/ miércoles 9 de octubre de 2019

Advertencia: lo que comemos nos está matando

Por: Martha Tagle

Recibieron una llamada de la escuela primaria para notificarles el traslado de su hijo al hospital. Al llegar al hospital preguntando por su pequeño de 12 años, la respuesta del médico fue que su hijo había muerto de un infarto.

De acuerdo a la necropsia, el niño murió por una obstrucción en las arterias coronarias, además de que se detectó que tenía hígado graso, lo que desencadenó un infarto en el miocardio. Esto ocurrió en 2013, para 2016 de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, el 33.2% de las niñas y niños, entre cinco y once años, que cursan la educación primaria, presentaban sobre peso y obesidad.

Es necesario aceptar que las escuelas se convirtieron en fábricas de obesidad, si bien se han implementado diversas acciones para contrarrestar el consumo de productos y bebidas con altas concentraciones de azucares, grasas, sodio y contenido calórico, actualmente una de las peores amenazas es lo que estamos comiendo.

Nuestro país tiene el nada honroso segundo lugar en obesidad, 7 de cada 10 adultos (71.2%) de la población mexicana padecemos sobrepeso u la obesidad. Aproximadamente el 9.4% de nuestra población, tiene diabetes mellitus.

La obesidad se convirtió en el principal factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades no transmisibles o crónico-degenerativas; su presencia representa un fuerte indicador de crecimiento en las tasas de enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial, diabetes mellitus tipo 2, enfermedad renal crónica, problemas de articulaciones, apnea de sueño, depresión, quistes, infertilidad y dificultades reproductivas, y estudios recientes la relacionan con la aparición y progresión de al menos 12 diferentes tipos de cáncer.

Así la reciente reforma aprobada en la Cámara de Diputados a la Ley General de Salud a fin de que los alimentos procesados y bebidas (no alcohólicas) contengan un etiquetado frontal de advertencia es un importante paso para garantizar el derecho a la salud, a la información y con ello a la libertad de elegir de las y los consumidores. Mediante el cambio en el etiquetado, se podrá identificar y advertir de manera clara sobre aquellos productos y bebidas no alcohólicas que contengan grandes cantidades de azucares, grasas saturadas y de componentes que son factor de riesgo para enfermedades crónicas no transmisibles.

Es importante señalar que la reforma es producto de las diferentes fuerzas políticas en la Cámara de Diputados, recoge 8 iniciativas presentadas en esta legislatura y fue aprobada prácticamente por unanimidad, ahora le toca el turno al Senado para dar esta discusión.

Es menester reconocer que la aprobación de esta iniciativa se debe al trabajo constante de la sociedad civil que por legislaturas han empujado el tema, entre ellas: la Coalición Latinoamérica Saludable, la Coalición México Saludable, ContraPESO, el Comité de expertos académicos nacionales del etiquetado frontal de alimentos y bebidas no alcohólicas para una mejor salud, el Centro de Investigación en Nutrición y Salud, el Pacto por la Primera Infancia y el Poder del Consumidor. La Secretaría de Salud también jugó un papel central para vencer las resistencias, que junto con la de Economía dieron su aval al dictamen.

Aún queda pendiente contar con espacios más seguros y libres de anuncios engañosos, al tiempo de diseñar una estrategia firme y contundente que haga posible generar un cambio en los hábitos alimenticios y el comportamiento de consumidores, para hacernos responsables de lo que comemos y ponernos a salvo.

Por: Martha Tagle

Recibieron una llamada de la escuela primaria para notificarles el traslado de su hijo al hospital. Al llegar al hospital preguntando por su pequeño de 12 años, la respuesta del médico fue que su hijo había muerto de un infarto.

De acuerdo a la necropsia, el niño murió por una obstrucción en las arterias coronarias, además de que se detectó que tenía hígado graso, lo que desencadenó un infarto en el miocardio. Esto ocurrió en 2013, para 2016 de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, el 33.2% de las niñas y niños, entre cinco y once años, que cursan la educación primaria, presentaban sobre peso y obesidad.

Es necesario aceptar que las escuelas se convirtieron en fábricas de obesidad, si bien se han implementado diversas acciones para contrarrestar el consumo de productos y bebidas con altas concentraciones de azucares, grasas, sodio y contenido calórico, actualmente una de las peores amenazas es lo que estamos comiendo.

Nuestro país tiene el nada honroso segundo lugar en obesidad, 7 de cada 10 adultos (71.2%) de la población mexicana padecemos sobrepeso u la obesidad. Aproximadamente el 9.4% de nuestra población, tiene diabetes mellitus.

La obesidad se convirtió en el principal factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades no transmisibles o crónico-degenerativas; su presencia representa un fuerte indicador de crecimiento en las tasas de enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial, diabetes mellitus tipo 2, enfermedad renal crónica, problemas de articulaciones, apnea de sueño, depresión, quistes, infertilidad y dificultades reproductivas, y estudios recientes la relacionan con la aparición y progresión de al menos 12 diferentes tipos de cáncer.

Así la reciente reforma aprobada en la Cámara de Diputados a la Ley General de Salud a fin de que los alimentos procesados y bebidas (no alcohólicas) contengan un etiquetado frontal de advertencia es un importante paso para garantizar el derecho a la salud, a la información y con ello a la libertad de elegir de las y los consumidores. Mediante el cambio en el etiquetado, se podrá identificar y advertir de manera clara sobre aquellos productos y bebidas no alcohólicas que contengan grandes cantidades de azucares, grasas saturadas y de componentes que son factor de riesgo para enfermedades crónicas no transmisibles.

Es importante señalar que la reforma es producto de las diferentes fuerzas políticas en la Cámara de Diputados, recoge 8 iniciativas presentadas en esta legislatura y fue aprobada prácticamente por unanimidad, ahora le toca el turno al Senado para dar esta discusión.

Es menester reconocer que la aprobación de esta iniciativa se debe al trabajo constante de la sociedad civil que por legislaturas han empujado el tema, entre ellas: la Coalición Latinoamérica Saludable, la Coalición México Saludable, ContraPESO, el Comité de expertos académicos nacionales del etiquetado frontal de alimentos y bebidas no alcohólicas para una mejor salud, el Centro de Investigación en Nutrición y Salud, el Pacto por la Primera Infancia y el Poder del Consumidor. La Secretaría de Salud también jugó un papel central para vencer las resistencias, que junto con la de Economía dieron su aval al dictamen.

Aún queda pendiente contar con espacios más seguros y libres de anuncios engañosos, al tiempo de diseñar una estrategia firme y contundente que haga posible generar un cambio en los hábitos alimenticios y el comportamiento de consumidores, para hacernos responsables de lo que comemos y ponernos a salvo.