/ martes 13 de abril de 2021

Reflujo en la globalización

La abrumadora marea globalizadora que se extendió por el mundo a lo largo de las últimas cuatro décadas está experimentando un incremento del reflujo iniciado hace algunos años, que dio lugar al concepto de desglobalización. Esta retracción avanza en distintos frentes, particularmente en el de la revaloración del trabajo y del nacionalismo. En las dos últimas semanas encontramos datos de cómo se juzga, incluso por publicaciones de tendencia económica conservadora, la aparición de signos que permiten visualizar un mejor posicionamiento de los trabajadores frente a los intereses del capital. La revista The Economist en su número más reciente dedica sus principales artículos a este fenómeno haciendo notar que se abre paso una “época dorada” para el trabajo.

Reconoce que la percepción popular en el mundo durante los últimos 40 años ha sido la de una preeminencia excesiva de los dueños del capital en perjuicio de la fuerza de trabajo, asediada por los cambios tecnológicos; los desequilibrios salariales y las crisis económicas; en tanto que los inversionistas y las grandes corporaciones disfrutaban de la expansión global de los mercados, la liberalización financiera y la disminución de impuestos.

Ahora se observa que la etapa que suceda a la fase más crítica de la pandemia habrá de mostrar una recuperación del papel del trabajo en la economía. En principio se constata que el índice de empleo está mejorando en los países de mayor desarrollo económico y existe un clima bastante favorable a propiciar la mejoras salariales de los trabajadores. El gobierno de Biden dará fuerte impulso económico a la mejora de la infraestructura, favoreciendo la sindicalización en los procesos de contratación y buscando elevar la remuneración de los trabajadores. En ese sentido, puede decirse que la política seguida en nuestro país consistente en incrementar el salario mínimo, así como la regulación estricta del outsourcing, se inscribe en la tendencia a la que vengo aludiendo.

El análisis de la revista mencionada, señala que los propios banco centrales empiezan a tener una mayor preocupación en torno al cuidado de los empleos en lugar de la rigidez enfocada al control de la inflación. La señal más sorprendente y alentadora en cuanto a la reversión de las políticas tendientes a una austeridad que ha agudizado las desigualdades, proviene del propio Fondo Monetario Internacional que se expresó a favor de la imposición de gravámenes fiscales elevados a los ricos y a las grandes compañías trasnacionales, así lo haya planteado como algo “temporal”.

Otros eventos que se inscriben en el mismo sentido: en el Reino Unido y en España donde ya se aprobó legislación que otorga la condición de trabajadores a quienes se dedican al traslado de personas o al reparto de alimentos efectuado a través de plataformas digitales a las que se suponía pertenecían como socios, cuando en realidad tienen una función laboral subordinada. Empero, el proceso enfrenta obstáculos; en EE. UU. acaba de fracasar el esfuerzo de los empleados de Amazon para constituir un sindicato al no conseguir la mayoría necesaria y se espera una fuerte lucha legal, pues los sindicalistas acusan a la empresa de haber violado la ley por haber amedrentado a los trabajadores.

La política nacionalista en materia económica también está recuperando espacios. El bloqueo que padeció el canal de Suez hace una semanas y produjo una severa afectación a las cadenas de suministro en todo el mundo, ha llevado a un replanteamiento de esa excesiva dependencia de un sistema que ha suprimido los inventarios en las plantas productoras de diversos bienes a efecto atender la necesidad de generar algún tipo de seguridad en el abastecimiento al interior del propio país. Esta misma tendencia en la práctica está orientando la producción y la distribución de vacunas, en razón de la necesidad de cada Estado nacional de asegurar primero la protección de su población frente a la pandemia. El plan económico del presidente Biden en los Estados Unidos pretende efectivamente asegurar que las cadenas de suministros de los productos elaborados en ese país se contengan plenamente dentro de las fronteras estadounidenses. Debemos pensar que el ámbito del tratado comercial entre Estados Unidos, Canadá y México no se verá afectado por dicha política al estimarse que tratándose de un área comercialmente unificada, las cadenas de suministro están aseguradas en su interior.

