/ miércoles 15 de agosto de 2018

Centro de barrio | Hacia una política pública peatonal

Este viernes 17 de agosto se conmemora el Día Internacional del Peatón, por lo que me parece necesario repasar qué hemos hecho y qué sigue en la conformación de una política pública peatonal.

Hay que reconocer que hemos carecido no sólo de política pública, sino también de instituciones. Lo más aproximado es la organización que dirijo, la Autoridad del Espacio Público (AEP), pero nosotros no hacemos la política pública, entendida esta como acciones sistemáticas de un gobierno en una misma dirección para alcanzar objetivos concretos. Sin embargo, la AEP ha logrado una serie de ejemplos replicables a nivel ciudad y a nivel país, a favor del peatón.

Por ejemplo, con la intervención realizada en 2016 en la Plaza Río de Janeiro y la calle Orizaba, restablecimos un camellón demolido con los ejes viales. Esto permitió recuperar la estética de la calle, sembrar árboles y mejorar la caminabilidad.

Diría, en términos generales, que en los últimos años hemos ganado en diseño a favor del peatón, reducción de velocidades, señalización, pero también muchas de las mejoras han quedado en el discurso. Por ejemplo, la Ley de Movilidad da la máxima prioridad al peatón pero nunca explica en español qué significa eso. Cuando un policía de tránsito prefiere agilizar el paso de vehículos que multar autos estacionados en áreas peatonales, la ley de Movilidad se convierte sólo en filosofía.

En los próximos años, esperaríamos que la institución que haga la política pública peatonal sea la Secretaría de Movilidad, ya con Andrés Lajous al frente. Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno electa, al parecer, desaparecerá la AEP, pero al hacerlo será necesario que otra institución tome la batuta en términos de “provocar” las transformaciones a favor del peatón, me refiero justamente a estas acciones que quitan espacio al auto y lo dan al transeúnte.

Esa ha sido una de nuestras funciones.

Sin embargo, me parece que hacen falta otras acciones concretas y sobre todo sistemáticas. En algunas delegaciones es frecuente que renueven banquetas malas, para dejarlas igual de malas: angostas, sin accesibilidad universal. Hay que generar lineamientos tales para facilitar que crezcan banquetas angostas y se mengue el área de circulación vehicular, y si no hay espacio, entonces procurar que se reduzca la velocidad para compartir la vía con ciclistas y peatones. Debe capacitarse al personal de delegaciones para que caminen en esta dirección.

Es fundamental mapear las malas intersecciones de la ciudad. Ya no se trata sólo de las más peligrosas, sino las que no faciliten la comunicación entre una zona y otra, para luego transformarlas. El desmontaje que hemos hecho de puentes antipeatonales debe ser una acción institucional para que donde haya semáforos no haya puentes sino cruces seguros. Lo peatonal debe llegar a lo más micro de la ciudad, a la escala barrial, lograr que los comités vecinales definan las prioridades de mejora peatonal, que descubran esos espacios en los que ya nos acostumbramos a que la ciudad funcione mal.

También conlleva una perspectiva de género y de edad. Si en las calles hay alguien más vulnerable que el peatón, son las peatonas, personas mayores y niños, lo que obliga a la coordinación con la futura Secretaria de Derechos de las Mujeres, cuya titular será Gabriela Rodríguez.


Este viernes 17 de agosto se conmemora el Día Internacional del Peatón, por lo que me parece necesario repasar qué hemos hecho y qué sigue en la conformación de una política pública peatonal.

Hay que reconocer que hemos carecido no sólo de política pública, sino también de instituciones. Lo más aproximado es la organización que dirijo, la Autoridad del Espacio Público (AEP), pero nosotros no hacemos la política pública, entendida esta como acciones sistemáticas de un gobierno en una misma dirección para alcanzar objetivos concretos. Sin embargo, la AEP ha logrado una serie de ejemplos replicables a nivel ciudad y a nivel país, a favor del peatón.

Por ejemplo, con la intervención realizada en 2016 en la Plaza Río de Janeiro y la calle Orizaba, restablecimos un camellón demolido con los ejes viales. Esto permitió recuperar la estética de la calle, sembrar árboles y mejorar la caminabilidad.

Diría, en términos generales, que en los últimos años hemos ganado en diseño a favor del peatón, reducción de velocidades, señalización, pero también muchas de las mejoras han quedado en el discurso. Por ejemplo, la Ley de Movilidad da la máxima prioridad al peatón pero nunca explica en español qué significa eso. Cuando un policía de tránsito prefiere agilizar el paso de vehículos que multar autos estacionados en áreas peatonales, la ley de Movilidad se convierte sólo en filosofía.

En los próximos años, esperaríamos que la institución que haga la política pública peatonal sea la Secretaría de Movilidad, ya con Andrés Lajous al frente. Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno electa, al parecer, desaparecerá la AEP, pero al hacerlo será necesario que otra institución tome la batuta en términos de “provocar” las transformaciones a favor del peatón, me refiero justamente a estas acciones que quitan espacio al auto y lo dan al transeúnte.

Esa ha sido una de nuestras funciones.

Sin embargo, me parece que hacen falta otras acciones concretas y sobre todo sistemáticas. En algunas delegaciones es frecuente que renueven banquetas malas, para dejarlas igual de malas: angostas, sin accesibilidad universal. Hay que generar lineamientos tales para facilitar que crezcan banquetas angostas y se mengue el área de circulación vehicular, y si no hay espacio, entonces procurar que se reduzca la velocidad para compartir la vía con ciclistas y peatones. Debe capacitarse al personal de delegaciones para que caminen en esta dirección.

Es fundamental mapear las malas intersecciones de la ciudad. Ya no se trata sólo de las más peligrosas, sino las que no faciliten la comunicación entre una zona y otra, para luego transformarlas. El desmontaje que hemos hecho de puentes antipeatonales debe ser una acción institucional para que donde haya semáforos no haya puentes sino cruces seguros. Lo peatonal debe llegar a lo más micro de la ciudad, a la escala barrial, lograr que los comités vecinales definan las prioridades de mejora peatonal, que descubran esos espacios en los que ya nos acostumbramos a que la ciudad funcione mal.

También conlleva una perspectiva de género y de edad. Si en las calles hay alguien más vulnerable que el peatón, son las peatonas, personas mayores y niños, lo que obliga a la coordinación con la futura Secretaria de Derechos de las Mujeres, cuya titular será Gabriela Rodríguez.