/ viernes 10 de agosto de 2018

Leyendas Delegacionales

Por: Zuleyma Huidobro

Hace unos días concluí el cargo como Directora General Jurídica y de Gobierno en la Delegación Cuauhtémoc, invitada en su momento por Ricardo Monreal Ávila, en medio de un escándalo mediático por presuntos actos de corrupción, una caja de zapatos y seiscientos mil pesos.

Una experiencia gratificante y de aprendizaje acelerado al máximo. Muy pocos sabían que eran jornadas extenuantes de dieciocho o más horas continuas; a veces sin tiempo para descanso, comer o enfermarse. Una dirección donde se recibían quejas y solicitudes de todo tipo, aun las que no correspondían de acuerdo a las facultades limitadas que se tenían; también de atención a autoridades federales,de la CDMX, empresarios, comerciantes y vecinos.

Siempre fui respetuosa de la opinión de todos cuando existieron casos polémicos, sin embargo en muchas ocasionesno se dio la oportunidad para defender la posición o talvez solo fue porque nunca nadie me pregunto. Siempre fueron afirmaciones y muchos concluyeron que eran ciertas, por eso, aquí la oportunidad de desvirtuar por lo menostres leyendas urbanas delegacionales.

La leyenda cuenta: “Todo el personal de vía pública es corrupto”. La leyenda que genera la crítica permanente. La realidad solo la conocen unos cuantos. Muy pocos saben que los señalamientos se hacen hacia trabajadores de base en su gran mayoría, responsables, disciplinados, institucionales y muy respetuosos. De aspecto rudo o algunos dirían mal encarados, pero que en el fondo pueden llegar a ser los más sensibles.

Trabajadores que como muchos en nuestra Ciudad, despiertan de madrugada hacen dos o tres horas de traslado para llegar siempre puntuales a su jornada laboral de lunes a domingo, que tienen una familia, esposa, pareja, hijos, los que tratan de concluir sus estudios, para tener mejores oportunidades de vida y que se ven expuestos a insultos, malos tratos, golpes físicos, amenazas y humillaciones. Los que solo siguen instrucciones, los que tienen los salarios más bajos.

Son los que en operativos en el barrio bravo de Tepito o nocturnos, por poner ejemplos, siempre me procuraron, siempre me cuidaron y debo especificar que no por ser mujer, sino por el cargo.

Se trató de desvirtuar esa mala percepción que tiene la ciudadanía, porque ellos son los que atienden las quejas de los vecinos que solicitan se retiren a comerciantes de la vía pública, ellos son los que retiran los enseres de establecimientos mercantiles que no cumplen con la ley. Se instrumentó un procedimiento para que cualquier trámite relacionado con vía publica, pasara forzosamente por la Ventanilla Única Delegacional (VUD) con la finalidad de que no hubiera malas interpretaciones y se dejara de recibir dinero en efectivo, por parte de los comerciantes en esa área. Se redujo en un 90% los señalamientos por corrupción.

La leyenda cuenta: ”El jefe de la oficina de abajo es el que pide dinero para no clausurar mi establecimiento”. ¿Quién es el jefe?, ¿cuál oficina?, las primeras preguntas en responder. Estas quejas se refieren a la oficina de Verificaciones y Reglamentos, el jefe “Chava-Chava” del que muchos hablan, que pocos conocen.

Eran tiempos diferentes, cuando desde los radios se emitían las instrucciones y la desesperación en la comunicación, repetía un mismo indicativo: “Chava…Chava…Chava”. Ahí surgió la leyenda.

Salvador Santiago Salazar, es de las personas más institucionales que he conocido en mi vida. Del que nunca obtuve una negativa, del que desde el primer momento cuando asumí el cargo como Directora General, fue del que tuve más apoyo. Sostuvimos largas conversaciones de muchos procedimientos, intercambiando puntos de vista jurídicos; llegue a conocer a la persona detrás de la leyenda, con aspiraciones personales como cualquier otra, al que le gusta le reconozcan su trabajo, su tiempo y dedicación, al que sacrifica tiempo con su familia (como todos) para cumplir con su responsabilidad. Al que no le gusta le llamen la atención y sobre todo que no le gusta le digan “Chava-Chava”.

El jefe delegacional implementó la entrega de manera personal al interesado de licencias de funcionamiento de establecimientos mercantiles, cédulas a locatarios en mercados públicos,licencias de demolición y construcción, terminación de obras; con el único propósito de que el peticionario tuviera la certeza de que su trámite fue totalmente gratuito y que ningún servidor público en la delegación obtenía beneficio alguno.

