/ lunes 26 de septiembre de 2022

Economía 4.0 | Rumbo a una política industrial: ¿qué sigue?

Después de 30 años México dejó atrás el “paradogma” que trastocó su progreso: aquel mantra dañino de que “la mejor política industrial es la que no existe”, un dogma que inhibió la colaboración entre los sectores público, privado y académico.

Con la presentación de la estrategia denominada “Rumbo a una política industrial” se logró dar un primer paso hacia el camino que otras naciones han recorrido ampliamente: la construcción de una política industrial que ve hacia el futuro y el desarrollo a través de la ruta creada por la Cuarta Revolución Industrial.

Solamente la política industrial puede atenuar la heterogeneidad que enfrenta México: un país que cuenta con sectores y regiones productivas estrechamente vinculadas con las Cadenas Globales de Valor pero que en conjunto no pueden mitigar el rezago existente en la mayor parte del sistema productivo.

¿Cuál es la relevancia de la estrategia presentada por la Secretaría de Economía, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, la banca de desarrollo y la Concamin?

En primera instancia se debe considerar lo que implica: la caída del dogma neoliberal más arraigado en la economía mexicana, el que hasta hace algunos años considerada como pensamiento “setentero” al planteamiento de que México requería una política industrial. Se decía que era un concepto anquilosado.

Vencer ese dogma no fue fácil y tampoco lo será hacerlo en la práctica. Sin embargo, la realidad es necia y termina por imponerse: México ha dado un paso en la dirección correcta para estar en sincronía con lo que desde hace varios años aplican sus socios económicos. Reducir la brecha no será algo simple.

Por ello se debe considerar un segundo aspecto relevante: el anuncio se dio en colaboración institucional y con la industria mexicana, la que ahora deberá encargarse de la socialización de la estrategia por sector y región.

Lo último representa un reto importante porque implica pensar integralmente y no solo cómo sector y cadena de valor: se requiere una prospectiva transversal pública-privada-académica que rompa el pensamiento en silos para llegar a algo holístico, tal y como se construye la política industrial moderna.

El tercer aspecto que debe resaltarse es la visión de futuro: lo Hecho en México y el contenido nacional son aspectos que fueron negados durante años.

Se argumentaba que ello iba en contra de la globalización. No obstante, la aparición del Covid-19, la disputa entre China y Estados Unidos y una guerra en Ucrania que conduce a la Unión Europea hacia la recesión, han puesto en claro que la luna de miel del libre comercio terminó.

Contar con los pilares de política industrial mencionados es vital para cuantificar los recursos necesarios y su dirección. La tarea, inicialmente, podría solventarse con los 200 mil millones de pesos adicionales que se propusieron en inversión física para el 2023: tendrían un impacto sustantivo si llevan una lógica de contenido nacional.

La acción de la banca de desarrollo puede darse en el momento que se tengan los proyectos específicos alrededor de los sectores estratégicos indicados. Por su parte, la mudanza de empresas del Este de Asia a México generará inversiones que la política industrial puede facilitar y dotar de los factores de contenido nacional adecuados para pasar de la maquila a la industria de alto valor agregado.

No será fácil resarcir 40 años de rezago, pero se dio un primer paso, ahora se debe actuar con eficacia.

Después de 30 años México dejó atrás el “paradogma” que trastocó su progreso: aquel mantra dañino de que “la mejor política industrial es la que no existe”, un dogma que inhibió la colaboración entre los sectores público, privado y académico.

Con la presentación de la estrategia denominada “Rumbo a una política industrial” se logró dar un primer paso hacia el camino que otras naciones han recorrido ampliamente: la construcción de una política industrial que ve hacia el futuro y el desarrollo a través de la ruta creada por la Cuarta Revolución Industrial.

Solamente la política industrial puede atenuar la heterogeneidad que enfrenta México: un país que cuenta con sectores y regiones productivas estrechamente vinculadas con las Cadenas Globales de Valor pero que en conjunto no pueden mitigar el rezago existente en la mayor parte del sistema productivo.

¿Cuál es la relevancia de la estrategia presentada por la Secretaría de Economía, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, la banca de desarrollo y la Concamin?

En primera instancia se debe considerar lo que implica: la caída del dogma neoliberal más arraigado en la economía mexicana, el que hasta hace algunos años considerada como pensamiento “setentero” al planteamiento de que México requería una política industrial. Se decía que era un concepto anquilosado.

Vencer ese dogma no fue fácil y tampoco lo será hacerlo en la práctica. Sin embargo, la realidad es necia y termina por imponerse: México ha dado un paso en la dirección correcta para estar en sincronía con lo que desde hace varios años aplican sus socios económicos. Reducir la brecha no será algo simple.

Por ello se debe considerar un segundo aspecto relevante: el anuncio se dio en colaboración institucional y con la industria mexicana, la que ahora deberá encargarse de la socialización de la estrategia por sector y región.

Lo último representa un reto importante porque implica pensar integralmente y no solo cómo sector y cadena de valor: se requiere una prospectiva transversal pública-privada-académica que rompa el pensamiento en silos para llegar a algo holístico, tal y como se construye la política industrial moderna.

El tercer aspecto que debe resaltarse es la visión de futuro: lo Hecho en México y el contenido nacional son aspectos que fueron negados durante años.

Se argumentaba que ello iba en contra de la globalización. No obstante, la aparición del Covid-19, la disputa entre China y Estados Unidos y una guerra en Ucrania que conduce a la Unión Europea hacia la recesión, han puesto en claro que la luna de miel del libre comercio terminó.

Contar con los pilares de política industrial mencionados es vital para cuantificar los recursos necesarios y su dirección. La tarea, inicialmente, podría solventarse con los 200 mil millones de pesos adicionales que se propusieron en inversión física para el 2023: tendrían un impacto sustantivo si llevan una lógica de contenido nacional.

La acción de la banca de desarrollo puede darse en el momento que se tengan los proyectos específicos alrededor de los sectores estratégicos indicados. Por su parte, la mudanza de empresas del Este de Asia a México generará inversiones que la política industrial puede facilitar y dotar de los factores de contenido nacional adecuados para pasar de la maquila a la industria de alto valor agregado.

No será fácil resarcir 40 años de rezago, pero se dio un primer paso, ahora se debe actuar con eficacia.