/ jueves 1 de noviembre de 2018

El odio en la boleta electoral

En Estados Unidos de 2018, el “quéhaydeísmo” (la estrategia política de responder a una crítica con otra revirando con argumentos que centran la atención en acciones similares realizadas por el que critica) y el “bibandismo” (afirmar que ambos bandos son igualmente buenos o malos) es el último refugio de los cobardes.

En caso de que no lo hubieran notado, estamos en medio de una ola de crímenes de odio. En los últimos días, varios demócratas importantes, así como CNN, recibieron bombas por correo. Luego, un hombre armado masacró a 11 personas en una sinagoga de Pittsburgh.

Por otra parte, otro hombre armado asesinó a dos personas de raza negra en un supermercado de Louisville después de tratar primero, sin éxito, de allanar una iglesia de feligreses afroestadounidenses; de haber logrado entrar una hora antes, probablemente habría habido otro asesinato masivo.

Todos estos crímenes de odio parecen tener una clara conexión con el clima de paranoia y racismo que el presidente de EU, DonaldTrump y sus aliados en el Congreso y en los medios promueven deliberadamente.

Matar gente de raza negra es una antigua tradición estadounidense, pero está experimentando un resurgimiento en la era de Trump.

¿Así que cómo están lidiando los defensores de Trump con esta fea imagen? En parte, mediante la negación, simulando no ver la conexión entre la retórica de odio y los crímenes, pero también mediante intentos de repartir la culpa afirmando que los demócratas son igual de malos, si no es que peores.

¿Los seguidores de Donald Trump tratan de asesinar a quienes lo critican? Bueno, pues ¡algunos se sus opositores les han gritado a políticos en restaurantes!

La cuestión es la siguiente: los seguidores de Trump no son los únicos que están tratando de hacer creer que el presidente está haciendo lo mismo que todos, que los demócratas son igual de malos y también responsables en la misma medida por la explosión del odio.

Las equivalencias falsas, retratar a los partidos como simétricos incluso cuando claramente no lo son, han sido desde hace mucho la norma entre los autoproclamados centristas y algunas figuras mediáticas influyentes. Se trata de una postura que ha beneficiado enormemente al Partido Republicano, a medida que se ha vuelto cada vez más el partido de los extremistas de derecha.

Tal vez hayan pensado que los acontecimientos espeluznantes de los días recientes por fin lograrían acabar con esa norma. No obstante, si lo pensaron, están en un error. Como vemos, el "bibandismo" es un culto fanático inmune a las evidencias.

Esto tiene que acabar y se tiene que señalar y reprender a los practicantes del "bibandismo". A estas alturas, simular que ambos lados son igualmente culpables o atribuir la violencia política a la diseminación del odio sin señalar a los responsables de propagarlo, es una forma de profunda cobardía.

El hecho es que un lado del espectro político está difundiendo el odio, mientras el otro no lo hace y negarse a señalarlo por miedo a sonar partidista es, en efecto, coludirse con la gente que está envenenando nuestra política y darle tranquilidad. Sí, el odio está en la boleta electoral de la semana próxima.

En Estados Unidos de 2018, el “quéhaydeísmo” (la estrategia política de responder a una crítica con otra revirando con argumentos que centran la atención en acciones similares realizadas por el que critica) y el “bibandismo” (afirmar que ambos bandos son igualmente buenos o malos) es el último refugio de los cobardes.

En caso de que no lo hubieran notado, estamos en medio de una ola de crímenes de odio. En los últimos días, varios demócratas importantes, así como CNN, recibieron bombas por correo. Luego, un hombre armado masacró a 11 personas en una sinagoga de Pittsburgh.

Por otra parte, otro hombre armado asesinó a dos personas de raza negra en un supermercado de Louisville después de tratar primero, sin éxito, de allanar una iglesia de feligreses afroestadounidenses; de haber logrado entrar una hora antes, probablemente habría habido otro asesinato masivo.

Todos estos crímenes de odio parecen tener una clara conexión con el clima de paranoia y racismo que el presidente de EU, DonaldTrump y sus aliados en el Congreso y en los medios promueven deliberadamente.

Matar gente de raza negra es una antigua tradición estadounidense, pero está experimentando un resurgimiento en la era de Trump.

¿Así que cómo están lidiando los defensores de Trump con esta fea imagen? En parte, mediante la negación, simulando no ver la conexión entre la retórica de odio y los crímenes, pero también mediante intentos de repartir la culpa afirmando que los demócratas son igual de malos, si no es que peores.

¿Los seguidores de Donald Trump tratan de asesinar a quienes lo critican? Bueno, pues ¡algunos se sus opositores les han gritado a políticos en restaurantes!

La cuestión es la siguiente: los seguidores de Trump no son los únicos que están tratando de hacer creer que el presidente está haciendo lo mismo que todos, que los demócratas son igual de malos y también responsables en la misma medida por la explosión del odio.

Las equivalencias falsas, retratar a los partidos como simétricos incluso cuando claramente no lo son, han sido desde hace mucho la norma entre los autoproclamados centristas y algunas figuras mediáticas influyentes. Se trata de una postura que ha beneficiado enormemente al Partido Republicano, a medida que se ha vuelto cada vez más el partido de los extremistas de derecha.

Tal vez hayan pensado que los acontecimientos espeluznantes de los días recientes por fin lograrían acabar con esa norma. No obstante, si lo pensaron, están en un error. Como vemos, el "bibandismo" es un culto fanático inmune a las evidencias.

Esto tiene que acabar y se tiene que señalar y reprender a los practicantes del "bibandismo". A estas alturas, simular que ambos lados son igualmente culpables o atribuir la violencia política a la diseminación del odio sin señalar a los responsables de propagarlo, es una forma de profunda cobardía.

El hecho es que un lado del espectro político está difundiendo el odio, mientras el otro no lo hace y negarse a señalarlo por miedo a sonar partidista es, en efecto, coludirse con la gente que está envenenando nuestra política y darle tranquilidad. Sí, el odio está en la boleta electoral de la semana próxima.