/ sábado 27 de julio de 2019

Impulsividad, delito, robo, homicidio

Para bien o para mal, a cada momento somos blanco de todo tipo de estímulos. La mayoría de ellos pueden pasar desapercibidos, pero, basta uno solo de ellos para perder el balance; para desequilibrarnos y extraviar la cordura. ¿De qué depende? Principalmente de nuestro carácter y su conducción o incluso del simple detonante “cómo le va uno en la feria”.

Responder a todo a la primera, de “bote pronto” denota buenos reflejos, pero también corre uno grandes riesgos de quedar atrapado en un laberinto. Siempre es mejor la cabeza fría, sopesar y reflexionar, analizar… para no lamentar las consecuencias.

Por ejemplo, la “impulsividad” es uno de los factores en el inicio de una conducta antisocial. Desde la criminología cuatro palabras clave son vinculadas por su potencial cadena de errores: Impulsividad, delito, robo, homicidio. Agreguemos el contexto.

1. Los expertos plantean dos interrogantes:

¿La falta de control de los impulsos (impulsividad) es una variable determinante que agrava el delito de robo con acciones violentas como cometer homicidio?

¿Existen diferencias en el control de los impulsos y tipo de delito según las características del sujeto (edad, nivel educativo, estado civil, uso de sustancias tóxicas, reincidencia)?

2. Antecedentes:

La Real Academia Española define impulsividad: “cualidad de una persona impulsiva”… y a una persona impulsiva: “que suele hablar o proceder sin reflexión ni cautela, dejándose llevar por la impresión del momento”.

A mis 25 años ingresé a trabajar en el sistema penitenciario y entre otras actividades, diversos exámenes a los internos. Recuerdo casos que marcaron mi vida profesional por su relación con la violencia y sus problemas de adaptación social y conductas de riesgo.

Los exámenes establecían entre otros aspectos:

Control de impulsos. Un rasgo de personalidad, se evalúa con pruebas proyectivas. Refiere que la conducta impulsiva es resultado de la observación e imitación de un modelo agresivo que se concibe en la familia, escuela, comunidad. Lo deseable es un alto control de impulsos. Consecuencias del bajo control, son de dominio público.

Tolerancia a la frustración. La baja tolerancia niega que los deseos sean postergados, reacciona en los extremos de la ira y retraimiento. Por su parte, la alta tolerancia aprende a resolver limitaciones, respeta las leyes, cimenta hábitos, perseverancia, adaptación al contexto sin claudicar.

Capacidad de demora. Se dice que es hija de la tolerancia a la frustración, permite posponer necesidades inmediatas a favor del logro de metas a mayor plazo.

3. Veamos, de forma resumida, las principales respuestas de expertos:

En la adolescencia y juventud se puede seguir modelos de impulsividad “Pero es transitorio y desaparece con la edad y vínculos sociales que permiten un estilo de vida saludable e integrado”.

Alta correlación entre la desocupación juvenil y las conductas antisociales.

La estabilidad laboral apoya positivamente al control de los impulsos.

El uso y abuso de sustancias tóxicas disminuye el control de los impulsos.

4. No está de más señalar que no por sencillas las anteriores afirmaciones carecen de realidad. Reiteramos: resalta la importancia en los programas sociales actuales en el País a favor de la juventud porque juegan un papel destacado en la prevención del delito y acceso al ámbito laboral.

En la reinserción social, recordemos: “No puedes volver atrás y cambiar el principio, pero puedes comenzar donde estás y cambiar el final” (C.S Lewis, 1898 – 1963).

hazael.ruiz@hotmail.com

Para bien o para mal, a cada momento somos blanco de todo tipo de estímulos. La mayoría de ellos pueden pasar desapercibidos, pero, basta uno solo de ellos para perder el balance; para desequilibrarnos y extraviar la cordura. ¿De qué depende? Principalmente de nuestro carácter y su conducción o incluso del simple detonante “cómo le va uno en la feria”.

Responder a todo a la primera, de “bote pronto” denota buenos reflejos, pero también corre uno grandes riesgos de quedar atrapado en un laberinto. Siempre es mejor la cabeza fría, sopesar y reflexionar, analizar… para no lamentar las consecuencias.

Por ejemplo, la “impulsividad” es uno de los factores en el inicio de una conducta antisocial. Desde la criminología cuatro palabras clave son vinculadas por su potencial cadena de errores: Impulsividad, delito, robo, homicidio. Agreguemos el contexto.

1. Los expertos plantean dos interrogantes:

¿La falta de control de los impulsos (impulsividad) es una variable determinante que agrava el delito de robo con acciones violentas como cometer homicidio?

¿Existen diferencias en el control de los impulsos y tipo de delito según las características del sujeto (edad, nivel educativo, estado civil, uso de sustancias tóxicas, reincidencia)?

2. Antecedentes:

La Real Academia Española define impulsividad: “cualidad de una persona impulsiva”… y a una persona impulsiva: “que suele hablar o proceder sin reflexión ni cautela, dejándose llevar por la impresión del momento”.

A mis 25 años ingresé a trabajar en el sistema penitenciario y entre otras actividades, diversos exámenes a los internos. Recuerdo casos que marcaron mi vida profesional por su relación con la violencia y sus problemas de adaptación social y conductas de riesgo.

Los exámenes establecían entre otros aspectos:

Control de impulsos. Un rasgo de personalidad, se evalúa con pruebas proyectivas. Refiere que la conducta impulsiva es resultado de la observación e imitación de un modelo agresivo que se concibe en la familia, escuela, comunidad. Lo deseable es un alto control de impulsos. Consecuencias del bajo control, son de dominio público.

Tolerancia a la frustración. La baja tolerancia niega que los deseos sean postergados, reacciona en los extremos de la ira y retraimiento. Por su parte, la alta tolerancia aprende a resolver limitaciones, respeta las leyes, cimenta hábitos, perseverancia, adaptación al contexto sin claudicar.

Capacidad de demora. Se dice que es hija de la tolerancia a la frustración, permite posponer necesidades inmediatas a favor del logro de metas a mayor plazo.

3. Veamos, de forma resumida, las principales respuestas de expertos:

En la adolescencia y juventud se puede seguir modelos de impulsividad “Pero es transitorio y desaparece con la edad y vínculos sociales que permiten un estilo de vida saludable e integrado”.

Alta correlación entre la desocupación juvenil y las conductas antisociales.

La estabilidad laboral apoya positivamente al control de los impulsos.

El uso y abuso de sustancias tóxicas disminuye el control de los impulsos.

4. No está de más señalar que no por sencillas las anteriores afirmaciones carecen de realidad. Reiteramos: resalta la importancia en los programas sociales actuales en el País a favor de la juventud porque juegan un papel destacado en la prevención del delito y acceso al ámbito laboral.

En la reinserción social, recordemos: “No puedes volver atrás y cambiar el principio, pero puedes comenzar donde estás y cambiar el final” (C.S Lewis, 1898 – 1963).

hazael.ruiz@hotmail.com