes.


Cualquier persona que tristemente opta por conductas antisociales pasa por un proceso de aprendizaje que se fundamenta en analizar a sus víctimas y esperar a contar con la oportunidad de cometer el delito, de preferencia, cuando menos lo espere. Eso significa aislar a quien se busca perjudicar y eso es sencillo si no cuenta con ningún apoyo por parte de vecinos o familiares.


Cada delito tiene una lógica, no suceden solo por impulso y sus rachas tienen que ver las condiciones que podemos establecer de manera inconsciente al no comunicarnos o no colaborar entre nosotros.


Si la comunidad está coordinada entonces las opciones de sorprender o aislar se reducen al máximo. Ningún delincuente tiene poderes extraordinarios, ni visión de rayos X, se trata de seguir una serie de pasos para incurrir en un crimen, es decir, existe planeación.


Esa misma característica la debemos aplicar como ciudadanos. Planear bien las rutinas, los procedimientos de acceso al edificio, la manera en que podemos avisarnos en caso de estar ausentes, termina por conformar un plan de seguridad vecinal que no requiere tanto tiempo o esfuerzo. Si además éste se encuentra enlazado a las autoridades de seguridad pública, entonces contamos con un verdadero protocolo de actuación.


Saber qué hacer en momentos de emergencia es un requisito en nuestro país, donde los fenómenos de la naturaleza son constantes y un desastre puede ocurrir en cualquier momento. La cultura de protección civil que hemos desarrollado en muchas ciudades de la República hoy es un comportamiento ciudadano que se suma al actuar de las autoridades en situaciones de rescate, de organización de víveres y agua o de apoyo para proteger a personas afectadas.


Es un proceso similar al que podemos seguir para obtener la paz y la tranquilidad que merecemos y deseamos. Colaborar entre familiares, vecinos y compañeros de trabajo es una tarea que no necesita más que voluntad y compromiso para desarrollar hábitos de seguridad y de prevención.


Las comunidades que están en contacto para solucionar sus problemas inmediatos tienden a mantener niveles de seguridad altos, sin que se requieran rejas o cercas de alambre. Un mensaje instantáneo sobre la presencia de auto sospechoso o de una mudanza que nadie tenía programada con la administración del edificio es mucho más eficiente, en ocasiones, que una red de cámaras interiores o alarmas en todo un edificio.


Comprender que los beneficios no pueden ser individuales cuando hablamos de ser una sola sociedad es un requisito que demanda cualquier país que desea superar algún obstáculo.


Ahí es donde reside la unidad de una nación, en la coincidencia que tiene en los beneficios generales por encima de los individuales o de un segmento de su población. Ese piso mínimo, que puede volverse un piso parejo para la mayoría, es la condición para que podamos complementarnos con quienes tienen la obligación de aplicar las normas y el mandato institucional de procurar la justicia. Una parte no puede estar desligada de la otra y es en este punto donde solo podemos actuar de manera corresponsable y cumplir con nuestra parte como ciudadanos. No podemos eludirlo.

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