/ lunes 21 de diciembre de 2020

Economía 4.0 | El México Informal: la debilidad ante el Covid-19

La economía informal representa la mayor fuente de precarización social y pobreza en México.

Lamentablemente, la aparición del Covid-19 impulsará su crecimiento y le dará una nueva dimensión de la informalidad: su daño a la salud de los mexicanos.

Durante los últimos 40 años la informalidad se convirtió en una de las válvulas de escape, junto con la migración a Estados Unidos, que atenuó los desequilibrios sociales provocados por las fallas sistémicas del modelo económico.

No obstante, la informalidad pasó una elevada factura al sistema político, económico y social del país: se convirtió en un arma de doble filo porque incubó la creación de un México marcado por la pobreza y el rezago social que poco o nada espera del Estado.

Al mismo tiempo gestó grupos de poder paralelos a las autoridades locales: se adueñó de calles y avenidas, así como del uso de servicios públicos sin realizar algún pago oficial por ello. La informalidad alimenta la corrupción y requiere de una administración pública poco eficaz para seguir operando.

De acuerdo con lo que se ha observado en los últimos 50 años, la informalidad toma fuerza en épocas de crisis y bajo crecimiento económico, cuando las fallas del modelo económico afectan a las empresas formales: se reduce el empleo y la inversión productiva. En esos momentos la población busca una alternativa para aliviar la situación de precarización en la que se encuentra.

¿Qué ocurre en estos momentos? De acuerdo con el INEGI, la informalidad avanzó durante el 2019: representó el 23% del PIB nacional. El 56.5% de las personas ocupadas, 31 millones de mexicanos, lo hicieron en la informalidad.

El costo de pertenecer al México Informal es la precarización social presente y futura: las remuneraciones que se pagan en la informalidad son la tercera parte de lo que se paga en la formalidad y no hay acceso a un sistema de pensiones o al IMSS.

La informalidad puede o no cumplir con los aumentos al salario mínimo, se encuentra fuera del marco institucional.

Con la desaparición de un millón de empresas durante la primera etapa de la pandemia se ha dado un nuevo impulso al México Informal: en su lugar se crearán micronegocios, mayoritariamente en el comercio, de bajo valor agregado y que pagan bajos salarios.

Más del 60% de las unidades productivas pertenecientes al comercio al por menor son informales y denominadas como micronegocios, ahí se tiene el mayor rezago por resolver.

Los micronegocios informales son los que seguirán operando a pesar de los confinamientos que se aplican en varios estados del país.

A diferencia de las empresas formales, que son las primeras en atender las medidas decretadas por las autoridades, la informalidad no lo hace, salvo en casos extremos. Ello expone a la población a los contagios y consecuencias asociadas al Covid-19.

Para quienes adquieren el virus el problema subsecuente es que no cuentan con el acceso a un sistema de seguridad social que los atienda de manera oportuna.

La fuerza de la informalidad representa una debilidad de México: al concentrar la mayor cantidad de los trabajadores, el cierre de sus actividades implicaría una afectación directa al bienestar de las familias mexicanas, como lo muestra el aumento de la pobreza laboral mostrado por el Coneval.

Únicamente un programa de reactivación económica integral, que atienda la preservación y creación de empleo, podrá acotar el crecimiento de

La economía informal representa la mayor fuente de precarización social y pobreza en México.

Lamentablemente, la aparición del Covid-19 impulsará su crecimiento y le dará una nueva dimensión de la informalidad: su daño a la salud de los mexicanos.

Durante los últimos 40 años la informalidad se convirtió en una de las válvulas de escape, junto con la migración a Estados Unidos, que atenuó los desequilibrios sociales provocados por las fallas sistémicas del modelo económico.

No obstante, la informalidad pasó una elevada factura al sistema político, económico y social del país: se convirtió en un arma de doble filo porque incubó la creación de un México marcado por la pobreza y el rezago social que poco o nada espera del Estado.

Al mismo tiempo gestó grupos de poder paralelos a las autoridades locales: se adueñó de calles y avenidas, así como del uso de servicios públicos sin realizar algún pago oficial por ello. La informalidad alimenta la corrupción y requiere de una administración pública poco eficaz para seguir operando.

De acuerdo con lo que se ha observado en los últimos 50 años, la informalidad toma fuerza en épocas de crisis y bajo crecimiento económico, cuando las fallas del modelo económico afectan a las empresas formales: se reduce el empleo y la inversión productiva. En esos momentos la población busca una alternativa para aliviar la situación de precarización en la que se encuentra.

¿Qué ocurre en estos momentos? De acuerdo con el INEGI, la informalidad avanzó durante el 2019: representó el 23% del PIB nacional. El 56.5% de las personas ocupadas, 31 millones de mexicanos, lo hicieron en la informalidad.

El costo de pertenecer al México Informal es la precarización social presente y futura: las remuneraciones que se pagan en la informalidad son la tercera parte de lo que se paga en la formalidad y no hay acceso a un sistema de pensiones o al IMSS.

La informalidad puede o no cumplir con los aumentos al salario mínimo, se encuentra fuera del marco institucional.

Con la desaparición de un millón de empresas durante la primera etapa de la pandemia se ha dado un nuevo impulso al México Informal: en su lugar se crearán micronegocios, mayoritariamente en el comercio, de bajo valor agregado y que pagan bajos salarios.

Más del 60% de las unidades productivas pertenecientes al comercio al por menor son informales y denominadas como micronegocios, ahí se tiene el mayor rezago por resolver.

Los micronegocios informales son los que seguirán operando a pesar de los confinamientos que se aplican en varios estados del país.

A diferencia de las empresas formales, que son las primeras en atender las medidas decretadas por las autoridades, la informalidad no lo hace, salvo en casos extremos. Ello expone a la población a los contagios y consecuencias asociadas al Covid-19.

Para quienes adquieren el virus el problema subsecuente es que no cuentan con el acceso a un sistema de seguridad social que los atienda de manera oportuna.

La fuerza de la informalidad representa una debilidad de México: al concentrar la mayor cantidad de los trabajadores, el cierre de sus actividades implicaría una afectación directa al bienestar de las familias mexicanas, como lo muestra el aumento de la pobreza laboral mostrado por el Coneval.

Únicamente un programa de reactivación económica integral, que atienda la preservación y creación de empleo, podrá acotar el crecimiento de