/ martes 21 de agosto de 2018

Los mayores al poder

Ha llamado la atención de la opinión pública la edad de los colaboradores que para su gobierno ha ido anunciando Andrés Manuel López Obrador; no se trata propiamente de críticas pero sí se observan algunas reservas o preocupaciones en torno al tema, particularmente a raíz de uno de los más recientes nombramientos, el de Ignacio Ovalle Fernández, quien cuenta con una inobjetable trayectoria pública habiendo iniciado su carrera muy joven como uno de los más brillantes integrantes del equipo de Luis Echeverría y actualmente tiene 73 años.

Quizá por un sentido de solidaridad generacional suelo pensar que la experiencia en el servicio público es un valor de enorme importancia y que esta indiscutiblemente se adquiere con el tiempo. También es cierto que el solo transcurso de los años a veces hace a alguien más viejo pero no más experimentado y que, por otro lado, hay jóvenes —muchos por cierto— de enorme talento y capacidad que pueden brindar un servicio importante a la Nación.

Las tareas de gobierno exigen entre otras virtudes, prudencia, moderación y buen juicio; características que suelen estar más vinculadas con una edad madura. No obstante, México se ha significado por el bajo promedio de edad de sus presidentes a lo largo de muchas décadas. Lázaro Cárdenas llegó al poder a los 39 años; Manuel Ávila Camacho, a los 49; Miguel Alemán, a los 46; Adolfo López Mateos, a los 50; Gustavo Díaz Ordaz, a los 53; Luis Echeverría, a los 48; José López Portillo, a los 56; Miguel De la Madrid, a los 48; Carlos Salinas de Gortari a los 40; Ernesto Zedillo, a los 43; Vicente Fox, a los 58; Felipe Calderón, a los 44, y Enrique Peña Nieto, a los 46. Desde que se iniciaron los periodos sexenales hasta ahora, todos los titulares del Poder Ejecutivo empezaron su gobierno por debajo de la línea a partir de la cual se asigna a las personas la condición de “adultos mayores” o se inicia la llamada “tercera edad” y muchos de ellos concluyeron su período antes de llegar a los sesenta. En 84 años solo se dio una excepción: la de don Adolfo Ruiz Cortines quien arribó a la presidencia a los 62 años en 1952. Sucedió en el cargo a Miguel Alemán Valdés con quien había arribado una generación de jóvenes los cualesveían a don Adolfo como muy mayor. Corre una supuesta anécdota política no plenamente confirmada de que cuando venía la sucesión de Alemán y se empezó a hablar de Ruiz Cortines como eventual candidato muchos de los integrantes del equipo del presidente en turno decían con asombro: ¡ahora resulta que el viejito también quiere! Se dice que estas consideraciones llegaron a oídos de don Adolfo y este expresó: “Si no me quieren pa’ semental”; y el veracruzano presidió un modelo de gobierno honesto y ordenado. Realmente no es un vigor juvenil desbordante la mejor cualidad de quien debe asumir enormes responsabilidades, lo verdaderamente importante es su capacidad y su experiencia.

En el mundo actual la mayoría de los jefes de gobierno de los países con mayor peso económico y político rebasan las seis décadas de vida: Theresa May, del Reino Unido, 62 años; Angela Merkel, de Alemania, 64; Vladimir Putin, de Rusia, 66; Xi Jinping, de China, 65; Shinzo Abe, de Japón, 64, y Donald Trump de Estados Unidos, 72; por cierto, en ese país, de haber ganado Hillary Clinton, habría iniciado su mandato a los 68 años, y otro aspirante, Bernie Sanders, quien busca la candidatura demócrata para 2020, si la obtiene, estaría con posibilidades de presidir la mayor potencia mundial a los ¡79 años!

Los únicos gobernantes de entre las naciones de mayor influencia en el planeta que están por abajo de la línea de la tercera edad, son: Justin Trudeau, de Canada, 46 años; Emmanuel Macron, de Francia, 40, y Giuseppe Conte de Italia, que acaba de cumplir 54.

El próximo primero de diciembre Andrés Manuel López Obrador se colocará la banda presidencial habiendo cumplido el mes anterior 65 años. En el panorama mundial que hemos visto, se ubica en el contexto etario de los jefes de gobierno de la mayoría de las naciones colocadas en los primeros sitios del ranking económico mundial. Dada esta circunstancia es lógico que a lo largo del tiempo haya conocido a un gran número de académicos y servidores públicos que puede incorporar a las tareas políticas y cuyos nombres y trayectorias dan confianza a la ciudadanía respecto del perfil de quienes tendrán a su cargo funciones no solo relevantes sino de gran trascendencia, al enmarcarse en un propósito de transformación profunda e intensa como lo ha planteado el Presidente Electo.

