Por: Ana María Longi
Merece homenaje eterno, opinó el director huésped italiano Stefano Mazzoleni al concluir su intervención profesional en dos conciertos celebrados en la Sala Principal del Palacio de Bellas artes.
Mazzoleni expresó, sentirse "especialmente emocionado por participar en el recuerdo número 107 del nacimiento del gran genio musical, Nino Rota nacido en Milán el 3 de diciembre de 1911, y fallecido en Roma, Italia, el 10 de abril de 1979, a la edad de 67 años".
Y agregó, "él escribió gran parte de sus obras para cine, de una manera espontánea, con los directores. Permitiéndole, describir musicalmente lo que ocurría en cada escena. De esta manera las composiciones -en Rota-, lograron sus propios colores, pues brotaban directamente de cada escena". Dentro de una amable conversación con los medios, quienes lo cuestionamos acerca de una carrera desarrollada en numerosas orquestas en Europa, América y Asia, además de dirigir diversos festivales internacionales de música, espectáculos operísticos y teatrales. De esta manera, el público -visiblemente emocionado-, no sólo escuchó música escrita para famosas cintas dirigidas por Federico Fellini, Luchino Visconti, Franco Zeffirelli y Francis Ford Coppola, entre ellas: Casanova, Romeo y Julieta, Las noches de Cabiria, La dolce vita, Amarcord, El gatopardo, El padrino, Julieta de los espíritus, Ocho y Medio y Ensayo de orquesta, sino que se vieron los resultados del director de escena Flavio Antonio Pattichio, porque de una manera tan aplaudible como creativa, se incluyeron las proyecciones de imágenes de los lugares donde los realizadores ambientaron sus películas. Participando además, una soprano como Penélope Luna y bailarines de la Compañía Nacional de Danza, como Antón Joroshmanov y Elisa Ramos. Resultando por estos y muchos más elementos, un espectáculos de primerísimo nivel.
Ahora bien, Nino Rota, es referencia obligada en materia de música para el cine del siglo XX. Ganó un Oscar a la mejor banda sonora por El padrino II en 1975; así como otros premios internacionales a lo largo de su carrera. Desde muy joven dio muestras de talento para la música. Su primer oratorio fue interpretado en 1923, en Milán y París, y en 1926 fue estrenada su primera ópera: Il príncipe porcaro. Estudió en el Conservatorio de Santa Cecilia y posteriormente, vivió en Estados unidos, a principios de los años 30.
A su regreso a Italia estudió literatura. Además de ser compositor de bandas sonoras para cine, fue autor de música para ópera y ballet, sacra, de cámara y sinfónica. En los años 40, inició su acercamiento al séptimo arte, y en esa década creó más de 30 bandas sonoras y conoció a Fellini, uno de los más importantes cineastas de la historia. Juntos realizaron su primer trabajo en 1952, en la cinta El jeque blanco. Luego llegaron Las noches de Cabiria y La dolce vita, filme que incluye la mítica escena de la Fuente de Trevi con la actriz Anita Ekberg. Un beso... Y hasta la próxima charla
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