/ martes 20 de noviembre de 2018

Entre piernas y telones | Por jodidos y hocicones...

Por: Hugo Hernández

En el escenario lo que se ve, se palpa, se siente… es el intenso amor por el teatro. Verdadero, real, auténtico; no de ése que se presume en las entrevistas televisivas, sino el que se construye con la práctica cotidiana y la entrega total.

Una carreta de madera, sencilla, en el escenario, remite al histórico Tespis, aquel mítico primer actor que en un carruaje similar recorría las antiquísimas polis griegas presentando sus tramas incipientes. Recuerda también a las caravanas de juglares que durante la muy larga Edad Media y el fugaz Renacimiento iban de poblado en poblado actuando aquellas escenas de la Comedia del Arte.

Se trata del espectáculo Por jodidos y hocicones mataron a los actores en el que el gran, ENORME, César Enríquez demuestra que es, sin duda alguna, uno de los mejores representantes del buen cabaret político que se hace en nuestro país.

No es una sorpresa, pues hace ya una década que Cesar ha estado picando piedra y mostrando que cada uno de sus montajes no ha sido resultado de una genial ocurrencia, sino producto del trabajo, la preparación, amén del muchísimo y evidente talento.

Egresado del extinto Foro Teatro Contemporáneo del maestro Ludwik Margules, César es un artista completo, en toda la extensión de la palabra, pues no sólo actúa sus propios espectáculos, sino que los escribe, dirige, musicaliza, produce…

En Por jodidos y hocicones mataron a los actores César “revive” a tres famélicos carperos quienes contarán diversos momentos de sus vidas para tratar de acordarse cómo es que fueron ejecutados.

A través de la música, pantomima, bailes y pequeños sketches, van hilvanando la trama que cuenta las vidas de estos “aparecidos” en distintos momentos de la Historia de nuestro país, pero cargada de referencias y críticas a personajes, instituciones y políticas de la actualidad.

Todo esto en medio de un dialogo hilarante, divertidísimo, lleno de albures y dobles sentidos (al más puro estilo de las tradicionales carpas mexicanas) pero sobre todo plagado de ingenio y agudeza.

Acompañan a César Enríquez un talentosísimo elenco y equipo creativo. Bravo a Rodrigo Ostap (excelente actor, a quien he de confesar que no conocía o no recuerdo) y a Eduardo Pueblo (actor, compositor y ejecutante de los temas musicales). Juntos forman un trío maravilloso.

Y ovación también para la creativa y muy práctica escenografía diseñada por Natalia Sedano (¡padrísima!); el sensacional vestuario (Brisa Alonso), la juguetona iluminación (Edgar Sánchez), y al estupendo maquillaje de Carlos Guizar.

Por ahora queda una sola función de Por jodidos…, y será este miércoles 21 de noviembre en El Vicio, que comandan Las reinas chulas (Madrid 13, en Coyoacán).

Y los miércoles de diciembre regresa César con su divertidísimo montaje Petunia Sola en Samborts, y por si fuera poco estrena esta misma semana como autor y director Las hijas de Aztlán, que presentará con los actores de la compañía de Teatro Penitenciario.

Por: Hugo Hernández

En el escenario lo que se ve, se palpa, se siente… es el intenso amor por el teatro. Verdadero, real, auténtico; no de ése que se presume en las entrevistas televisivas, sino el que se construye con la práctica cotidiana y la entrega total.

Una carreta de madera, sencilla, en el escenario, remite al histórico Tespis, aquel mítico primer actor que en un carruaje similar recorría las antiquísimas polis griegas presentando sus tramas incipientes. Recuerda también a las caravanas de juglares que durante la muy larga Edad Media y el fugaz Renacimiento iban de poblado en poblado actuando aquellas escenas de la Comedia del Arte.

Se trata del espectáculo Por jodidos y hocicones mataron a los actores en el que el gran, ENORME, César Enríquez demuestra que es, sin duda alguna, uno de los mejores representantes del buen cabaret político que se hace en nuestro país.

No es una sorpresa, pues hace ya una década que Cesar ha estado picando piedra y mostrando que cada uno de sus montajes no ha sido resultado de una genial ocurrencia, sino producto del trabajo, la preparación, amén del muchísimo y evidente talento.

Egresado del extinto Foro Teatro Contemporáneo del maestro Ludwik Margules, César es un artista completo, en toda la extensión de la palabra, pues no sólo actúa sus propios espectáculos, sino que los escribe, dirige, musicaliza, produce…

En Por jodidos y hocicones mataron a los actores César “revive” a tres famélicos carperos quienes contarán diversos momentos de sus vidas para tratar de acordarse cómo es que fueron ejecutados.

A través de la música, pantomima, bailes y pequeños sketches, van hilvanando la trama que cuenta las vidas de estos “aparecidos” en distintos momentos de la Historia de nuestro país, pero cargada de referencias y críticas a personajes, instituciones y políticas de la actualidad.

Todo esto en medio de un dialogo hilarante, divertidísimo, lleno de albures y dobles sentidos (al más puro estilo de las tradicionales carpas mexicanas) pero sobre todo plagado de ingenio y agudeza.

Acompañan a César Enríquez un talentosísimo elenco y equipo creativo. Bravo a Rodrigo Ostap (excelente actor, a quien he de confesar que no conocía o no recuerdo) y a Eduardo Pueblo (actor, compositor y ejecutante de los temas musicales). Juntos forman un trío maravilloso.

Y ovación también para la creativa y muy práctica escenografía diseñada por Natalia Sedano (¡padrísima!); el sensacional vestuario (Brisa Alonso), la juguetona iluminación (Edgar Sánchez), y al estupendo maquillaje de Carlos Guizar.

Por ahora queda una sola función de Por jodidos…, y será este miércoles 21 de noviembre en El Vicio, que comandan Las reinas chulas (Madrid 13, en Coyoacán).

Y los miércoles de diciembre regresa César con su divertidísimo montaje Petunia Sola en Samborts, y por si fuera poco estrena esta misma semana como autor y director Las hijas de Aztlán, que presentará con los actores de la compañía de Teatro Penitenciario.