/ jueves 25 de julio de 2019

Biden y Sanders se portan mal

En este preciso momento, dos de los principales contendientes a la candidatura presidencial demócrata, Joe Biden y Bernie Sanders, están enfrascados en una discusión desagradable sobre los servicios médicos que podría dañar las posibilidades del partido Demócrata. Hay diferencias verdaderas e importantes entre las propuestas de políticas de ambos individuos, y está bien señalarlo. Lo que no está bien son los insultos ni las afirmaciones falsas. Los dos se están portando mal y, por el bienestar de su partido y del país, tienen que parar.

Sanders, claro está, ha hecho de “Medicare para todos” su propuesta distintiva. ¿Un plan como ese podría funcionar? Por supuesto. Pero hay dos críticas válidas que pueden hacerse a esta propuesta.

La primera es que habría que pagar más impuestos. La segunda es que el plan de Sanders requeriría que aproximadamente 180 millones de estadounidenses abandonaran su seguro privado y lo remplazaran con algo distinto.

En el otro bando, Biden propone mejorar Obamacare. Eso podría sonar a sólo hacer pequeños ajustes. Pero su plan en realidad es mucho más grande y mejor de lo que gran parte de la población comprende, con importantes aumentos en el financiamiento, una opción pública y más. Presumiblemente, acercaría la Ley de Atención Médica Asequible a los estándares de los sistemas europeos exitosos.

Dicho lo anterior, el plan de Biden conservaría los aspectos de collage caótico a lo Rube Goldberg de nuestro sistema actual, que impone muchos costos innecesarios y hace que sea muy fácil que la gente no reciba la atención que necesita.

Hay mucho que debatir de buena fe entre Sanders y Biden, pero eso no es lo que estamos viendo. En cambio, Sanders argumenta que sólo el sistema de pagador único puede eliminar “la avaricia corporativa” del sistema —una afirmación que contradice la experiencia europea— y dando a entender en términos generales que Biden obedece a intereses corporativos. Esa es una crítica que se puede lanzar contra algunas de las posturas en materia de políticas que ha tenido Biden en el pasado, como su defensa de la ley de quiebra de 2005. No obstante, no es una crítica justa para un plan de salud que en realidad es bastante bueno y que la mayoría de la gente habría considerado radical apenas hace unos años.

Por su parte, Biden dice que el plan de Sanders debilitaría Medicare. De hecho, mejoraría los beneficios de los actuales asegurados. Además, es una mala señal que Biden, quien dice ser un gran defensor de Obamacare, use una táctica del Partido Republicano para infundir miedo que conocimos gracias a la campaña totalmente deshonesta contra la Ley de Atención Médica Asequible. Ningún demócrata debería rebajarse a ese nivel.

Por desgracia, Biden y Sanders aparecerán en noches distintas durante los próximos debates demócratas. Así que estará en manos de los demás candidatos, o de los moderadores, cuestionar sus posturas. Es hora de que ambos contendientes dejen de envenenar a su propio partido.

En este preciso momento, dos de los principales contendientes a la candidatura presidencial demócrata, Joe Biden y Bernie Sanders, están enfrascados en una discusión desagradable sobre los servicios médicos que podría dañar las posibilidades del partido Demócrata. Hay diferencias verdaderas e importantes entre las propuestas de políticas de ambos individuos, y está bien señalarlo. Lo que no está bien son los insultos ni las afirmaciones falsas. Los dos se están portando mal y, por el bienestar de su partido y del país, tienen que parar.

Sanders, claro está, ha hecho de “Medicare para todos” su propuesta distintiva. ¿Un plan como ese podría funcionar? Por supuesto. Pero hay dos críticas válidas que pueden hacerse a esta propuesta.

La primera es que habría que pagar más impuestos. La segunda es que el plan de Sanders requeriría que aproximadamente 180 millones de estadounidenses abandonaran su seguro privado y lo remplazaran con algo distinto.

En el otro bando, Biden propone mejorar Obamacare. Eso podría sonar a sólo hacer pequeños ajustes. Pero su plan en realidad es mucho más grande y mejor de lo que gran parte de la población comprende, con importantes aumentos en el financiamiento, una opción pública y más. Presumiblemente, acercaría la Ley de Atención Médica Asequible a los estándares de los sistemas europeos exitosos.

Dicho lo anterior, el plan de Biden conservaría los aspectos de collage caótico a lo Rube Goldberg de nuestro sistema actual, que impone muchos costos innecesarios y hace que sea muy fácil que la gente no reciba la atención que necesita.

Hay mucho que debatir de buena fe entre Sanders y Biden, pero eso no es lo que estamos viendo. En cambio, Sanders argumenta que sólo el sistema de pagador único puede eliminar “la avaricia corporativa” del sistema —una afirmación que contradice la experiencia europea— y dando a entender en términos generales que Biden obedece a intereses corporativos. Esa es una crítica que se puede lanzar contra algunas de las posturas en materia de políticas que ha tenido Biden en el pasado, como su defensa de la ley de quiebra de 2005. No obstante, no es una crítica justa para un plan de salud que en realidad es bastante bueno y que la mayoría de la gente habría considerado radical apenas hace unos años.

Por su parte, Biden dice que el plan de Sanders debilitaría Medicare. De hecho, mejoraría los beneficios de los actuales asegurados. Además, es una mala señal que Biden, quien dice ser un gran defensor de Obamacare, use una táctica del Partido Republicano para infundir miedo que conocimos gracias a la campaña totalmente deshonesta contra la Ley de Atención Médica Asequible. Ningún demócrata debería rebajarse a ese nivel.

Por desgracia, Biden y Sanders aparecerán en noches distintas durante los próximos debates demócratas. Así que estará en manos de los demás candidatos, o de los moderadores, cuestionar sus posturas. Es hora de que ambos contendientes dejen de envenenar a su propio partido.