El reconocimiento del valor de las personas mayores se inscribe en los principios de las Naciones Unidas a favor de las personas de edad; entre ellos se encuentra el de “permanecer integradas en la sociedad, participar activamente en la formulación y la aplicación de las políticas que afecten directamente a su bienestar y poder compartir sus conocimientos y pericias con las generaciones más jóvenes”.

eduardoandrade1948@gmail.com

Ha llamado la atención de la opinión pública la edad de los colaboradores que para su gobierno ha ido anunciando Andrés Manuel López Obrador; no se trata propiamente de críticas pero sí se observan algunas reservas o preocupaciones en torno al tema, particularmente a raíz de uno de los más recientes nombramientos, el de Ignacio Ovalle Fernández, quien cuenta con una inobjetable trayectoria pública habiendo iniciado su carrera muy joven como uno de los más brillantes integrantes del equipo de Luis Echeverría y actualmente tiene 73 años.

Quizá por un sentido de solidaridad generacional suelo pensar que la experiencia en el servicio público es un valor de enorme importancia y que esta indiscutiblemente se adquiere con el tiempo. También es cierto que el solo transcurso de los años a veces hace a alguien más viejo pero no más experimentado y que, por otro lado, hay jóvenes —muchos por cierto— de enorme talento y capacidad que pueden brindar un servicio importante a la Nación.

Las tareas de gobierno exigen entre otras virtudes, prudencia, moderación y buen juicio; características que suelen estar más vinculadas con una edad madura. No obstante, México se ha significado por el bajo promedio de edad de sus presidentes a lo largo de muchas décadas. Lázaro Cárdenas llegó al poder a los 39 años; Manuel Ávila Camacho, a los 49; Miguel Alemán, a los 46; Adolfo López Mateos, a los 50; Gustavo Díaz Ordaz, a los 53; Luis Echeverría, a los 48; José López Portillo, a los 56; Miguel De la Madrid, a los 48; Carlos Salinas de Gortari a los 40; Ernesto Zedillo, a los 43; Vicente Fox, a los 58; Felipe Calderón, a los 44, y Enrique Peña Nieto, a los 46. Desde que se iniciaron los periodos sexenales hasta ahora, todos los titulares del Poder Ejecutivo empezaron su gobierno por debajo de la línea a partir de la cual se asigna a las personas la condición de “adultos mayores” o se inicia la llamada “tercera edad” y muchos de ellos concluyeron su período antes de llegar a los sesenta. En 84 años solo se dio una excepción: la de don Adolfo Ruiz Cortines quien arribó a la presidencia a los 62 años en 1952. Sucedió en el cargo a Miguel Alemán Valdés con quien había arribado una generación de jóvenes los cualesveían a don Adolfo como muy mayor. Corre una supuesta anécdota política no plenamente confirmada de que cuando venía la sucesión de Alemán y se empezó a hablar de Ruiz Cortines como eventual candidato muchos de los integrantes del equipo del presidente en turno decían con asombro: ¡ahora resulta que el viejito también quiere! Se dice que estas consideraciones llegaron a oídos de don Adolfo y este expresó: “Si no me quieren pa’ semental”; y el veracruzano presidió un modelo de gobierno honesto y ordenado. Realmente no es un vigor juvenil desbordante la mejor cualidad de quien debe asumir enormes responsabilidades, lo verdaderamente importante es su capacidad y su experiencia.

En el mundo actual la mayoría de los jefes de gobierno de los países con mayor peso económico y político rebasan las seis décadas de vida: Theresa May, del Reino Unido, 62 años; Angela Merkel, de Alemania, 64; Vladimir Putin, de Rusia, 66; Xi Jinping, de China, 65; Shinzo Abe, de Japón, 64, y Donald Trump de Estados Unidos, 72; por cierto, en ese país, de haber ganado Hillary Clinton, habría iniciado su mandato a los 68 años, y otro aspirante, Bernie Sanders, quien busca la candidatura demócrata para 2020, si la obtiene, estaría con posibilidades de presidir la mayor potencia mundial a los ¡79 años!

Los únicos gobernantes de entre las naciones de mayor influencia en el planeta que están por abajo de la línea de la tercera edad, son: Justin Trudeau, de Canada, 46 años; Emmanuel Macron, de Francia, 40, y Giuseppe Conte de Italia, que acaba de cumplir 54.

El próximo primero de diciembre Andrés Manuel López Obrador se colocará la banda presidencial habiendo cumplido el mes anterior 65 años. En el panorama mundial que hemos visto, se ubica en el contexto etario de los jefes de gobierno de la mayoría de las naciones colocadas en los primeros sitios del ranking económico mundial. Dada esta circunstancia es lógico que a lo largo del tiempo haya conocido a un gran número de académicos y servidores públicos que puede incorporar a las tareas políticas y cuyos nombres y trayectorias dan confianza a la ciudadanía respecto del perfil de quienes tendrán a su cargo funciones no solo relevantes sino de gran trascendencia, al enmarcarse en un propósito de transformación profunda e intensa como lo ha planteado el Presidente Electo.

El reconocimiento del valor de las personas mayores se inscribe en los principios de las Naciones Unidas a favor de las personas de edad; entre ellos se encuentra el de “permanecer integradas en la sociedad, participar activamente en la formulación y la aplicación de las políticas que afecten directamente a su bienestar y poder compartir sus conocimientos y pericias con las generaciones más jóvenes”.

eduardoandrade1948@gmail.com