/ lunes 24 de octubre de 2022

Economía 4.0 | Economía mexicana: su cita en 2023

No hay fecha que no llegue, ni deuda que no se pague. En 2023 la economía global enfrentará una cita que no podrá posponerse, la que definirá si el camino que recorre lo llevará a una nueva recesión o todo quedará limitado en una desaceleración.

Las proyecciones del Fondo Monetario Internacional ubican a Rusia, Alemania, Suecia e Italia en territorio negativo, aunque aún consideran que la caída industrial del motor de la Unión Europea, la falta de gas natural, petróleo y combustibles, la inflación y el aumento en las tasas de interés no causarán una contracción generalizada.

Dicho escenario es optimista: ante la falta de crecimiento y la minusvalía de sus exportaciones, la Unión Europea no podrá seguir financiando el déficit comercial histórico que se acumula en 2022.

La Unión Europea no podrá pagar deuda con más deuda: el margen fiscal de Alemania, Francia, España e Italia es nulo, dicha opción se agotó para hacer frente al Covid-19 y por el aumento en las tasas de interés. La caída del euro frente al dólar refleja la salida de capitales que corresponde a la pérdida de confianza sobre el futuro de la Unión Europea.

Gran Bretaña vive un momento igualmente álgido, la caída de la Primer Ministro después de 45 días de gobierno muestra que las fórmulas del pasado no sirven para enfrentar el momento que se vive. Europa va rumbo a una recesión.

América del Norte apuesta al “reshoring” o “nearshoring” aunque las estrategias no son homogéneas. En Estados Unidos Joe Biden usa el Made in America y a la política industrial para alcanzar el mismo objetivo de Donald Trump: recuperar las cadenas de valor pérdidas. Canadá y México siguen viendo con nostalgia al libre comercio.

El ”reshoring” implica una confrontación directa con China, el centro global de la manufactura y las solicitudes de registro de patentes: el Made in America enfrenta al “Sueño Chino” por el control de la tecnología y la producción.

Para lograrlo Biden también debe superar la barrera que representan sus propias empresas y quienes aún consideran funcional a la arquitectura creada durante la luna de miel del libre comercio y la globalización.

Dichas empresas y centros de pensamiento creen que se pueden utilizar los acuerdos comerciales para resolver una disputa por la supremacía global: una disputa que pasa el control de las cadenas de suministro y el sistema financiero.

Comprender la magnitud de lo que ocurre en el entorno global es crucial para México: todos los jugadores son socios económicos, políticos y sociales estratégicos. La agenda del país con ellos va desde la parte financiera, económica, migratoria, remesas, turismo y de seguridad: ningún tratado comercial firmado por la nación expresa la complejidad de dichas relaciones.

En 2023 el bajo crecimiento (o la recesión) exacerbarán las contradicciones existentes: se incrementará la competencia por los mercados globales y las cadenas de suministro al mismo tiempo que el nacionalismo y la visión regional sustituyen a una globalización enferma.

¿Cómo enfrentará México su nueva cita con la historia? En 2023 se conocerá si es a través de mecanismos con base productiva que le permitan crear un nuevo marco de sociedad con Estados Unidos, Europa, China y otras naciones relevantes.

De no hacerlo, la corrección del desequilibrio comercial externo, del tipo de cambio, de la deuda pública (más sus pasivos contingentes) recordarán una historia que ya se vivió hace casi 30 años.

No hay fecha que no llegue, ni deuda que no se pague. En 2023 la economía global enfrentará una cita que no podrá posponerse, la que definirá si el camino que recorre lo llevará a una nueva recesión o todo quedará limitado en una desaceleración.

Las proyecciones del Fondo Monetario Internacional ubican a Rusia, Alemania, Suecia e Italia en territorio negativo, aunque aún consideran que la caída industrial del motor de la Unión Europea, la falta de gas natural, petróleo y combustibles, la inflación y el aumento en las tasas de interés no causarán una contracción generalizada.

Dicho escenario es optimista: ante la falta de crecimiento y la minusvalía de sus exportaciones, la Unión Europea no podrá seguir financiando el déficit comercial histórico que se acumula en 2022.

La Unión Europea no podrá pagar deuda con más deuda: el margen fiscal de Alemania, Francia, España e Italia es nulo, dicha opción se agotó para hacer frente al Covid-19 y por el aumento en las tasas de interés. La caída del euro frente al dólar refleja la salida de capitales que corresponde a la pérdida de confianza sobre el futuro de la Unión Europea.

Gran Bretaña vive un momento igualmente álgido, la caída de la Primer Ministro después de 45 días de gobierno muestra que las fórmulas del pasado no sirven para enfrentar el momento que se vive. Europa va rumbo a una recesión.

América del Norte apuesta al “reshoring” o “nearshoring” aunque las estrategias no son homogéneas. En Estados Unidos Joe Biden usa el Made in America y a la política industrial para alcanzar el mismo objetivo de Donald Trump: recuperar las cadenas de valor pérdidas. Canadá y México siguen viendo con nostalgia al libre comercio.

El ”reshoring” implica una confrontación directa con China, el centro global de la manufactura y las solicitudes de registro de patentes: el Made in America enfrenta al “Sueño Chino” por el control de la tecnología y la producción.

Para lograrlo Biden también debe superar la barrera que representan sus propias empresas y quienes aún consideran funcional a la arquitectura creada durante la luna de miel del libre comercio y la globalización.

Dichas empresas y centros de pensamiento creen que se pueden utilizar los acuerdos comerciales para resolver una disputa por la supremacía global: una disputa que pasa el control de las cadenas de suministro y el sistema financiero.

Comprender la magnitud de lo que ocurre en el entorno global es crucial para México: todos los jugadores son socios económicos, políticos y sociales estratégicos. La agenda del país con ellos va desde la parte financiera, económica, migratoria, remesas, turismo y de seguridad: ningún tratado comercial firmado por la nación expresa la complejidad de dichas relaciones.

En 2023 el bajo crecimiento (o la recesión) exacerbarán las contradicciones existentes: se incrementará la competencia por los mercados globales y las cadenas de suministro al mismo tiempo que el nacionalismo y la visión regional sustituyen a una globalización enferma.

¿Cómo enfrentará México su nueva cita con la historia? En 2023 se conocerá si es a través de mecanismos con base productiva que le permitan crear un nuevo marco de sociedad con Estados Unidos, Europa, China y otras naciones relevantes.

De no hacerlo, la corrección del desequilibrio comercial externo, del tipo de cambio, de la deuda pública (más sus pasivos contingentes) recordarán una historia que ya se vivió hace casi 30 años.