/ martes 14 de agosto de 2018

Bazar de la cultura | La memoria fotográfica del mundo

Por: Juan Amael Vizzuett Olvera

Los reporteros gráficos son los artistas visuales de la noticia. Al mismo tiempo son los documentalistas de la historia reciente. No trabajan en estudios bajo condiciones ideales; deben lidiar con toda suerte de obstáculos. Con frecuencia se ponen en riesgo y no solamente cuando cubren guerras o catástrofes naturales. El certamen anual World Press Photo es un recorrido por la acción informativa de este gremio temerario.

Como siempre, la sede es el Museo Franz Mayer. La edición LXI corresponde a 2017, otro año caótico. En México vivimos el segundo gran sismo del 19 de septiembre, mientras en el Oriente Medio se libraba la guerra contra el terrorismo. Participaron 73,044 imágenes registradas por 4,548 participantes de 125 países. Las cifras expresan la complejidad de nuestro tiempo.

David Becker captó un nuevo episodio del descontrolado culto a las armas en los Estados Unidos, esta vez en Las Vegas, Nevada, durante un recital de música folklórica; el italiano Alessio Mamo retrató a un niño herido por un estallido en Iraq; en contraste, la holandesa Karla Kogelman registró múltiples retazos en la despreocupada vida de Hannah y Alena, dos niñas que crecen en una aldea austriaca bioenergética autosuficiente.

El primer premio fue para el profesional venezolano Ronaldo Schemidt. Durante la marejada de manifestaciones en las calles caraqueñas, Schemidt tomó la imagen que le dio la vuelta al mundo y que, irremediablemente, algunos trataron de usufructuar.

Schemidt cumplía con su trabajo cuando, sin que ninguno de los bandos en conflicto lo provocara, estalló el depósito de una motocicleta. Ante el resplandor quemante, el reportero disparó su aparato. La imagen se congeló en el instante preciso en que el joven José Víctor Salazar emergía de entre las llamas.

Schemidt fue claro en su relato: se trató de un accidente, no fue un ataque deliberado, Se apresuró a transmitir la imagen y los hechos antes de que empezaran a circular las versiones interesadas.

El herido recibió atención gratuita en el mejor hospital de Venezuela. Sobrevivió, pero su existencia cambió para siempre. Como las de tantas otras personas que aparecen en las imágenes del certamen.

El alemán Jesco Denzel plasmó otra realidad, apenas difundida en los medios occidentales: la de Makoko, antigua aldea de pescadores en Nigeria, que la marginación ha convertido en un inmenso asentamiento sin plan ni servicios. Las autoridades proyectan un desalojo para erigir unos multifamiliares “exclusivos”.

Hay también fotografías optimistas, como las de Ami Vitale en el refugio para elefantes de Reteti, Kenia. Pese a ello, es una muestra demasiado impactante para el público infantil.

\u0009La exposición permanecerá abierta hasta el 23 de septiembre en el Museo Franz Mayer, Plaza de la Santa Veracruz, Avenida Hidalgo 45, Centro Histórico.




Por: Juan Amael Vizzuett Olvera

Los reporteros gráficos son los artistas visuales de la noticia. Al mismo tiempo son los documentalistas de la historia reciente. No trabajan en estudios bajo condiciones ideales; deben lidiar con toda suerte de obstáculos. Con frecuencia se ponen en riesgo y no solamente cuando cubren guerras o catástrofes naturales. El certamen anual World Press Photo es un recorrido por la acción informativa de este gremio temerario.

Como siempre, la sede es el Museo Franz Mayer. La edición LXI corresponde a 2017, otro año caótico. En México vivimos el segundo gran sismo del 19 de septiembre, mientras en el Oriente Medio se libraba la guerra contra el terrorismo. Participaron 73,044 imágenes registradas por 4,548 participantes de 125 países. Las cifras expresan la complejidad de nuestro tiempo.

David Becker captó un nuevo episodio del descontrolado culto a las armas en los Estados Unidos, esta vez en Las Vegas, Nevada, durante un recital de música folklórica; el italiano Alessio Mamo retrató a un niño herido por un estallido en Iraq; en contraste, la holandesa Karla Kogelman registró múltiples retazos en la despreocupada vida de Hannah y Alena, dos niñas que crecen en una aldea austriaca bioenergética autosuficiente.

El primer premio fue para el profesional venezolano Ronaldo Schemidt. Durante la marejada de manifestaciones en las calles caraqueñas, Schemidt tomó la imagen que le dio la vuelta al mundo y que, irremediablemente, algunos trataron de usufructuar.

Schemidt cumplía con su trabajo cuando, sin que ninguno de los bandos en conflicto lo provocara, estalló el depósito de una motocicleta. Ante el resplandor quemante, el reportero disparó su aparato. La imagen se congeló en el instante preciso en que el joven José Víctor Salazar emergía de entre las llamas.

Schemidt fue claro en su relato: se trató de un accidente, no fue un ataque deliberado, Se apresuró a transmitir la imagen y los hechos antes de que empezaran a circular las versiones interesadas.

El herido recibió atención gratuita en el mejor hospital de Venezuela. Sobrevivió, pero su existencia cambió para siempre. Como las de tantas otras personas que aparecen en las imágenes del certamen.

El alemán Jesco Denzel plasmó otra realidad, apenas difundida en los medios occidentales: la de Makoko, antigua aldea de pescadores en Nigeria, que la marginación ha convertido en un inmenso asentamiento sin plan ni servicios. Las autoridades proyectan un desalojo para erigir unos multifamiliares “exclusivos”.

Hay también fotografías optimistas, como las de Ami Vitale en el refugio para elefantes de Reteti, Kenia. Pese a ello, es una muestra demasiado impactante para el público infantil.

\u0009La exposición permanecerá abierta hasta el 23 de septiembre en el Museo Franz Mayer, Plaza de la Santa Veracruz, Avenida Hidalgo 45, Centro Histórico.