/ lunes 28 de diciembre de 2020

Entre piernas y Telones | Annus horribilis

A mi familia, con amor

Por: Hugo Hernández

Seguramente la primera reacción si alguien nos pregunta cómo recordaremos este 2020 que está por terminar, será decir que preferiríamos borrarlo por complejo de nuestra memoria, o en el mejor (o peor) de los casos decir que pasará como un “año horrible”, annus horribilis para usar la frase en latín que ha sido utilizada a lo largo de los siglos para referirse a momentos así: espantosos e inciertos como los que estamos viviendo.

Quienes afirmen eso tendrían toda la razón: ha sido un año espantoso. Lleno de pérdidas, de dolores, de incertidumbre, de angustias, de encierro, de desencanto, en el que nos hemos visto obligados a replantearnos absolutamente todo.

Nos ha cimbrado; no cabe duda, y eso es terrible sí, pero al mismo tiempo es una puerta abierta a revalorar cada una de las cosas, situaciones, prioridades que teníamos antes de que el coronavirus apareciera en nuestras vidas.

En el mundo del teatro ese “golpe” llegó el 16 de marzo, fecha en la que se suspendieron todas las actividades escénicas en el país. Vinieron entonces siete meses de ansiedad, pero también de creatividad, en los que los teatreros se zambulleron en sí mismos y se convirtieron en docentes, conferencistas, instructores… a través de diversas plataformas digitales.

Luego, aunque casi todos se habían negado en un principio a hacerlo, empezaron las transmisiones en línea, los hoy famosos streamings, que permitieron reponer algunos montajes o incluso crear otros muchos directamente para esta modalidad.

En septiembre, luego de más de 200 días sin funciones, se abrió la posibilidad de hacerlas. Algunas compañías se aventuraron, con todos los riesgos que ello les implicaba. Fueron apenas algunas semanas de actividad, pues desde el pasado 14 de diciembre y al menos hasta el 10 de enero próximo, quedaron nuevamente canceladas (entre otras muchas) todas las actividades escénicas.

Nuevamente estamos frente a la incertidumbre, aunque ahora el sentimiento es diferente al de hace 10 meses. Estamos a la espera de las vacunas, que ya se han comenzado a aplicar; sabemos que aunque limitada, la labor de los teatreros puede seguirse dando; hemos sido capaces de dar un giro al desempeño de actores, directores, bailarines, autores, etcétera; creemos…\u0009

No es lo ideal de hecho está muy lejos de ser el panorama que quisiéramos para el teatro, para el arte, para el país, para la humanidad en general, pero es la realidad y hay que enfrentarla de la mejor manera posible.

Como ya lo he dicho, muchas han sido las pérdidas en todos los terrenos, las vidas evidentemente son las más dolorosas. Los que tenemos la fortuna de seguir aquí tenemos el compromiso de hacer que las cosas, todas, cambien para bien.

Hace un par de semanas se realizó el estreno del musical Ghost, la sombra del amor, el único montaje de gran formato que llegó a las tablas en este annus horribilis. La historia, basada en la famosa película de 1990, es de todos conocida: el espíritu de un hombre que es asesinado se queda en este mundo para proteger a la mujer que ama, mientras ella corre peligro. Para finalmente ir al cielo.

Ghost pudo dar sólo dos funciones y está a la espera de la reapertura de los teatros.

Pensemos que hoy, los que estamos vivos estamos siendo protegidos por los que ya no están; y confiemos en que pronto, lo más pronto posible, podamos volver a la normalidad, pero totalmente renovados y con el aprendizaje que esta pandemia nos deje.

¡Un feliz y sano año nuevo para todos!

A mi familia, con amor

Por: Hugo Hernández

Seguramente la primera reacción si alguien nos pregunta cómo recordaremos este 2020 que está por terminar, será decir que preferiríamos borrarlo por complejo de nuestra memoria, o en el mejor (o peor) de los casos decir que pasará como un “año horrible”, annus horribilis para usar la frase en latín que ha sido utilizada a lo largo de los siglos para referirse a momentos así: espantosos e inciertos como los que estamos viviendo.

Quienes afirmen eso tendrían toda la razón: ha sido un año espantoso. Lleno de pérdidas, de dolores, de incertidumbre, de angustias, de encierro, de desencanto, en el que nos hemos visto obligados a replantearnos absolutamente todo.

Nos ha cimbrado; no cabe duda, y eso es terrible sí, pero al mismo tiempo es una puerta abierta a revalorar cada una de las cosas, situaciones, prioridades que teníamos antes de que el coronavirus apareciera en nuestras vidas.

En el mundo del teatro ese “golpe” llegó el 16 de marzo, fecha en la que se suspendieron todas las actividades escénicas en el país. Vinieron entonces siete meses de ansiedad, pero también de creatividad, en los que los teatreros se zambulleron en sí mismos y se convirtieron en docentes, conferencistas, instructores… a través de diversas plataformas digitales.

Luego, aunque casi todos se habían negado en un principio a hacerlo, empezaron las transmisiones en línea, los hoy famosos streamings, que permitieron reponer algunos montajes o incluso crear otros muchos directamente para esta modalidad.

En septiembre, luego de más de 200 días sin funciones, se abrió la posibilidad de hacerlas. Algunas compañías se aventuraron, con todos los riesgos que ello les implicaba. Fueron apenas algunas semanas de actividad, pues desde el pasado 14 de diciembre y al menos hasta el 10 de enero próximo, quedaron nuevamente canceladas (entre otras muchas) todas las actividades escénicas.

Nuevamente estamos frente a la incertidumbre, aunque ahora el sentimiento es diferente al de hace 10 meses. Estamos a la espera de las vacunas, que ya se han comenzado a aplicar; sabemos que aunque limitada, la labor de los teatreros puede seguirse dando; hemos sido capaces de dar un giro al desempeño de actores, directores, bailarines, autores, etcétera; creemos…\u0009

No es lo ideal de hecho está muy lejos de ser el panorama que quisiéramos para el teatro, para el arte, para el país, para la humanidad en general, pero es la realidad y hay que enfrentarla de la mejor manera posible.

Como ya lo he dicho, muchas han sido las pérdidas en todos los terrenos, las vidas evidentemente son las más dolorosas. Los que tenemos la fortuna de seguir aquí tenemos el compromiso de hacer que las cosas, todas, cambien para bien.

Hace un par de semanas se realizó el estreno del musical Ghost, la sombra del amor, el único montaje de gran formato que llegó a las tablas en este annus horribilis. La historia, basada en la famosa película de 1990, es de todos conocida: el espíritu de un hombre que es asesinado se queda en este mundo para proteger a la mujer que ama, mientras ella corre peligro. Para finalmente ir al cielo.

Ghost pudo dar sólo dos funciones y está a la espera de la reapertura de los teatros.

Pensemos que hoy, los que estamos vivos estamos siendo protegidos por los que ya no están; y confiemos en que pronto, lo más pronto posible, podamos volver a la normalidad, pero totalmente renovados y con el aprendizaje que esta pandemia nos deje.

¡Un feliz y sano año nuevo para todos!