/ martes 5 de abril de 2022

El pecado de Adán

En días recientes se ha visto al secretario de gobernación, Adán Augusto López, muy activo en mítines de Morena en diferentes entidades del país, retando a las autoridades electorales, para promover la consulta de revocación de mandato. Pero ¿qué es lo que motiva a Adán a dejar el papel de operador político discreto que lo ha caracterizado desde hace mucho tiempo? Al menos encuentro una poderosa razón: las evidencias apuntan a la necesidad de que éste adquiera mayor presencia y visibilidad rumbo al relevo del 2024.

Para nadie es un secreto que, aunque Andrés ha destapado unas “corcholatas” para el proceso sucesorio a la presidencia de la República, López Obrador está formado en el viejo régimen priista y añora poder destapar a su verdadero sucesor. En “El sistema político mexicano” Daniel Cosío Villegas sostiene que la pieza fundamental del sistema es un presidente dotado de facultades y recursos tan grandes, que se asemeja a un emperador sexenal, mientras que en su ensayo “la sucesión presidencial” explica la manera en que los presidentes decidían en un ambiente autoritario quién sería el próximo presidente ya que, sostiene, la transición de un presidente a otro suponía para el sistema en su conjunto una verdadera demostración de fuerza y estabilidad.

Aunque la obra de Daniel Cosío Villegas retrata al sistema político mexicano antes de la transición a la democracia, para López Obrador es crucial dejar un sucesor a su imagen y semejanza, ya que el mismo no puede, ni debe prolongar su mandato. Así pues, el tapado actual debe compartir los rasgos que antaño tenían estos personajes. Una característica fundamental es la lealtad a ciegas hacia el presidente, en este punto quienes aspiran a ser destapados se han empeñado en asemejarse en sus dichos, formas y actuar al tabasqueño.

Otra característica es tener alguna simpatía popular y es ahí donde entra la necesidad de Adán de adquirir mayor visibilidad y presencia entre seguidores de López Obrador, por eso le confirió la posición política más importante después del presidente, que es ser el encargado del despacho de Bucareli, desde donde había venido operando sin mayor ruido. Pero la sucesión se ha visto amenazada por los múltiples escándalos de la 4T, que se tapan con otros escándalos y más ruido, pero la corrupción, conflictos de intereses y abusos de poder de familiares y colaboradores cercanos del presidente han pegado a la línea de flotación de su proyecto, y ha tenido que adelantar el proceso real de sucesión.

La consulta de revocación de mandato que se llevará a cabo el próximo 10 de abril, muy lejos de ser un mecanismo de participación ciudadana, significa al mismo tiempo una maquinaria de propaganda gubernamental y un termómetro para medir la temperatura de la sucesión. Saber quienes tienen la capacidad real de movilización, de manipular al electorado, violentar las leyes, pasar por encima de las instituciones electorales y medir, más allá de cualquier encuesta, el estado actual del “apoyo popular” al proyecto de la 4T. Es un simulacro del 2024.

El pecado original de Adán, incluso advertido por Andrés, es que se debe cuidar del INE y debió decirle también que del Estado de derecho. La diferencia entre la época del tapadismo y ahora, es que hemos construido un andamiaje constitucional, legal e institucional que sustenta la democracia, que por mucho que ha sido torpedeado por López Obrador, funciona y funciona bien. Las elecciones del 2021 son una muestra; que Félix Salgado haya sido sancionado con la perdida de la candidatura a la gubernatura, es otra muestra de que hay ley, aunque pretendan burlarla. Andar retando a las autoridades electorales, también puede significar perder la posibilidad de ser el tapado idóneo, sería su pecado no advertirlo.

En días recientes se ha visto al secretario de gobernación, Adán Augusto López, muy activo en mítines de Morena en diferentes entidades del país, retando a las autoridades electorales, para promover la consulta de revocación de mandato. Pero ¿qué es lo que motiva a Adán a dejar el papel de operador político discreto que lo ha caracterizado desde hace mucho tiempo? Al menos encuentro una poderosa razón: las evidencias apuntan a la necesidad de que éste adquiera mayor presencia y visibilidad rumbo al relevo del 2024.

Para nadie es un secreto que, aunque Andrés ha destapado unas “corcholatas” para el proceso sucesorio a la presidencia de la República, López Obrador está formado en el viejo régimen priista y añora poder destapar a su verdadero sucesor. En “El sistema político mexicano” Daniel Cosío Villegas sostiene que la pieza fundamental del sistema es un presidente dotado de facultades y recursos tan grandes, que se asemeja a un emperador sexenal, mientras que en su ensayo “la sucesión presidencial” explica la manera en que los presidentes decidían en un ambiente autoritario quién sería el próximo presidente ya que, sostiene, la transición de un presidente a otro suponía para el sistema en su conjunto una verdadera demostración de fuerza y estabilidad.

Aunque la obra de Daniel Cosío Villegas retrata al sistema político mexicano antes de la transición a la democracia, para López Obrador es crucial dejar un sucesor a su imagen y semejanza, ya que el mismo no puede, ni debe prolongar su mandato. Así pues, el tapado actual debe compartir los rasgos que antaño tenían estos personajes. Una característica fundamental es la lealtad a ciegas hacia el presidente, en este punto quienes aspiran a ser destapados se han empeñado en asemejarse en sus dichos, formas y actuar al tabasqueño.

Otra característica es tener alguna simpatía popular y es ahí donde entra la necesidad de Adán de adquirir mayor visibilidad y presencia entre seguidores de López Obrador, por eso le confirió la posición política más importante después del presidente, que es ser el encargado del despacho de Bucareli, desde donde había venido operando sin mayor ruido. Pero la sucesión se ha visto amenazada por los múltiples escándalos de la 4T, que se tapan con otros escándalos y más ruido, pero la corrupción, conflictos de intereses y abusos de poder de familiares y colaboradores cercanos del presidente han pegado a la línea de flotación de su proyecto, y ha tenido que adelantar el proceso real de sucesión.

La consulta de revocación de mandato que se llevará a cabo el próximo 10 de abril, muy lejos de ser un mecanismo de participación ciudadana, significa al mismo tiempo una maquinaria de propaganda gubernamental y un termómetro para medir la temperatura de la sucesión. Saber quienes tienen la capacidad real de movilización, de manipular al electorado, violentar las leyes, pasar por encima de las instituciones electorales y medir, más allá de cualquier encuesta, el estado actual del “apoyo popular” al proyecto de la 4T. Es un simulacro del 2024.

El pecado original de Adán, incluso advertido por Andrés, es que se debe cuidar del INE y debió decirle también que del Estado de derecho. La diferencia entre la época del tapadismo y ahora, es que hemos construido un andamiaje constitucional, legal e institucional que sustenta la democracia, que por mucho que ha sido torpedeado por López Obrador, funciona y funciona bien. Las elecciones del 2021 son una muestra; que Félix Salgado haya sido sancionado con la perdida de la candidatura a la gubernatura, es otra muestra de que hay ley, aunque pretendan burlarla. Andar retando a las autoridades electorales, también puede significar perder la posibilidad de ser el tapado idóneo, sería su pecado no advertirlo.

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