¿Cuántas quejas tuvieron fundamentos o pruebas respecto a esta leyenda? Ninguna. Desafortunadamente muchas personas no dimensionan lo que una denuncia de esta naturaleza implica para un servidor público y su equipo de trabajo. Lo más fácil siempre será señalar, dejarse llevar por lo que los demás dicen, para tratar de “saltarse la ley” y que les resuelvan su problemática; perjudicando moralmente a trabajadores y a la institución.

La leyenda dice: “No haces nada y te dedicas a cobrar de lo que pago con mis impuestos”. Definitivamente los vecinos de la Cuauhtémoc son exigentes, queriendo que se les resuelva su problemática, en el momento en que suben a redes sociales una foto o un video de su malestar. Consideran que es una obligación atenderlos por esa vía, cuando ninguna ley lo contempla. Con la gran mayoría se tuvo oportunidad de explicarles los procedimientos, algunos lo entendían, otros no.

Aún nos falta avanzar o crecer como sociedad, ser más empáticos con el prójimo. Al final unos seremos servidores públicos, pero también pagamos impuestos y al mismo tiempo cumplimos con nuestras responsabilidades. Al tratar de resolver un problema, seguramente se genera otro.

Vecinos que solicitan se retiren los comerciantes en la vía pública y al hacerlo se afecta el único sustento económico que pueden llevar a su hogar, o caso contrario, no se retira por circunstancias establecidas en la ley y es entonces cuando el vecino no ve atendido su reclamo. Lo mismo pasa con quejas de obras y establecimientos: se sanciona con la clausura o suspensión de actividades, afectando al empresario o negocio yel vecino queda contento; pero cuando los primeros cumplen con la ley, entonces viene nuevamente el reclamo y señalamientos sin fundamento. Es un círculo vicioso, siempre se quedará mal con alguien.

La Cuauhtémoc, convertida en tan solo unas pocas semanas en Alcaldía; tendrá mayores facultades, sin embargo, las quejas ciudadanas talvez seguirán siendo las mismas. Mucho por hacer, sin lugar a dudas, pero es lamentable que no se reconozcan los avances y que se continúe denostando por cuestiones personales.

Convencida estoy que de todos depende que se acaben con las leyendas que existen, no solo en el Corazón de México, sino en la ciudad y en el país. Responsabilidad de todos, que generemos una cultura de respeto y nos preguntemos primero, que haríamos en el lugar del otro.


Por: Zuleyma Huidobro

Hace unos días concluí el cargo como Directora General Jurídica y de Gobierno en la Delegación Cuauhtémoc, invitada en su momento por Ricardo Monreal Ávila, en medio de un escándalo mediático por presuntos actos de corrupción, una caja de zapatos y seiscientos mil pesos.

Una experiencia gratificante y de aprendizaje acelerado al máximo. Muy pocos sabían que eran jornadas extenuantes de dieciocho o más horas continuas; a veces sin tiempo para descanso, comer o enfermarse. Una dirección donde se recibían quejas y solicitudes de todo tipo, aun las que no correspondían de acuerdo a las facultades limitadas que se tenían; también de atención a autoridades federales,de la CDMX, empresarios, comerciantes y vecinos.

Siempre fui respetuosa de la opinión de todos cuando existieron casos polémicos, sin embargo en muchas ocasionesno se dio la oportunidad para defender la posición o talvez solo fue porque nunca nadie me pregunto. Siempre fueron afirmaciones y muchos concluyeron que eran ciertas, por eso, aquí la oportunidad de desvirtuar por lo menostres leyendas urbanas delegacionales.

La leyenda cuenta: “Todo el personal de vía pública es corrupto”. La leyenda que genera la crítica permanente. La realidad solo la conocen unos cuantos. Muy pocos saben que los señalamientos se hacen hacia trabajadores de base en su gran mayoría, responsables, disciplinados, institucionales y muy respetuosos. De aspecto rudo o algunos dirían mal encarados, pero que en el fondo pueden llegar a ser los más sensibles.

Trabajadores que como muchos en nuestra Ciudad, despiertan de madrugada hacen dos o tres horas de traslado para llegar siempre puntuales a su jornada laboral de lunes a domingo, que tienen una familia, esposa, pareja, hijos, los que tratan de concluir sus estudios, para tener mejores oportunidades de vida y que se ven expuestos a insultos, malos tratos, golpes físicos, amenazas y humillaciones. Los que solo siguen instrucciones, los que tienen los salarios más bajos.

Son los que en operativos en el barrio bravo de Tepito o nocturnos, por poner ejemplos, siempre me procuraron, siempre me cuidaron y debo especificar que no por ser mujer, sino por el cargo.

