/ sábado 17 de diciembre de 2022

La moviola | Avatar: El camino del agua

@lamoviola

Cuéntale tus planes a la industria para que se ría de ellos. ¿O cómo era? Han pasado 13 años desde que James Cameron presentó su mega proyecto Avatar y muchas aplanadoras taquilleras han pasado desde entonces. El director de Terminator, parece saberlo de algún modo y se le percibe ligeramente más moderado. Avatar: El camino del agua tiene pues, sus muy buenas expectativas dentro de la industria pero no es lo mismo que en 2009.

La secuela, tiene más corazón, aunque lo que pesa en un monumental espectáculo visual, en el que sí, en todo momento, se ven los dólares invertidos. That’s It. Bueno no, abundemos.

Cameron entiende bien el género de la ciencia ficción, lo sabe manejar y lo hace sin sobresaltos. Le mete en esta ocasión, un tufo dulzón y emotivo, más claro que en la primera y usa de forma efectiva personajes arquetipo. Todo para que funcione el cuento y que por cierto están bien delineados, y no son planos.

Cae en la tentación de dar mayor peso a personajes adolescentes, y maneja dos líneas argumentales, ninguna se siente de peso, aunque lo que importa siempre es no distraernos del espectáculo visual.

Ahora hay menos barullo que en la primera y se puede contemplar con más calma la historia. Cameron no es hipócrita y sabe muy bien qué es lo que importa en su franquicia. Respeta el género, tiene su reflexión ética, pero hasta ahí, para que tampoco nos distraigamos del impecable espectáculo visual que tenemos enfrente. Ciencia ficción sobre todo, melodrama y aventuras de fórmula.

Jake Sully (Sam Worthington, azul de la alegría de regresar a las ligas mayores), se ha dedicado a acrecentar su prole –pero en serio-, ya que tiene una familia con Neytiri (Zoé Saldaña), llena de adolescentes. Es jefe de la tribu o clan o quién sabe qué de los Omaticaya y como sabemos pertenece a los Na’vi, que centran toda la historia.

Vive tranquilo porque también tiene un adolescente adoptado, obvio fue sarcasmo, Spider (Jack Champion), que es humano y que ha criado como hijo aunque en realidad es el frutito del Coronel Quaritch (Stephen Lang), quien regresa en forma de Na’vi, también azul del coraje, para conquistar Pandora y vengarse de Jake. Así más o menos va la cosa, pero Cameron se tardó más de dos décadas en escribir este guion.

Es claro que no estamos ante una obra al estilo de Pierre Boulle, creador de El Planeta de los simios, con su adaptación original impecable dirigida por Franklin Schaffner, pero el género de la ciencia ficción, para Cameron no es nuevo y sabe darle al filme congruencia para que navegue en aguas tranquilas.

Avatar es una obra portentosa en cuanto a la tecnología y lo que tenemos ante los ojos. Es indiscutible. Como la contribución de la propuesta también lo es para la industria. Pero adolece de una historia trascendente, un fondo pues, aunque todo indica que lo que vemos en pantalla es lo que desde años se propuso el director.

Sin embargo, el agua siempre corre y así como al filme de 2009 le cayó la epidemia ya larguísima de blockbusters que nos azota desde años, hoy tenemos este filme portentoso y mañana vendrá otra cosa.


@lamoviola

Cuéntale tus planes a la industria para que se ría de ellos. ¿O cómo era? Han pasado 13 años desde que James Cameron presentó su mega proyecto Avatar y muchas aplanadoras taquilleras han pasado desde entonces. El director de Terminator, parece saberlo de algún modo y se le percibe ligeramente más moderado. Avatar: El camino del agua tiene pues, sus muy buenas expectativas dentro de la industria pero no es lo mismo que en 2009.

La secuela, tiene más corazón, aunque lo que pesa en un monumental espectáculo visual, en el que sí, en todo momento, se ven los dólares invertidos. That’s It. Bueno no, abundemos.

Cameron entiende bien el género de la ciencia ficción, lo sabe manejar y lo hace sin sobresaltos. Le mete en esta ocasión, un tufo dulzón y emotivo, más claro que en la primera y usa de forma efectiva personajes arquetipo. Todo para que funcione el cuento y que por cierto están bien delineados, y no son planos.

Cae en la tentación de dar mayor peso a personajes adolescentes, y maneja dos líneas argumentales, ninguna se siente de peso, aunque lo que importa siempre es no distraernos del espectáculo visual.

Ahora hay menos barullo que en la primera y se puede contemplar con más calma la historia. Cameron no es hipócrita y sabe muy bien qué es lo que importa en su franquicia. Respeta el género, tiene su reflexión ética, pero hasta ahí, para que tampoco nos distraigamos del impecable espectáculo visual que tenemos enfrente. Ciencia ficción sobre todo, melodrama y aventuras de fórmula.

Jake Sully (Sam Worthington, azul de la alegría de regresar a las ligas mayores), se ha dedicado a acrecentar su prole –pero en serio-, ya que tiene una familia con Neytiri (Zoé Saldaña), llena de adolescentes. Es jefe de la tribu o clan o quién sabe qué de los Omaticaya y como sabemos pertenece a los Na’vi, que centran toda la historia.

Vive tranquilo porque también tiene un adolescente adoptado, obvio fue sarcasmo, Spider (Jack Champion), que es humano y que ha criado como hijo aunque en realidad es el frutito del Coronel Quaritch (Stephen Lang), quien regresa en forma de Na’vi, también azul del coraje, para conquistar Pandora y vengarse de Jake. Así más o menos va la cosa, pero Cameron se tardó más de dos décadas en escribir este guion.

Es claro que no estamos ante una obra al estilo de Pierre Boulle, creador de El Planeta de los simios, con su adaptación original impecable dirigida por Franklin Schaffner, pero el género de la ciencia ficción, para Cameron no es nuevo y sabe darle al filme congruencia para que navegue en aguas tranquilas.

Avatar es una obra portentosa en cuanto a la tecnología y lo que tenemos ante los ojos. Es indiscutible. Como la contribución de la propuesta también lo es para la industria. Pero adolece de una historia trascendente, un fondo pues, aunque todo indica que lo que vemos en pantalla es lo que desde años se propuso el director.

Sin embargo, el agua siempre corre y así como al filme de 2009 le cayó la epidemia ya larguísima de blockbusters que nos azota desde años, hoy tenemos este filme portentoso y mañana vendrá otra cosa.