/ martes 1 de octubre de 2019

Impugnar a Trump es bueno

Si hay algo en lo que cree el “tuitero en jefe” es que lo que es bueno para Donald Trump es bueno para Estados Unidos. Hace poco más de un mes (aunque parece que ha pasado mucho más tiempo), Trump dijo en un mitin de campaña que los electores “no tienen otra opción que votar por mí”, porque su derrota ocasionaría una caída en la bolsa.

Sin embargo, ha sucedido algo curioso en el transcurso de estas últimas dos semanas que, para Trump, han sido cosas terribles, horribles, muy malas y nada buenas.

Y, en esencia, los mercados financieros se encogieron de hombros.

A primera vista, esto puede parecer extraño. Después de todo, sea cual sea el resultado final de las crecientes posibilidades de que se inicie un juicio político, el efecto inmediato es, sin duda, paralizar la capacidad del gobierno de Trump para impulsar su agenda legislativa.

Pero ¿por qué eso no inquieta a los inversionistas? La respuesta es: “¿Cuál agenda legislativa?”. Incluso cuando el partido de Trump controlaba ambas cámaras del Congreso, sólo presentó dos iniciativas legislativas importantes.

Una fue un enorme recorte fiscal para las corporaciones y los ricos que va a generar un déficit de billones de dólares, pero que no parece haber hecho mucho por la economía. La otra fue un intento de quitarle el seguro médico a unos treinta millones de estadounidenses y no se aprobó.

¿Y ahora qué sigue? Bueno, supongo que la impugnación presidencial podría obstaculizar el gran plan de infraestructura que Trump ha venido prometiendo desde hace tres años.

Muy bien, ya pueden dejar de reírse. Desde hace tiempo, “la semana de la infraestructura” se ha convertido en un chiste. Nadie, lo que se dice nadie, cree que cualquier plan real, y mucho menos uno que pudiera aprobar una Cámara de Representantes de mayoría demócrata, llegará a materializarse.

A estas alturas, el único elemento medianamente significativo en materia legislativa es la sustitución del TLC propuesta por Trump, que básicamente es indistinguible del TLC original.

Es posible que Trump crea que es importante ponerle un nombre nuevo al mismo acuerdo comercial, pero casi nadie piensa así.

Siendo justos, legislar no es la única manera en la que los presidentes pueden crear políticas públicas, además, la perspectiva de que haya un juicio político podría tener un efecto negativo sobre la capacidad de Trump para implementar políticas mediante el decreto ejecutivo.

Pero la cuestión es que, como la mayoría de lo que Trump trata de hacer es malo para Estados Unidos, cualquier tipo de parálisis que pueda provocar un juicio político es buena.

Y seamos claros: la degradación del gobierno es mala para las empresas. Quizá a las corporaciones no siempre les guste la regulación gubernamental, pero lo que sí les gusta es que el gobierno sea predecible, competente y tome decisiones basadas en criterios claros, no en conexiones políticas. Impugnar a Donald Trump es bueno para la economía de EU.

Si hay algo en lo que cree el “tuitero en jefe” es que lo que es bueno para Donald Trump es bueno para Estados Unidos. Hace poco más de un mes (aunque parece que ha pasado mucho más tiempo), Trump dijo en un mitin de campaña que los electores “no tienen otra opción que votar por mí”, porque su derrota ocasionaría una caída en la bolsa.

Sin embargo, ha sucedido algo curioso en el transcurso de estas últimas dos semanas que, para Trump, han sido cosas terribles, horribles, muy malas y nada buenas.

Y, en esencia, los mercados financieros se encogieron de hombros.

A primera vista, esto puede parecer extraño. Después de todo, sea cual sea el resultado final de las crecientes posibilidades de que se inicie un juicio político, el efecto inmediato es, sin duda, paralizar la capacidad del gobierno de Trump para impulsar su agenda legislativa.

Pero ¿por qué eso no inquieta a los inversionistas? La respuesta es: “¿Cuál agenda legislativa?”. Incluso cuando el partido de Trump controlaba ambas cámaras del Congreso, sólo presentó dos iniciativas legislativas importantes.

Una fue un enorme recorte fiscal para las corporaciones y los ricos que va a generar un déficit de billones de dólares, pero que no parece haber hecho mucho por la economía. La otra fue un intento de quitarle el seguro médico a unos treinta millones de estadounidenses y no se aprobó.

¿Y ahora qué sigue? Bueno, supongo que la impugnación presidencial podría obstaculizar el gran plan de infraestructura que Trump ha venido prometiendo desde hace tres años.

Muy bien, ya pueden dejar de reírse. Desde hace tiempo, “la semana de la infraestructura” se ha convertido en un chiste. Nadie, lo que se dice nadie, cree que cualquier plan real, y mucho menos uno que pudiera aprobar una Cámara de Representantes de mayoría demócrata, llegará a materializarse.

A estas alturas, el único elemento medianamente significativo en materia legislativa es la sustitución del TLC propuesta por Trump, que básicamente es indistinguible del TLC original.

Es posible que Trump crea que es importante ponerle un nombre nuevo al mismo acuerdo comercial, pero casi nadie piensa así.

Siendo justos, legislar no es la única manera en la que los presidentes pueden crear políticas públicas, además, la perspectiva de que haya un juicio político podría tener un efecto negativo sobre la capacidad de Trump para implementar políticas mediante el decreto ejecutivo.

Pero la cuestión es que, como la mayoría de lo que Trump trata de hacer es malo para Estados Unidos, cualquier tipo de parálisis que pueda provocar un juicio político es buena.

Y seamos claros: la degradación del gobierno es mala para las empresas. Quizá a las corporaciones no siempre les guste la regulación gubernamental, pero lo que sí les gusta es que el gobierno sea predecible, competente y tome decisiones basadas en criterios claros, no en conexiones políticas. Impugnar a Donald Trump es bueno para la economía de EU.