/ miércoles 4 de julio de 2018

Centro de barrio | Fuerza política

Todo parece indicar que Morena ganó 31 de 33 diputaciones de mayoría al primer Congreso de la Ciudad de México. Las otras dos fueron ganadas por candidatos panistas en el marco del frente con PRD y Movimiento Ciudadano. Sin juzgar méritos de ganadores y perdedores, es notorio el “Efecto AMLO” en estas elecciones.

Candidatos independientes, como Roberto Castillo, recibieron una votación marginal.

Cuando elegimos tendríamos que estar pensando en la mejor persona con el mejor grupo de apoyo, es decir, el mejor candidato o candidata con el mejor partido.

Cada elección se comporta distinto y hay momentos donde el candidato domina, y otros donde lo hace el partido, pero otras más donde hay una fuerza superior: el voto de castigo o liderazgos extraordinarios. Eso pasó esta vez.

¿De qué manera podemos elegir mejor si nos vamos a dejar llevar por la inercia de una fuerza política? Votar en masa por un partido que gobernará la ciudad tiene una implicación clara: Claudia Sheinbaum contará con mayoría en la Asamblea Legislativa.

En el escenario ideal, el Poder Legislativo debe servir para deliberar y aprobar lo que mejor convenga a la ciudad, más que ser un apoyo o una oposición incondicional al Poder Ejecutivo. En la práctica, ser gobernador o Jefe de Gobierno sin mayoría es, por decir lo menos, un dolor de cabeza; por lo que las transformaciones, y por lo tanto, un desempeño trascendente, exigen mayoría.

Sin embargo, siempre son deseables los contrapesos. Elegir en inercias electorales no es lo mejor como sociedad, pero ocurre. En 2000 Acción Nacional ganó distritos hasta en Iztapalapa. En 2003 el PRD ganó casi todos los distritos. En 2012 la coalición que postuló a Miguel Ángel Mancera ganó por 63.5% de los votos, lo que dejó a Leticia Varela a 200 votos de distancia de Jorge Romero en la elección de Jefe de Delegacional en Benito Juárez; esta demarcación se ha comportado siempre como bastión del PAN, sin juzgar desempeños ... como otras se han comportado como bastión de la izquierda, antes con el PRD, ahora con Morena. ¿No debería el electorado tener otros elementos de juicio?

Esa es la realidad y eso ha dado los defectos más destacados de la democracia chilanga: poder heredado entre familias o “tribus”, trienio tras trienio. La Ciudad de México tiene caciques. Esta es una realidad. El elector no analiza a profundidad las alternativas para seis boletas, el elector se enfoca en la boleta más fuerte y de allí diferencia poco.

¿Tenemos posibilidades de articular nuevas fuerzas políticas en la Ciudad de México? ¿Tenemos posibilidades de crecer dentro de las fuerzas existentes, con muy marcados liderazgos?

El derecho a ser votado existe, pero las posibilidades de ganar en una elección siendo una figura o un grupo político independientes son débiles.

Constituir un Partido Político local requiere el 0.26% del padrón presentado en 11 asambleas de demarcación o en 22 asambleas distritales. Nada fácil. Es difícil hacer política limpia con estos requisitos. Se requiere más que de individuos, convocar a líderes locales, para asegurar lo mismo cuatro mil afiliados en Iztapalapa que 400 en Milpa Alta. La propuesta política, siendo lo más importante, pasa a segundo plano por los requisitos legales.

Aún así, vale la pena intentarlo


Todo parece indicar que Morena ganó 31 de 33 diputaciones de mayoría al primer Congreso de la Ciudad de México. Las otras dos fueron ganadas por candidatos panistas en el marco del frente con PRD y Movimiento Ciudadano. Sin juzgar méritos de ganadores y perdedores, es notorio el “Efecto AMLO” en estas elecciones.

Candidatos independientes, como Roberto Castillo, recibieron una votación marginal.

Cuando elegimos tendríamos que estar pensando en la mejor persona con el mejor grupo de apoyo, es decir, el mejor candidato o candidata con el mejor partido.

Cada elección se comporta distinto y hay momentos donde el candidato domina, y otros donde lo hace el partido, pero otras más donde hay una fuerza superior: el voto de castigo o liderazgos extraordinarios. Eso pasó esta vez.

¿De qué manera podemos elegir mejor si nos vamos a dejar llevar por la inercia de una fuerza política? Votar en masa por un partido que gobernará la ciudad tiene una implicación clara: Claudia Sheinbaum contará con mayoría en la Asamblea Legislativa.

En el escenario ideal, el Poder Legislativo debe servir para deliberar y aprobar lo que mejor convenga a la ciudad, más que ser un apoyo o una oposición incondicional al Poder Ejecutivo. En la práctica, ser gobernador o Jefe de Gobierno sin mayoría es, por decir lo menos, un dolor de cabeza; por lo que las transformaciones, y por lo tanto, un desempeño trascendente, exigen mayoría.

Sin embargo, siempre son deseables los contrapesos. Elegir en inercias electorales no es lo mejor como sociedad, pero ocurre. En 2000 Acción Nacional ganó distritos hasta en Iztapalapa. En 2003 el PRD ganó casi todos los distritos. En 2012 la coalición que postuló a Miguel Ángel Mancera ganó por 63.5% de los votos, lo que dejó a Leticia Varela a 200 votos de distancia de Jorge Romero en la elección de Jefe de Delegacional en Benito Juárez; esta demarcación se ha comportado siempre como bastión del PAN, sin juzgar desempeños ... como otras se han comportado como bastión de la izquierda, antes con el PRD, ahora con Morena. ¿No debería el electorado tener otros elementos de juicio?

Esa es la realidad y eso ha dado los defectos más destacados de la democracia chilanga: poder heredado entre familias o “tribus”, trienio tras trienio. La Ciudad de México tiene caciques. Esta es una realidad. El elector no analiza a profundidad las alternativas para seis boletas, el elector se enfoca en la boleta más fuerte y de allí diferencia poco.

¿Tenemos posibilidades de articular nuevas fuerzas políticas en la Ciudad de México? ¿Tenemos posibilidades de crecer dentro de las fuerzas existentes, con muy marcados liderazgos?

El derecho a ser votado existe, pero las posibilidades de ganar en una elección siendo una figura o un grupo político independientes son débiles.

Constituir un Partido Político local requiere el 0.26% del padrón presentado en 11 asambleas de demarcación o en 22 asambleas distritales. Nada fácil. Es difícil hacer política limpia con estos requisitos. Se requiere más que de individuos, convocar a líderes locales, para asegurar lo mismo cuatro mil afiliados en Iztapalapa que 400 en Milpa Alta. La propuesta política, siendo lo más importante, pasa a segundo plano por los requisitos legales.

Aún así, vale la pena intentarlo


ÚLTIMASCOLUMNAS