/ martes 17 de octubre de 2017

Sismos: rumores malvados

Ni duda cabe que los sismos han dejado honda huella en nosotros. Amén de quienes perdieron a sus seres queridos, o vieron afectado su patrimonio, todos nos quedamos sensiblemente inquietos.

Hasta el domingo, contabilizadas, iban más de siete mil réplicas.

Con esto, los mexicanos ya tendríamos suficiente, para no dormir tranquilos.

Los hay muy leves, hasta el de 5.6, reciente, que afectó las costas oaxaqueñas. Nada de consideración, afortunadamente, pero nuestro nerviosismo asoma, apenas sentimos o creemos sentir un leve bamboleo, con visos de alguna crisis.

Eso pasa a la mayoría de la población.

Hemos visto a Instituciones de salud, la SS, el ISSSTE o el IMSS, como a la SEP, quienes elaboraron algunos programas emergentes, para atender problemas emocionales. Y esto no puede tildarse de debilidad o paranoia. Con lo visto, haya sido en el 85 o en los de septiembre pasado, entendemos lo que puede hacer la naturaleza.

No obstante ello, o quizá por eso, hemos visto circular en las redes sociales, memes o videos de muy mal gusto y hasta, criminales.

De acuerdo que los mexicanos, ocasionalmente, nos reímos hasta de la muerte, como en las calaveras de los próximos días, pero eso es otra cosa.

Todos sabemos que una buena parte del territorio es susceptible de movimientos telúricos. Esto, afortunadamente, se nos olvida con una gran facilidad. De otro modo podríamos caer en repetidas angustias. Ya, racionalmente, entendemos que en cualquier momento puede darse un baile involuntario.

Desde la zona muy sísmica, que abarca los estados de Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Michoacán, CdMx, Puebla, hasta aquellos que se encuentran en la llamada Falla de San Andrés que envuelve toda la costa noreste del país, hasta California, en Estados Unidos, sabemos que las sacudidas están a la orden del día. Solo hay que imaginarse la actividad de la tierra para que, como decía líneas arriba, tengamos más de siete mil réplicas en menos de un mes. No es un asunto común, afortunadamente.

Y, la naturaleza, parece estar molesta, enojada. Basta ver que aquellas providenciales zonas donde no tienen esta contingencia, los ciclones, las tormentas, han hecho su aparición cada vez en forma más despiadada.

Algo, o mucho, estamos haciendo mal.

Con ello aparece la mala sangre de quienes, diciéndose conocedores o émulos de Nostradamus, hacen correr cierto tipo de versiones. P.e. un sujeto publicó un video donde arteramente acusaba al gobierno de esconder información, puesto que “sabía” que los cataclismos pasados tendrían lugar en los sitios y fechas en que los padecimos. Incluso, daba “datos” para sostener su teoría.

Otro, haciendo una especie de ecuación (con letra de arquitecto o ingeniero), se remite a los terremotos del 57, 85 y los recientes. Con estos antecedentes, tratando de hacer una suerte de entre adivinanza, lógica matemática y probabilidad, nos dice que el próximo, de gran magnitud, será en 2044. Vaya, este infame, cuando menos nos deja vivir 27 años más.

Cosas que vemos al calor de la maldad, notoriedad o protagonismo.

La ciencia, dicho tantas veces, aún no tiene la capacidad de detectar este tipo de catástrofes. Nada hay que lo prediga.

Por tanto, no solo no debemos dar certidumbre a este tipo de rumores, sino, apegados a estricto derecho, cuando veamos que alguien hace correr por la Web sus “predicciones”, debiéramos denunciarlo.

Si ellos tienen esas “certezas”, que se queden con ellas, pero que no ocasionen lo que, cuando menos en lo económico, tiene impacto en las finanzas públicas, ya no se diga en nuestra sensibilidad.

jaimealcantara2005@hotmail.com

Ni duda cabe que los sismos han dejado honda huella en nosotros. Amén de quienes perdieron a sus seres queridos, o vieron afectado su patrimonio, todos nos quedamos sensiblemente inquietos.

Hasta el domingo, contabilizadas, iban más de siete mil réplicas.

Con esto, los mexicanos ya tendríamos suficiente, para no dormir tranquilos.

Los hay muy leves, hasta el de 5.6, reciente, que afectó las costas oaxaqueñas. Nada de consideración, afortunadamente, pero nuestro nerviosismo asoma, apenas sentimos o creemos sentir un leve bamboleo, con visos de alguna crisis.

Eso pasa a la mayoría de la población.

Hemos visto a Instituciones de salud, la SS, el ISSSTE o el IMSS, como a la SEP, quienes elaboraron algunos programas emergentes, para atender problemas emocionales. Y esto no puede tildarse de debilidad o paranoia. Con lo visto, haya sido en el 85 o en los de septiembre pasado, entendemos lo que puede hacer la naturaleza.

No obstante ello, o quizá por eso, hemos visto circular en las redes sociales, memes o videos de muy mal gusto y hasta, criminales.

De acuerdo que los mexicanos, ocasionalmente, nos reímos hasta de la muerte, como en las calaveras de los próximos días, pero eso es otra cosa.

Todos sabemos que una buena parte del territorio es susceptible de movimientos telúricos. Esto, afortunadamente, se nos olvida con una gran facilidad. De otro modo podríamos caer en repetidas angustias. Ya, racionalmente, entendemos que en cualquier momento puede darse un baile involuntario.

Desde la zona muy sísmica, que abarca los estados de Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Michoacán, CdMx, Puebla, hasta aquellos que se encuentran en la llamada Falla de San Andrés que envuelve toda la costa noreste del país, hasta California, en Estados Unidos, sabemos que las sacudidas están a la orden del día. Solo hay que imaginarse la actividad de la tierra para que, como decía líneas arriba, tengamos más de siete mil réplicas en menos de un mes. No es un asunto común, afortunadamente.

Y, la naturaleza, parece estar molesta, enojada. Basta ver que aquellas providenciales zonas donde no tienen esta contingencia, los ciclones, las tormentas, han hecho su aparición cada vez en forma más despiadada.

Algo, o mucho, estamos haciendo mal.

Con ello aparece la mala sangre de quienes, diciéndose conocedores o émulos de Nostradamus, hacen correr cierto tipo de versiones. P.e. un sujeto publicó un video donde arteramente acusaba al gobierno de esconder información, puesto que “sabía” que los cataclismos pasados tendrían lugar en los sitios y fechas en que los padecimos. Incluso, daba “datos” para sostener su teoría.

Otro, haciendo una especie de ecuación (con letra de arquitecto o ingeniero), se remite a los terremotos del 57, 85 y los recientes. Con estos antecedentes, tratando de hacer una suerte de entre adivinanza, lógica matemática y probabilidad, nos dice que el próximo, de gran magnitud, será en 2044. Vaya, este infame, cuando menos nos deja vivir 27 años más.

Cosas que vemos al calor de la maldad, notoriedad o protagonismo.

La ciencia, dicho tantas veces, aún no tiene la capacidad de detectar este tipo de catástrofes. Nada hay que lo prediga.

Por tanto, no solo no debemos dar certidumbre a este tipo de rumores, sino, apegados a estricto derecho, cuando veamos que alguien hace correr por la Web sus “predicciones”, debiéramos denunciarlo.

Si ellos tienen esas “certezas”, que se queden con ellas, pero que no ocasionen lo que, cuando menos en lo económico, tiene impacto en las finanzas públicas, ya no se diga en nuestra sensibilidad.

jaimealcantara2005@hotmail.com

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