Se trató de desvirtuar esa mala percepción que tiene la ciudadanía, porque ellos son los que atienden las quejas de los vecinos que solicitan se retiren a comerciantes de la vía pública, ellos son los que retiran los enseres de establecimientos mercantiles que no cumplen con la ley. Se instrumentó un procedimiento para que cualquier trámite relacionado con vía publica, pasara forzosamente por la Ventanilla Única Delegacional (VUD) con la finalidad de que no hubiera malas interpretaciones y se dejara de recibir dinero en efectivo, por parte de los comerciantes en esa área. Se redujo en un 90% los señalamientos por corrupción.

La leyenda cuenta: ”El jefe de la oficina de abajo es el que pide dinero para no clausurar mi establecimiento”. ¿Quién es el jefe?, ¿cuál oficina?, las primeras preguntas en responder. Estas quejas se refieren a la oficina de Verificaciones y Reglamentos, el jefe “Chava-Chava” del que muchos hablan, que pocos conocen.

Eran tiempos diferentes, cuando desde los radios se emitían las instrucciones y la desesperación en la comunicación, repetía un mismo indicativo: “Chava…Chava…Chava”. Ahí surgió la leyenda.

Salvador Santiago Salazar, es de las personas más institucionales que he conocido en mi vida. Del que nunca obtuve una negativa, del que desde el primer momento cuando asumí el cargo como Directora General, fue del que tuve más apoyo. Sostuvimos largas conversaciones de muchos procedimientos, intercambiando puntos de vista jurídicos; llegue a conocer a la persona detrás de la leyenda, con aspiraciones personales como cualquier otra, al que le gusta le reconozcan su trabajo, su tiempo y dedicación, al que sacrifica tiempo con su familia (como todos) para cumplir con su responsabilidad. Al que no le gusta le llamen la atención y sobre todo que no le gusta le digan “Chava-Chava”.

El jefe delegacional implementó la entrega de manera personal al interesado de licencias de funcionamiento de establecimientos mercantiles, cédulas a locatarios en mercados públicos,licencias de demolición y construcción, terminación de obras; con el único propósito de que el peticionario tuviera la certeza de que su trámite fue totalmente gratuito y que ningún servidor público en la delegación obtenía beneficio alguno.

¿Cuántas quejas tuvieron fundamentos o pruebas respecto a esta leyenda? Ninguna. Desafortunadamente muchas personas no dimensionan lo que una denuncia de esta naturaleza implica para un servidor público y su equipo de trabajo. Lo más fácil siempre será señalar, dejarse llevar por lo que los demás dicen, para tratar de “saltarse la ley” y que les resuelvan su problemática; perjudicando moralmente a trabajadores y a la institución.

La leyenda dice: “No haces nada y te dedicas a cobrar de lo que pago con mis impuestos”. Definitivamente los vecinos de la Cuauhtémoc son exigentes, queriendo que se les resuelva su problemática, en el momento en que suben a redes sociales una foto o un video de su malestar. Consideran que es una obligación atenderlos por esa vía, cuando ninguna ley lo contempla. Con la gran mayoría se tuvo oportunidad de explicarles los procedimientos, algunos lo entendían, otros no.

Aún nos falta avanzar o crecer como sociedad, ser más empáticos con el prójimo. Al final unos seremos servidores públicos, pero también pagamos impuestos y al mismo tiempo cumplimos con nuestras responsabilidades. Al tratar de resolver un problema, seguramente se genera otro.

Vecinos que solicitan se retiren los comerciantes en la vía pública y al hacerlo se afecta el único sustento económico que pueden llevar a su hogar, o caso contrario, no se retira por circunstancias establecidas en la ley y es entonces cuando el vecino no ve atendido su reclamo. Lo mismo pasa con quejas de obras y establecimientos: se sanciona con la clausura o suspensión de actividades, afectando al empresario o negocio yel vecino queda contento; pero cuando los primeros cumplen con la ley, entonces viene nuevamente el reclamo y señalamientos sin fundamento. Es un círculo vicioso, siempre se quedará mal con alguien.

La Cuauhtémoc, convertida en tan solo unas pocas semanas en Alcaldía; tendrá mayores facultades, sin embargo, las quejas ciudadanas talvez seguirán siendo las mismas. Mucho por hacer, sin lugar a dudas, pero es lamentable que no se reconozcan los avances y que se continúe denostando por cuestiones personales.

Convencida estoy que de todos depende que se acaben con las leyendas que existen, no solo en el Corazón de México, sino en la ciudad y en el país. Responsabilidad de todos, que generemos una cultura de respeto y nos preguntemos primero, que haríamos en el lugar del otro.