/ lunes 10 de agosto de 2020

Economía 4.0 | La lección de China al T-MEC y Europa

China manda un mensaje claro al mundo: existe la fórmula para controlar el Covid-19 y alcanzar un crecimiento económico positivo.

El requisito: contar con una estrategia integral y ejecutarla con eficacia. El país asiático tiene una política industrial estructural, con visión de largo plazo y con un profundo interés nacional.

La dimensión de la política económica y de seguridad nacional de China le permite enfrentar los efectos del Covid-19, la recesión global y administrar su conflicto geopolítico y geoeconómico con Estados Unidos.

Gracias a ello, la economía de China se mueve en dirección contraria a la de sus principales competidores. En el segundo trimestre del año su PIB se elevó 3.2% respecto al mismo periodo del 2019. Estados Unidos y Europa continúan a la deriva.

Por su parte, durante junio la actividad industrial del país asiático aumentó por tercer mes consecutivo: 4.8% a tasa anual.

La fortaleza de la industria china se ve reforzada por la rápida recuperación de su sector automotriz: en junio, tanto la producción como la venta del sector han superado los registros alcanzados un año antes.

Sin lugar a duda que la política industrial de China, combinada con un mercado interno resiliente han permitido que la segunda potencia del orbe se ubique en el liderazgo de la recuperación económica global.

El consumo interno de un país de 1.4 mil millones de habitantes ha representado un contrapeso eficaz contra la recesión global y el confinamiento causado por el Covid-19 en los primeros meses del 2020. Las ventas al menudeo solo disminuyeron en febrero, a partir de ese momento comenzaron su proceso de recuperación.

El gobierno chino tuvo muy clara la estrategia a seguir: un confinamiento corto pero eficaz para contener los contagios de Covid-19. El uso de alta tecnología y el big data para dar seguimiento puntual a la transmisión de la enfermedad y una política económica de apoyo a sus empresas y sociedad fueron clave.

El Estado chino ha mostrado su capacidad para operar un programa destinado a evitar un daño significativo a su planta productiva. En junio la producción de cemento y acero se ubicó en niveles superiores a los de un año antes. La capacidad utilizada de sus manufacturas en uno similar.

Lo descrito contrasta con lo que ocurre en América del Norte, particularmente en México y Estados Unidos: los contagios de Covid-19 siguen avanzando y generan incertidumbre sobre la solidez de la evolución de sus economías.

La fuerza tractora de China ha permitido que su zona de influencia se mantenga en terreno positivo o con retrocesos modestos comparados con los contabilizados en América del Norte. No todo el mundo vive una caída histórica de su economía.

La industria de Vietnam, uno de los competidores de México en el Acuerdo Transpacífico en sectores como el textil, vestido, calzado y algunos sectores tecnológicos a acumula dos meses de crecimiento. Su mayor contracción fue en abril: -10.5%, muy lejos de las caídas de (-) 30% registradas en promedio en México. Por ello su PIB siguió en terreno positivo en el segundo trimestre del 2020.

Lidereado por China, Asia se prepara para enfrentar la competencia inherente a una recesión que afecta profundamente al resto del mundo. El Estado Desarrollador Industrial asiático exhibe sus capacidades productivas y lleva ventaja sobre los países que no tienen política industrial y que siguen sin encontrar el camino para contener el Covid-19. El empleo y bienestar de la población de los países involucrados se encuentra en juego.


Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico




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El requisito: contar con una estrategia integral y ejecutarla con eficacia. El país asiático tiene una política industrial estructural, con visión de largo plazo y con un profundo interés nacional.

La dimensión de la política económica y de seguridad nacional de China le permite enfrentar los efectos del Covid-19, la recesión global y administrar su conflicto geopolítico y geoeconómico con Estados Unidos.

Gracias a ello, la economía de China se mueve en dirección contraria a la de sus principales competidores. En el segundo trimestre del año su PIB se elevó 3.2% respecto al mismo periodo del 2019. Estados Unidos y Europa continúan a la deriva.

Por su parte, durante junio la actividad industrial del país asiático aumentó por tercer mes consecutivo: 4.8% a tasa anual.

La fortaleza de la industria china se ve reforzada por la rápida recuperación de su sector automotriz: en junio, tanto la producción como la venta del sector han superado los registros alcanzados un año antes.

Sin lugar a duda que la política industrial de China, combinada con un mercado interno resiliente han permitido que la segunda potencia del orbe se ubique en el liderazgo de la recuperación económica global.

El consumo interno de un país de 1.4 mil millones de habitantes ha representado un contrapeso eficaz contra la recesión global y el confinamiento causado por el Covid-19 en los primeros meses del 2020. Las ventas al menudeo solo disminuyeron en febrero, a partir de ese momento comenzaron su proceso de recuperación.

El gobierno chino tuvo muy clara la estrategia a seguir: un confinamiento corto pero eficaz para contener los contagios de Covid-19. El uso de alta tecnología y el big data para dar seguimiento puntual a la transmisión de la enfermedad y una política económica de apoyo a sus empresas y sociedad fueron clave.

El Estado chino ha mostrado su capacidad para operar un programa destinado a evitar un daño significativo a su planta productiva. En junio la producción de cemento y acero se ubicó en niveles superiores a los de un año antes. La capacidad utilizada de sus manufacturas en uno similar.

Lo descrito contrasta con lo que ocurre en América del Norte, particularmente en México y Estados Unidos: los contagios de Covid-19 siguen avanzando y generan incertidumbre sobre la solidez de la evolución de sus economías.

La fuerza tractora de China ha permitido que su zona de influencia se mantenga en terreno positivo o con retrocesos modestos comparados con los contabilizados en América del Norte. No todo el mundo vive una caída histórica de su economía.

La industria de Vietnam, uno de los competidores de México en el Acuerdo Transpacífico en sectores como el textil, vestido, calzado y algunos sectores tecnológicos a acumula dos meses de crecimiento. Su mayor contracción fue en abril: -10.5%, muy lejos de las caídas de (-) 30% registradas en promedio en México. Por ello su PIB siguió en terreno positivo en el segundo trimestre del 2020.

Lidereado por China, Asia se prepara para enfrentar la competencia inherente a una recesión que afecta profundamente al resto del mundo. El Estado Desarrollador Industrial asiático exhibe sus capacidades productivas y lleva ventaja sobre los países que no tienen política industrial y que siguen sin encontrar el camino para contener el Covid-19. El empleo y bienestar de la población de los países involucrados se encuentra en juego.


Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico




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