/ lunes 30 de noviembre de 2020

Economía 4.0 | Dos años: hacer más en menos tiempo

Los primeros dos años de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador han terminado.

La tercera parte su gestión ha culminado y con ello surge la interrogante sobre cuál será el rumbo que México tomará durante el resto del sexenio.

Sin lugar a duda que el mundo ha cambiado por la crisis asociada al Covid-19. La propia magnitud de la recesión observada en 2020 permite plantear una pregunta: ¿se debe mantener la estrategia concebida en 2018, antes de que el mundo y México fueran afectados por la mayor crisis de los últimos 90 años?

Un primer ejercicio de reflexión implicaría preguntarse sobre cuál es la situación en la que se encuentran la sociedad, la economía, el entorno político, el de seguridad, el de salud pública o el de las relaciones internacionales de la nación.

En otras palabras: ¿Se encuentran en una mejor situación que en el 2018?

Sin lugar a duda que la crisis asociada al Covid-19 genera una gran distorsión para tener métricas que permitan disociar el impacto negativo atribuible a la pandemia global de salud pública de aquel vinculado con el modelo económico mexicano.

No obstante, para garantizar su correcto funcionamiento, la administración pública necesita contrastar la realidad con los objetivos y prospectiva que se planteó en documentos oficiales como el Plan Nacional de Desarrollo o los Criterios Generales de Política Económica.

La expectativa de crecimiento económico y desarrollo social esbozada en dichos textos planteaba la posibilidad de que México pudiera alcanzar un aumento promedio del PIB que oscilaba entre 2.5% y el 4%.

Al cierre del 2020, el crecimiento promedio real del país será de (-) 4.5% y, de cumplirse la expectativa oficial, al cierre del 2021 será cercana al (-) 2%.

En resumen: la mayor probabilidad es que la primera mitad de sexenio termine con un crecimiento promedio negativo, una situación no observada desde la década de los años ochenta y que se encuentra distante de los pronósticos oficiales.

Además, la diferencia no es sólo atribuible al Covid-19: en 2019 la economía retrocedió (-) 0.3% en lugar de 2.5% como estaba previsto en Criterios Generales de Política Económica.

Una consecuencia tangible es el aumento de la pobreza laboral. En el tercer trimestre del 2020 el Coneval ubicó a “la proporción de personas que no pueden adquirir la canasta alimentaria con el ingreso de su trabajo” en 44.5%.

Dicha proporción es algo no observado desde que se genera el indicador de pobreza laboral y es el preámbulo de un aumento en la pobreza por ingreso económico.

La precarización de las condiciones sociales y del PIB no se encontraban previstas en la planeación de la 4ª Transformación.

Además, no se debe soslayar el cambio en el contexto global: el ascenso de Joseph Biden a la presidencia de Estados Unidos modificará la evolución de las relaciones de poder y la economía en América del Norte: ¿Cuál será la postura de la 4ª Transformación? No se debe olvidar que la relación con Estados Unidos es un tema de seguridad nacional para México.

Después de dos años el titular del Poder Ejecutivo tiene la oportunidad de evaluar la eficacia de toda la administración pública y preguntarse si corresponde a los objetivos históricos que se ha planteado.

Finalmente, el presidente López Obrador podría ponderar qué se debe de hacer para, con menos tiempo, resolver desequilibrios económicos y sociales que la crisis de Covid-19 ha magnificado.

Los primeros dos años de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador han terminado.

La tercera parte su gestión ha culminado y con ello surge la interrogante sobre cuál será el rumbo que México tomará durante el resto del sexenio.

Sin lugar a duda que el mundo ha cambiado por la crisis asociada al Covid-19. La propia magnitud de la recesión observada en 2020 permite plantear una pregunta: ¿se debe mantener la estrategia concebida en 2018, antes de que el mundo y México fueran afectados por la mayor crisis de los últimos 90 años?

Un primer ejercicio de reflexión implicaría preguntarse sobre cuál es la situación en la que se encuentran la sociedad, la economía, el entorno político, el de seguridad, el de salud pública o el de las relaciones internacionales de la nación.

En otras palabras: ¿Se encuentran en una mejor situación que en el 2018?

Sin lugar a duda que la crisis asociada al Covid-19 genera una gran distorsión para tener métricas que permitan disociar el impacto negativo atribuible a la pandemia global de salud pública de aquel vinculado con el modelo económico mexicano.

No obstante, para garantizar su correcto funcionamiento, la administración pública necesita contrastar la realidad con los objetivos y prospectiva que se planteó en documentos oficiales como el Plan Nacional de Desarrollo o los Criterios Generales de Política Económica.

La expectativa de crecimiento económico y desarrollo social esbozada en dichos textos planteaba la posibilidad de que México pudiera alcanzar un aumento promedio del PIB que oscilaba entre 2.5% y el 4%.

Al cierre del 2020, el crecimiento promedio real del país será de (-) 4.5% y, de cumplirse la expectativa oficial, al cierre del 2021 será cercana al (-) 2%.

En resumen: la mayor probabilidad es que la primera mitad de sexenio termine con un crecimiento promedio negativo, una situación no observada desde la década de los años ochenta y que se encuentra distante de los pronósticos oficiales.

Además, la diferencia no es sólo atribuible al Covid-19: en 2019 la economía retrocedió (-) 0.3% en lugar de 2.5% como estaba previsto en Criterios Generales de Política Económica.

Una consecuencia tangible es el aumento de la pobreza laboral. En el tercer trimestre del 2020 el Coneval ubicó a “la proporción de personas que no pueden adquirir la canasta alimentaria con el ingreso de su trabajo” en 44.5%.

Dicha proporción es algo no observado desde que se genera el indicador de pobreza laboral y es el preámbulo de un aumento en la pobreza por ingreso económico.

La precarización de las condiciones sociales y del PIB no se encontraban previstas en la planeación de la 4ª Transformación.

Además, no se debe soslayar el cambio en el contexto global: el ascenso de Joseph Biden a la presidencia de Estados Unidos modificará la evolución de las relaciones de poder y la economía en América del Norte: ¿Cuál será la postura de la 4ª Transformación? No se debe olvidar que la relación con Estados Unidos es un tema de seguridad nacional para México.

Después de dos años el titular del Poder Ejecutivo tiene la oportunidad de evaluar la eficacia de toda la administración pública y preguntarse si corresponde a los objetivos históricos que se ha planteado.

Finalmente, el presidente López Obrador podría ponderar qué se debe de hacer para, con menos tiempo, resolver desequilibrios económicos y sociales que la crisis de Covid-19 ha magnificado.