/ miércoles 27 de junio de 2018

Centro de barrio | Gramsci y Molcas

No hablaré de “Ya saben quien” sino de Molcas , un nombre fantasma que en mi ambiente familiar representaba el nombre que no querías mencionar pero que estaba presente en la conversación. Acá las tortas o Tu cuate, dicen otros.

Hoy cierran las campañas. Hace algunos años, cuando Felipe González dejó el poder en España habría dicho que le faltó una semana y un debate para evitar el triunfo de José María Aznar. Un grande, derrotado por un pequeño.

Esta vez parece que será al revés. Debates vergonzosos y casi estériles en una campaña a la que sobraron días. Ajeno a cualquier militancia, ansío ya los resultados del próximo domingo, aunque, como muchos, ya los conozco.

Una idea que, nos guste o no nos guste, le ha llegado su momento. Bajo una perspectiva purista, no será la izquierda la que tome el poder, será el Arca de Noé; pero es una percepción equivocada también, porque basta ver las escisiones que semana a semana se han venido dando en otras fuerzas políticas, y particularmente en torno al Partido de la Revolución Democrática, para darse cuenta que la izquierda mexicana cambió de domicilio.

En el primer debate, el candidato más joven tundió con todo a su rival, pero los aliados de éste reaccionaron con organización e iniciativa. Al día siguiente no se hablaba de quién ganó el debate sino de “las mentiras” del supuesto ganador, quien en el segundo debate terminaría caricaturizado en un mote ridículo y una imagen contundente, un hombre con una cartera en la mano. El próximo Presidente de México es bueno poniendo apodos, esa caricatura inspira a sus seguidores y los identifica, en medio del hartazgo hacia una política oligárquica.

El Joven maravillahabla tres idiomas, domina el balón, toca varios instrumentos, es un ejemplar padre de familia. El próximo Presidente de México es, para sus opositores, un fósil que terminó la licenciatura en una década, un agitador que cerraba pozos de petróleo, es un manipulador o un loco que persigue palomas en un callejón.

Sus aliados, sobre todo los nuevos, lo ven como Pablo Milanés: “no es perfecto mas se acerca a lo que siempre soñé”. No lo digo por mí, lo digo por quienes están anticipando su voto por Molcasen todas las encuestas.

Por años hubo una construcción discursiva en contra del poder. Presidente, secretarios federales, gobernadores, alcaldes y jefe de gobierno de la Ciudad de México han sido tundidos tanto en prensa como en redes sociales.

Si Molcasfuera tratado con la misma severidad que las redes tratan a Peña Nieto no estaría tan cerca del triunfo, pero sin duda Peña (o su candidato) no está arropado de un discurso que lo proteja como sí lo está su sucesor.

Este cambio de “hegemonía”, diría Juan Carlos Portantiero, en Los usos de Gramsci , “implica necesariamente una dimensión organizacional: no hay producción de hegemonía sin desarrollo de instituciones o aparatos, sin una práctica estructurada materialmente, de la lucha ideológica, cultural y política”. Víctor Hugo sólo veía la idea a la que llegaba su momento, en realidad esa idea se montaba en un nuevo aparato hegemónico. Molcasganará y será uno de los presidentes más trascendentes en la historia de México, porque no ha construido sólo la mayoría relativa de los votos, sino que a través de una guerra de posiciones puede encarar las hegemonías existentes.

Nos guste o no nos guste, la cuarta gran transformación ha iniciado.

No hablaré de “Ya saben quien” sino de Molcas , un nombre fantasma que en mi ambiente familiar representaba el nombre que no querías mencionar pero que estaba presente en la conversación. Acá las tortas o Tu cuate, dicen otros.

Hoy cierran las campañas. Hace algunos años, cuando Felipe González dejó el poder en España habría dicho que le faltó una semana y un debate para evitar el triunfo de José María Aznar. Un grande, derrotado por un pequeño.

Esta vez parece que será al revés. Debates vergonzosos y casi estériles en una campaña a la que sobraron días. Ajeno a cualquier militancia, ansío ya los resultados del próximo domingo, aunque, como muchos, ya los conozco.

Una idea que, nos guste o no nos guste, le ha llegado su momento. Bajo una perspectiva purista, no será la izquierda la que tome el poder, será el Arca de Noé; pero es una percepción equivocada también, porque basta ver las escisiones que semana a semana se han venido dando en otras fuerzas políticas, y particularmente en torno al Partido de la Revolución Democrática, para darse cuenta que la izquierda mexicana cambió de domicilio.

En el primer debate, el candidato más joven tundió con todo a su rival, pero los aliados de éste reaccionaron con organización e iniciativa. Al día siguiente no se hablaba de quién ganó el debate sino de “las mentiras” del supuesto ganador, quien en el segundo debate terminaría caricaturizado en un mote ridículo y una imagen contundente, un hombre con una cartera en la mano. El próximo Presidente de México es bueno poniendo apodos, esa caricatura inspira a sus seguidores y los identifica, en medio del hartazgo hacia una política oligárquica.

El Joven maravillahabla tres idiomas, domina el balón, toca varios instrumentos, es un ejemplar padre de familia. El próximo Presidente de México es, para sus opositores, un fósil que terminó la licenciatura en una década, un agitador que cerraba pozos de petróleo, es un manipulador o un loco que persigue palomas en un callejón.

Sus aliados, sobre todo los nuevos, lo ven como Pablo Milanés: “no es perfecto mas se acerca a lo que siempre soñé”. No lo digo por mí, lo digo por quienes están anticipando su voto por Molcasen todas las encuestas.

Por años hubo una construcción discursiva en contra del poder. Presidente, secretarios federales, gobernadores, alcaldes y jefe de gobierno de la Ciudad de México han sido tundidos tanto en prensa como en redes sociales.

Si Molcasfuera tratado con la misma severidad que las redes tratan a Peña Nieto no estaría tan cerca del triunfo, pero sin duda Peña (o su candidato) no está arropado de un discurso que lo proteja como sí lo está su sucesor.

Este cambio de “hegemonía”, diría Juan Carlos Portantiero, en Los usos de Gramsci , “implica necesariamente una dimensión organizacional: no hay producción de hegemonía sin desarrollo de instituciones o aparatos, sin una práctica estructurada materialmente, de la lucha ideológica, cultural y política”. Víctor Hugo sólo veía la idea a la que llegaba su momento, en realidad esa idea se montaba en un nuevo aparato hegemónico. Molcasganará y será uno de los presidentes más trascendentes en la historia de México, porque no ha construido sólo la mayoría relativa de los votos, sino que a través de una guerra de posiciones puede encarar las hegemonías existentes.

Nos guste o no nos guste, la cuarta gran transformación ha iniciado.

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