Otra medida de carácter nacionalista impulsada por el titular del Ejecutivo de EE. UU., tiene que ver con la regla de que los buques que transporten materias primas hacia los Estados Unidos estén registrados y sean de propiedad estadounidense. Al percatarnos de los efectos de todos estos cambios en el mundo, podemos verificar que las políticas de carácter nacionalista impulsadas por el actual gobierno, se inscriben en la creciente tendencia de reacondicionamiento de la situación económica mundial.

eduardoandrade1948@gmail.com


La abrumadora marea globalizadora que se extendió por el mundo a lo largo de las últimas cuatro décadas está experimentando un incremento del reflujo iniciado hace algunos años, que dio lugar al concepto de desglobalización. Esta retracción avanza en distintos frentes, particularmente en el de la revaloración del trabajo y del nacionalismo. En las dos últimas semanas encontramos datos de cómo se juzga, incluso por publicaciones de tendencia económica conservadora, la aparición de signos que permiten visualizar un mejor posicionamiento de los trabajadores frente a los intereses del capital. La revista The Economist en su número más reciente dedica sus principales artículos a este fenómeno haciendo notar que se abre paso una “época dorada” para el trabajo.

Reconoce que la percepción popular en el mundo durante los últimos 40 años ha sido la de una preeminencia excesiva de los dueños del capital en perjuicio de la fuerza de trabajo, asediada por los cambios tecnológicos; los desequilibrios salariales y las crisis económicas; en tanto que los inversionistas y las grandes corporaciones disfrutaban de la expansión global de los mercados, la liberalización financiera y la disminución de impuestos.

Ahora se observa que la etapa que suceda a la fase más crítica de la pandemia habrá de mostrar una recuperación del papel del trabajo en la economía. En principio se constata que el índice de empleo está mejorando en los países de mayor desarrollo económico y existe un clima bastante favorable a propiciar la mejoras salariales de los trabajadores. El gobierno de Biden dará fuerte impulso económico a la mejora de la infraestructura, favoreciendo la sindicalización en los procesos de contratación y buscando elevar la remuneración de los trabajadores. En ese sentido, puede decirse que la política seguida en nuestro país consistente en incrementar el salario mínimo, así como la regulación estricta del outsourcing, se inscribe en la tendencia a la que vengo aludiendo.

El análisis de la revista mencionada, señala que los propios banco centrales empiezan a tener una mayor preocupación en torno al cuidado de los empleos en lugar de la rigidez enfocada al control de la inflación. La señal más sorprendente y alentadora en cuanto a la reversión de las políticas tendientes a una austeridad que ha agudizado las desigualdades, proviene del propio Fondo Monetario Internacional que se expresó a favor de la imposición de gravámenes fiscales elevados a los ricos y a las grandes compañías trasnacionales, así lo haya planteado como algo “temporal”.

Otros eventos que se inscriben en el mismo sentido: en el Reino Unido y en España donde ya se aprobó legislación que otorga la condición de trabajadores a quienes se dedican al traslado de personas o al reparto de alimentos efectuado a través de plataformas digitales a las que se suponía pertenecían como socios, cuando en realidad tienen una función laboral subordinada. Empero, el proceso enfrenta obstáculos; en EE. UU. acaba de fracasar el esfuerzo de los empleados de Amazon para constituir un sindicato al no conseguir la mayoría necesaria y se espera una fuerte lucha legal, pues los sindicalistas acusan a la empresa de haber violado la ley por haber amedrentado a los trabajadores.

La política nacionalista en materia económica también está recuperando espacios. El bloqueo que padeció el canal de Suez hace una semanas y produjo una severa afectación a las cadenas de suministro en todo el mundo, ha llevado a un replanteamiento de esa excesiva dependencia de un sistema que ha suprimido los inventarios en las plantas productoras de diversos bienes a efecto atender la necesidad de generar algún tipo de seguridad en el abastecimiento al interior del propio país. Esta misma tendencia en la práctica está orientando la producción y la distribución de vacunas, en razón de la necesidad de cada Estado nacional de asegurar primero la protección de su población frente a la pandemia. El plan económico del presidente Biden en los Estados Unidos pretende efectivamente asegurar que las cadenas de suministros de los productos elaborados en ese país se contengan plenamente dentro de las fronteras estadounidenses. Debemos pensar que el ámbito del tratado comercial entre Estados Unidos, Canadá y México no se verá afectado por dicha política al estimarse que tratándose de un área comercialmente unificada, las cadenas de suministro están aseguradas en su interior.

Otra medida de carácter nacionalista impulsada por el titular del Ejecutivo de EE. UU., tiene que ver con la regla de que los buques que transporten materias primas hacia los Estados Unidos estén registrados y sean de propiedad estadounidense. Al percatarnos de los efectos de todos estos cambios en el mundo, podemos verificar que las políticas de carácter nacionalista impulsadas por el actual gobierno, se inscriben en la creciente tendencia de reacondicionamiento de la situación económica mundial.

eduardoandrade1948@gmail.com