Todas las encuestas lo dan como ganador hasta el momento, pero quienes compartimos el argumento de que el triunfo de López Obrador sería catastrófico para México, debemos trabajar muchísimo en nuestro entorno para contribuir a atajarle el paso al vehemente populista que llevaría a nuestro país, más pronto que tarde, a convertirse en otra Venezuela. Este sujeto reúne todas las características del dictador mesiánico y como que ya tenemos suficientes locos jugando con el destino de la humanidad como para hacernos de otro más que arruine el futuro de las siguientes generaciones.
Así como la canción del momento, “Despacito”, AMLO ha ido pavimentando su camino hacia la Presidencia valiéndose de todo: mentiras comprobadas, dinero negro (primero fue el Bejarano Señor de las ligas y hace poco, Eva Cadena) y marrullerías de toda clase. Una vez que usa a sus idiotas útiles (el patético Juanito, la misma Eva, o Delfina Gómez), para luego desconocerlos y desecharlos.
En sus peroratas sigue insistiendo en que todo aquel que no esté con su proyecto pertenece a “la mafia del poder”. Pues para mafia, la suya. El “ungido” López se ha caracterizado por sus chapucerías y por comportarse como el capo de una familia que dejaría en ridículo a Don Corleone.
Ante los últimos sucesos en Venezuela, la postura de AMLO ha sido cobarde. No quiere ventanearse con el respetable ni contrariar a su fanaticada. Con el aplomo que da el cinismo, se atreve a recomendarle a los opositores de Maduro: “que no caigan en la trampa de la violencia… Un dirigente puede poner en riesgo su vida, pero no tiene derecho para poner en riesgo la vida de los demás. Cuiden eso; si tienen la fuerza, porque hay un movimiento amplio de protesta, utilicen métodos que no expongan a los ciudadanos…”. Por supuesto, omite pronunciarse sobre la represión brutal del dictador venezolano, ni siquiera ante el indignante golpe de Estado que ha dado Maduro con el único fin de perpetuarse en el poder, idea —por cierto— que Andrés ha acariciado toda su vida.
Ningún gobierno populista ha sido exitoso. Recordemos el de Juan Domingo Perón, en Argentina, y más recientemente, el de Alan García y Fujimori, en Perú; el de Daniel Ortega en Nicaragua; el de Evo Morales, en Bolivia; el de Rafael Correa en Ecuador y el de Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela, con las consecuencias que todos conocemos. Todos estos caudillos han explotado el resentimiento social contra las instituciones (mafia del poder), lo prometen todo y una vez entronizados, reparten la miseria.
La ideología de López Obrador corresponde a la de un líder neopopulista. A quien quiera profundizar en el tema le recomiendo leer Política e ideología en la teoría marxista. Capitalismo, fascismo y populismo, Siglo XXI editores, México, 1978, y La razón populista, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2005. No son libros ligeros pero ilustran muy bien a López y “su proyecto” de Nación.
El hartazgo nubla las “entendederas”, pero hoy más que nunca debemos reaccionar ante la amenaza que representa El Peje. Necesitamos una figura como la de Emmanuel Macron, que no pertenezca a la partidocracia, limpio, con ideas innovadoras (el populismo huele a naftalina), capaz de enarbolar nuestra última esperanza. andreacatano@gmail.com