/ martes 15 de mayo de 2018

Que coman filetes Trump

En general, es notorio que a Donald Trump no le interesan los detalles de las políticas públicas. No obstante, hay algunos problemas en relación con las políticas públicas que sí le importan.

Según se dice, en realidad odia la idea de que la gente reciba “asistencia pública”, que para él significa cualquier programa gubernamental que ayude a la gente de bajos ingresos, y quiere eliminar dichos programas en la medida de lo posible.

Lo último es que supuestamente ha amenazado con vetar el próximo proyecto de ley agrícola, salvo que imponga nuevos requisitos estrictos de empleo a los beneficiarios del SNAP, el Programa de Asistencia a la Nutrición Complementaria, que comúnmente se conoce como los cupones de alimentos.

No obstante, sin importar cuán mezquinos sean los motivos de Trump, este es un asunto serio visto desde el otro lado. La Oficina del Presupuesto del Congreso (CBO, por su sigla en inglés) calcula que los nuevos requisitos de empleo, así como otras restricciones propuestas por los republicanos de la Cámara de Representantes, acabarían negándole o reduciendo la asistencia nutricional a alrededor de dos millones de personas, principalmente a familias con niños.

¿Por qué alguien querría hacer esto? La cuestión es que no solo es Trump: el odio conservador hacia los cupones de alimentos es generalizado. ¿Qué esconde?

El lado más respetable y supuestamente más intelectual de la opinión conservadora considera que los cupones de alimentos reducen los incentivos al hacerles la vida demasiado placentera a los pobres. Pero también hay fuertes evidencias de que los niños de familias de bajos recursos que reciben cupones de alimentos se convierten en adultos más productivos y saludables, lo cual significa que el programa en realidad es bueno para el crecimiento económico a largo plazo.

¿Tiene que ver con el dinero? La aprobación del recorte fiscal de 2017 que merma el presupuesto comprobó, de una vez por todas, a todos los que tenían duda, que a los republicanos en realidad no les importan los déficits.

¿Qué me dicen del racismo? Históricamente, los ataques a los cupones de alimentos han tenido que ver, con frecuencia, con un componente racial apenas encubierto; por ejemplo, cuando Ronald Reagan imaginó a un “negro flojo e indigno” que usaba los cupones de alimentos para comprar cortes finos de carne. Sospecho que Trump mismo todavía piensa que los cupones de alimentos son un programa para gente de color citadina.

No obstante, aunque muchos afroamericanos que viven en ciudades en efecto tienen acceso a cupones de alimentos, también lo hacen muchos blancos de zonas rurales. A nivel nacional, cada vez más gente blanca que negra está recibiendo cupones de alimentos, y su participación en el SNAP es más elevada en los condados rurales que en los urbanos. Los cupones de alimentos son particularmente importantes en las regiones deprimidas como Appalachia que han perdido empleos en el sector del carbón y en otros sectores tradicionales.

En efecto, esto significa que algunas de las mayores víctimas de la obsesión de Trump con recortar la “asistencia social” serán precisamente las personas que lo pusieron en el cargo.

En general, es notorio que a Donald Trump no le interesan los detalles de las políticas públicas. No obstante, hay algunos problemas en relación con las políticas públicas que sí le importan.

Según se dice, en realidad odia la idea de que la gente reciba “asistencia pública”, que para él significa cualquier programa gubernamental que ayude a la gente de bajos ingresos, y quiere eliminar dichos programas en la medida de lo posible.

Lo último es que supuestamente ha amenazado con vetar el próximo proyecto de ley agrícola, salvo que imponga nuevos requisitos estrictos de empleo a los beneficiarios del SNAP, el Programa de Asistencia a la Nutrición Complementaria, que comúnmente se conoce como los cupones de alimentos.

No obstante, sin importar cuán mezquinos sean los motivos de Trump, este es un asunto serio visto desde el otro lado. La Oficina del Presupuesto del Congreso (CBO, por su sigla en inglés) calcula que los nuevos requisitos de empleo, así como otras restricciones propuestas por los republicanos de la Cámara de Representantes, acabarían negándole o reduciendo la asistencia nutricional a alrededor de dos millones de personas, principalmente a familias con niños.

¿Por qué alguien querría hacer esto? La cuestión es que no solo es Trump: el odio conservador hacia los cupones de alimentos es generalizado. ¿Qué esconde?

El lado más respetable y supuestamente más intelectual de la opinión conservadora considera que los cupones de alimentos reducen los incentivos al hacerles la vida demasiado placentera a los pobres. Pero también hay fuertes evidencias de que los niños de familias de bajos recursos que reciben cupones de alimentos se convierten en adultos más productivos y saludables, lo cual significa que el programa en realidad es bueno para el crecimiento económico a largo plazo.

¿Tiene que ver con el dinero? La aprobación del recorte fiscal de 2017 que merma el presupuesto comprobó, de una vez por todas, a todos los que tenían duda, que a los republicanos en realidad no les importan los déficits.

¿Qué me dicen del racismo? Históricamente, los ataques a los cupones de alimentos han tenido que ver, con frecuencia, con un componente racial apenas encubierto; por ejemplo, cuando Ronald Reagan imaginó a un “negro flojo e indigno” que usaba los cupones de alimentos para comprar cortes finos de carne. Sospecho que Trump mismo todavía piensa que los cupones de alimentos son un programa para gente de color citadina.

No obstante, aunque muchos afroamericanos que viven en ciudades en efecto tienen acceso a cupones de alimentos, también lo hacen muchos blancos de zonas rurales. A nivel nacional, cada vez más gente blanca que negra está recibiendo cupones de alimentos, y su participación en el SNAP es más elevada en los condados rurales que en los urbanos. Los cupones de alimentos son particularmente importantes en las regiones deprimidas como Appalachia que han perdido empleos en el sector del carbón y en otros sectores tradicionales.

En efecto, esto significa que algunas de las mayores víctimas de la obsesión de Trump con recortar la “asistencia social” serán precisamente las personas que lo pusieron en el cargo.