/ jueves 16 de noviembre de 2017

La guerra de la clase republicana

El otro día, Mitch McConnell, el líder de la mayoría en el senado, admitió ante The New York Times que se había “equivocado” cuando declaró que el plan fiscal de su partido no aumentaría los impuestos a las familias de la clase media. Sin embargo, se equivocó cuando dijo que se había “equivocado”: el término correcto es “mintió”.

McConnell se vio obligado a hacer esa especie de confesión debido a un informe del Comité Conjunto sobre Impuestos, el árbitro oficial del Congreso, que encontró que miles de familias de clase media verían un aumento en sus impuestos con la propuesta republicana del senado. Sin embargo, esto no fue un tipo de errorcito técnico de su parte.

Tanto la propuesta del senado como la propuesta similar de la cámara de representantes republicanas ofrecen enormes recortes fiscales a las empresas y a los ricos, después tratan de limitar el impacto de estos recortes fiscales en el déficit presupuestal restableciendo créditos y exenciones fiscales que beneficiarán principalmente a la clase media. Claro está que muchos en la clase media verían un aumento en sus impuestos.

No obstante, centrarnos en cuántos enfrentarían un aumento en sus impuestos solo es una pequeña parte de lo que está pasando aquí.

La guerra vertical de clases, aunada a las afirmaciones falsas de que se recortarán impuestos a la clase media, ha sido una forma de operar típica del Partido Republicano desde hace mucho tiempo. De hecho, para los analistas de políticas de cierta edad, el debate fiscal actual inspira un abrumador sentimiento de déjà vu, debido a que muchos de los trucos que los republicanos están usando provienen directo del manual de jugadas de la administración de Bush de 2001 y 2003.

¿Exenciones fiscales que se agregarán o eliminarán para disminuir el impacto fiscal de 10 años? Ahí están. ¿Ejemplos y cálculos engañosos para dar la falsa impresión de un recorte fiscal para la clase media? Sí, también. ¿Hacer como que los recortes fiscales no tendrán ningún costo, que no acabarán por ser compensados por recortes a programas populares? Sí, eso también está.

Sin embargo, esta nueva forma de avaricia tiene aspectos novedosos. En esta ocasión, con mucha más claridad que antes, la meta parece ser favorecer a la riqueza, en especial a la heredada, y no al trabajo. Además, la legislación esconde varias medidas que dificultarían todavía más a los niños de las clases media y trabajadora subir en la escala económica.

Sobre los ricos: el ejemplo más importante es la forma en la que los planes del Partido Republicano eliminan o reducen significativamente los impuestos sobre la riqueza heredada, que hoy en día se aplican solo a un puñado de herencias cuantiosas. Sí, los republicanos todavía nos quieren hacer creer que se trata de ayudar a los pequeños negocios y fincas agrícolas o ganaderas familiares, pero ya a estas alturas es una broma de mal gusto: los mejores cálculos sugieren que solo un 80 —sí, un ocho y un cero— de esos negocios y fincas pagan algún impuesto sobre sucesiones al año. La idea es hacer más ricos a los herederos ricos… y punto.

Hay otros grandes ejemplos, como una nueva laguna fiscal que beneficiaría a los propietarios de empresas, siempre y cuando no sean ellos quienes las administren. Y hay más. Sin embargo, permítanme hacer énfasis en lo que los republicanos están tratando de hacer a las familias comunes y corrientes.

Todavía estamos en espera de un análisis detallado de la propuesta de ley del senado, pero la propuesta de la cámara de representantes no solo eleva los impuestos de muchas familias de clase media: también aumenta selectivamente los impuestos a las familias que tienen hijos. De hecho, la mitad —¡la mitad! — de las familias con hijos verán un aumento en sus impuestos una vez que la ley se implemente en su totalidad.

El otro día, Mitch McConnell, el líder de la mayoría en el senado, admitió ante The New York Times que se había “equivocado” cuando declaró que el plan fiscal de su partido no aumentaría los impuestos a las familias de la clase media. Sin embargo, se equivocó cuando dijo que se había “equivocado”: el término correcto es “mintió”.

McConnell se vio obligado a hacer esa especie de confesión debido a un informe del Comité Conjunto sobre Impuestos, el árbitro oficial del Congreso, que encontró que miles de familias de clase media verían un aumento en sus impuestos con la propuesta republicana del senado. Sin embargo, esto no fue un tipo de errorcito técnico de su parte.

Tanto la propuesta del senado como la propuesta similar de la cámara de representantes republicanas ofrecen enormes recortes fiscales a las empresas y a los ricos, después tratan de limitar el impacto de estos recortes fiscales en el déficit presupuestal restableciendo créditos y exenciones fiscales que beneficiarán principalmente a la clase media. Claro está que muchos en la clase media verían un aumento en sus impuestos.

No obstante, centrarnos en cuántos enfrentarían un aumento en sus impuestos solo es una pequeña parte de lo que está pasando aquí.

La guerra vertical de clases, aunada a las afirmaciones falsas de que se recortarán impuestos a la clase media, ha sido una forma de operar típica del Partido Republicano desde hace mucho tiempo. De hecho, para los analistas de políticas de cierta edad, el debate fiscal actual inspira un abrumador sentimiento de déjà vu, debido a que muchos de los trucos que los republicanos están usando provienen directo del manual de jugadas de la administración de Bush de 2001 y 2003.

¿Exenciones fiscales que se agregarán o eliminarán para disminuir el impacto fiscal de 10 años? Ahí están. ¿Ejemplos y cálculos engañosos para dar la falsa impresión de un recorte fiscal para la clase media? Sí, también. ¿Hacer como que los recortes fiscales no tendrán ningún costo, que no acabarán por ser compensados por recortes a programas populares? Sí, eso también está.

Sin embargo, esta nueva forma de avaricia tiene aspectos novedosos. En esta ocasión, con mucha más claridad que antes, la meta parece ser favorecer a la riqueza, en especial a la heredada, y no al trabajo. Además, la legislación esconde varias medidas que dificultarían todavía más a los niños de las clases media y trabajadora subir en la escala económica.

Sobre los ricos: el ejemplo más importante es la forma en la que los planes del Partido Republicano eliminan o reducen significativamente los impuestos sobre la riqueza heredada, que hoy en día se aplican solo a un puñado de herencias cuantiosas. Sí, los republicanos todavía nos quieren hacer creer que se trata de ayudar a los pequeños negocios y fincas agrícolas o ganaderas familiares, pero ya a estas alturas es una broma de mal gusto: los mejores cálculos sugieren que solo un 80 —sí, un ocho y un cero— de esos negocios y fincas pagan algún impuesto sobre sucesiones al año. La idea es hacer más ricos a los herederos ricos… y punto.

Hay otros grandes ejemplos, como una nueva laguna fiscal que beneficiaría a los propietarios de empresas, siempre y cuando no sean ellos quienes las administren. Y hay más. Sin embargo, permítanme hacer énfasis en lo que los republicanos están tratando de hacer a las familias comunes y corrientes.

Todavía estamos en espera de un análisis detallado de la propuesta de ley del senado, pero la propuesta de la cámara de representantes no solo eleva los impuestos de muchas familias de clase media: también aumenta selectivamente los impuestos a las familias que tienen hijos. De hecho, la mitad —¡la mitad! — de las familias con hijos verán un aumento en sus impuestos una vez que la ley se implemente en su totalidad.