/ miércoles 31 de enero de 2018

Centro de barrio

  • Licencia permanente

Hace unos días, Ruth Pérez López, académica, demostró que, sin saber manejar, se puede obtener la licencia de manejo en la Ciudad de México. Su breve exposición en español, inglés y francés ha generado un sinnúmero de comentarios y reacciones, positivas y negativas. Nada que no supiéramos, de hecho, pero al ponerlo por escrito de una forma tan clara entendemos que lo que sucede está mal.

Yo jamás he hecho un examen de manejo, para ser precisos. Aprendí hace más de 30 años, siendo menor de edad. Primero fue cosa de sacar el auto de la cochera, luego una que otra prueba con algún familiar valiente, después un viaje corto, hasta que vino la prueba de fuego en carretera. Cero teoría. Un permiso para menores, luego algunas licencias como adulto, hasta que “Ya sabes quién” estableció la licencia permanente en diciembre de 2003, misma que he tenido que renovar en un par de ocasiones: una por robo y la otra porque es de tan mala calidad que dejó de parecer licencia. De cualquier manera, en el sistema está registrada como permanente y la repondrán cuantas veces pague por ello.

Cuando mi esposa quiso tomar un curso de manejo le exigieron tramitar la licencia de manejo, porque de otra manera el seguro no paga si hay un accidente. La licencia de manejo es una simple identificación que a veces ni siquiera es aceptada.

¿Qué hay detrás de la simplificación en la expedición de la licencia de manejo? Un miedo a poner requisitos a la ciudadanía, una forma de hacernos cómplices de la corrupción. Es decir, como el trámite de la licencia es tan corrupto, simplifiquémoslo a tal grado que se nos olvide para qué sirve: demostrar que la persona que la obtiene cuenta con los conocimientos teóricos y la capacidad práctica de conducir un vehículo motorizado.

Podríamos ir más allá: la conducción de un vehículo no solo debe ser el traslado de un conductor desde un punto de origen hacia un destino, sino que debe tener en cuenta las condiciones aceptables de seguridad, para sí, para los demás ocupantes de dicho vehículo, y para las personas que están en su entorno.

¿De verdad las fotomultas son un problema que ameritan su escarnio durante el proceso electoral? El verdadero problema es que no sabemos manejar y todos suponemos que nuestra forma de hacerlo es la correcta. Es un problema de una sociedad chillona, que no quiere apegarse a un sistema de reglas, que solo quiere que los demás, o al menos el “maldito gobierno” se apeguen a las normas de las cuales cada uno se considera exento.

La licencia permanente, la licencia de conducir que bien podría tramitarse con corcholatas o taparroscas, la licencia de conducir como resabio de una sociedad que se niega a madurar, la licencia de conducir como la versión mexicana de Oscar Matzerath, el pequeño protagonista manipulador de El tambor de hojalata, de Günter Grass ... las fotomultas qué.

¿Se imaginan instaurar un examen teórico–práctico como ocurre en los países con menores índices de incidentes de tránsito? Una elección después se volvería el nuevo discurso fácil de los candidatos en turno: Volveremos a la licencia permanente, cualquier joven de más de 16 años podrá obtener gratuitamente su licencia, Aboliré el examen de manejo. Ya es tiempo de dejarnos de ridicu- leces, en nuestro desarrollo de ciudad necesitamos exigirnos más, y esto pasa por endurecer el trámite de expedición de licencia de manejo.

  • Licencia permanente

Hace unos días, Ruth Pérez López, académica, demostró que, sin saber manejar, se puede obtener la licencia de manejo en la Ciudad de México. Su breve exposición en español, inglés y francés ha generado un sinnúmero de comentarios y reacciones, positivas y negativas. Nada que no supiéramos, de hecho, pero al ponerlo por escrito de una forma tan clara entendemos que lo que sucede está mal.

Yo jamás he hecho un examen de manejo, para ser precisos. Aprendí hace más de 30 años, siendo menor de edad. Primero fue cosa de sacar el auto de la cochera, luego una que otra prueba con algún familiar valiente, después un viaje corto, hasta que vino la prueba de fuego en carretera. Cero teoría. Un permiso para menores, luego algunas licencias como adulto, hasta que “Ya sabes quién” estableció la licencia permanente en diciembre de 2003, misma que he tenido que renovar en un par de ocasiones: una por robo y la otra porque es de tan mala calidad que dejó de parecer licencia. De cualquier manera, en el sistema está registrada como permanente y la repondrán cuantas veces pague por ello.

Cuando mi esposa quiso tomar un curso de manejo le exigieron tramitar la licencia de manejo, porque de otra manera el seguro no paga si hay un accidente. La licencia de manejo es una simple identificación que a veces ni siquiera es aceptada.

¿Qué hay detrás de la simplificación en la expedición de la licencia de manejo? Un miedo a poner requisitos a la ciudadanía, una forma de hacernos cómplices de la corrupción. Es decir, como el trámite de la licencia es tan corrupto, simplifiquémoslo a tal grado que se nos olvide para qué sirve: demostrar que la persona que la obtiene cuenta con los conocimientos teóricos y la capacidad práctica de conducir un vehículo motorizado.

Podríamos ir más allá: la conducción de un vehículo no solo debe ser el traslado de un conductor desde un punto de origen hacia un destino, sino que debe tener en cuenta las condiciones aceptables de seguridad, para sí, para los demás ocupantes de dicho vehículo, y para las personas que están en su entorno.

¿De verdad las fotomultas son un problema que ameritan su escarnio durante el proceso electoral? El verdadero problema es que no sabemos manejar y todos suponemos que nuestra forma de hacerlo es la correcta. Es un problema de una sociedad chillona, que no quiere apegarse a un sistema de reglas, que solo quiere que los demás, o al menos el “maldito gobierno” se apeguen a las normas de las cuales cada uno se considera exento.

La licencia permanente, la licencia de conducir que bien podría tramitarse con corcholatas o taparroscas, la licencia de conducir como resabio de una sociedad que se niega a madurar, la licencia de conducir como la versión mexicana de Oscar Matzerath, el pequeño protagonista manipulador de El tambor de hojalata, de Günter Grass ... las fotomultas qué.

¿Se imaginan instaurar un examen teórico–práctico como ocurre en los países con menores índices de incidentes de tránsito? Una elección después se volvería el nuevo discurso fácil de los candidatos en turno: Volveremos a la licencia permanente, cualquier joven de más de 16 años podrá obtener gratuitamente su licencia, Aboliré el examen de manejo. Ya es tiempo de dejarnos de ridicu- leces, en nuestro desarrollo de ciudad necesitamos exigirnos más, y esto pasa por endurecer el trámite de expedición de licencia de manejo.

ÚLTIMASCOLUMNAS