/ jueves 24 de enero de 2019

La economía no rescatará a Trump

A pesar de que los medios han realizado aproximadamente 100 mil reportajes en cafeterías sobre simpatizantes entusiastas de Trump que pertenecen a la clase trabajadora, la realidad es que Donald Trump goza de una impopularidad extraordinaria. Un análisis reciente del Centro de Investigación Pew encontró que sólo ha habido otro presidente de la era moderna con un nivel tan bajo de aprobación después de dos años en el cargo.

Sin embargo, ese presidente fue Ronald Reagan, quien ganó la reelección con un triunfo aplastante. Por lo tanto, algunos seguidores de Trump sugieren que su campeón puede repetir esa hazaña. ¿Es cierto? No es cierto. ¿Cómo se compara esta historia con las posibilidades de Trump?

Primero que nada, Reagan era impopular por una economía débil, mientras que Trump es impopular a pesar de una economía sólida. Es decir, su punto de referencia es mucho más bajo.

Además, no hay posibilidades de que en los próximos dos años se dé un auge como el que reflejaba el comercial de la campaña política de Reagan “Morning in America”.

Para empezar, durante 1983 y 1984, Estados Unidos fue capaz de crecer muy rápido al poner a trabajar la inmensa capacidad productiva que no se había utilizado en el transcurso de la recesión secundaria ocurrida entre 1979 y 1982. En este momento, con el desempleo por debajo de cuatro por ciento, no está claro si aún hay cierta capacidad productiva sin utilizar. Sin duda no queda suficiente como para que se pueda dar el crecimiento superior a siete por ciento en las tasas de ingreso real de las personas que prevaleció en las vísperas de las elecciones de 1984.

Sin embargo, en la actualidad, la Reserva Federal no puede —de verdad no puede— producir el tipo de impulso de aquel entonces, cuando redujo los niveles de las tasas de interés de dos dígitos a un dígito, porque las tasas ya están bastante bajas. Además, con los precios de las viviendas más bien al alza, es difícil imaginar que vaya a ocurrir una enorme explosión en el futuro.

¿Hay otras maneras en las que la economía podría rescatar a Trump? ¿Qué sucede con la reducción fiscal de 2017, la cual Trump dijo que sería como “combustible de cohetes” para la economía?

Bien, al incrementar el déficit del presupuesto, es probable que esa reducción le haya dado algún tipo de estímulo a la economía, lo cual generó un aumento temporal del crecimiento. No obstante, ese efecto ya está desapareciendo, y la economía de todas maneras iría a la baja, incluso sin el freno adicional que ha ejercido sobre ella el cierre del gobierno de Trump. Esto no quiere decir necesariamente que pronto habrá una recesión, pero lo más seguro es que tengamos un crecimiento mediocre, como mucho.

Sin embargo, ¿no se suponía que la reducción fiscal iba a aumentar el crecimiento a largo plazo al provocar un incremento en las inversiones empresariales? Sí, se suponía, pero no se están obteniendo los resultados prometidos. Las corporaciones recibieron inmensos recortes fiscales, pero usaron el dinero primordialmente para pagar dividendos más altos y recomprar acciones, no para invertir.

Por lo tanto, Donald Trump no es Ronald Reagan.

A pesar de que los medios han realizado aproximadamente 100 mil reportajes en cafeterías sobre simpatizantes entusiastas de Trump que pertenecen a la clase trabajadora, la realidad es que Donald Trump goza de una impopularidad extraordinaria. Un análisis reciente del Centro de Investigación Pew encontró que sólo ha habido otro presidente de la era moderna con un nivel tan bajo de aprobación después de dos años en el cargo.

Sin embargo, ese presidente fue Ronald Reagan, quien ganó la reelección con un triunfo aplastante. Por lo tanto, algunos seguidores de Trump sugieren que su campeón puede repetir esa hazaña. ¿Es cierto? No es cierto. ¿Cómo se compara esta historia con las posibilidades de Trump?

Primero que nada, Reagan era impopular por una economía débil, mientras que Trump es impopular a pesar de una economía sólida. Es decir, su punto de referencia es mucho más bajo.

Además, no hay posibilidades de que en los próximos dos años se dé un auge como el que reflejaba el comercial de la campaña política de Reagan “Morning in America”.

Para empezar, durante 1983 y 1984, Estados Unidos fue capaz de crecer muy rápido al poner a trabajar la inmensa capacidad productiva que no se había utilizado en el transcurso de la recesión secundaria ocurrida entre 1979 y 1982. En este momento, con el desempleo por debajo de cuatro por ciento, no está claro si aún hay cierta capacidad productiva sin utilizar. Sin duda no queda suficiente como para que se pueda dar el crecimiento superior a siete por ciento en las tasas de ingreso real de las personas que prevaleció en las vísperas de las elecciones de 1984.

Sin embargo, en la actualidad, la Reserva Federal no puede —de verdad no puede— producir el tipo de impulso de aquel entonces, cuando redujo los niveles de las tasas de interés de dos dígitos a un dígito, porque las tasas ya están bastante bajas. Además, con los precios de las viviendas más bien al alza, es difícil imaginar que vaya a ocurrir una enorme explosión en el futuro.

¿Hay otras maneras en las que la economía podría rescatar a Trump? ¿Qué sucede con la reducción fiscal de 2017, la cual Trump dijo que sería como “combustible de cohetes” para la economía?

Bien, al incrementar el déficit del presupuesto, es probable que esa reducción le haya dado algún tipo de estímulo a la economía, lo cual generó un aumento temporal del crecimiento. No obstante, ese efecto ya está desapareciendo, y la economía de todas maneras iría a la baja, incluso sin el freno adicional que ha ejercido sobre ella el cierre del gobierno de Trump. Esto no quiere decir necesariamente que pronto habrá una recesión, pero lo más seguro es que tengamos un crecimiento mediocre, como mucho.

Sin embargo, ¿no se suponía que la reducción fiscal iba a aumentar el crecimiento a largo plazo al provocar un incremento en las inversiones empresariales? Sí, se suponía, pero no se están obteniendo los resultados prometidos. Las corporaciones recibieron inmensos recortes fiscales, pero usaron el dinero primordialmente para pagar dividendos más altos y recomprar acciones, no para invertir.

Por lo tanto, Donald Trump no es Ronald Reagan.