/ miércoles 5 de diciembre de 2018

Centro de barrio | Una historia de mil días

El día de hoy termina una de las etapas más importantes en mi vida profesional, pero que a su vez tiene mucho que ver con las áreas de oportunidad que veo para mejorar las relaciones entre gobierno y sociedad.

Hace mil días supe que sería nombrado Coordinador General de la Autoridad del Espacio Público, hecho que se concretó el 14 de marzo de 2016.

Arranqué con una parte del equipo directivo impuesto, quienes tenían como misión dificultar mi desempeño, y quienes de hecho aspiraban a ocupar mi cargo. No lo lograron, primero me deshice de uno y luego de la otra, pero particularmente la primera salida me salió cara: allí comenzó mi aislamiento de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda, mi cabeza de sector.

Si un defecto tiene la administración que termina es que el desarrollo urbano fue confundido con el inmobiliario, y la ciudad perdió decenas de oportunidades en materia de espacio público. No puede ser que hagamos rascacielos y en su entorno haya cruces peligrosos, banquetas rotas, angostas y ausencia de parques. Esto pasa en Xoco, en el Corredor Reforma, en las Granadas, y en otras zonas de la ciudad con boom inmobiliario.

Uno de mis retos era generar una visión integral del desarrollo y el espacio público, y comprometer a los desarrolladores con su entorno, pero eso seguiría dejando detrás a las colonias donde no hay grandes inversiones, perpetuando el círculo vicioso. Así que mi postura es que, con la guía de la Autoridad del Espacio Público, la zona central sea intervenida con recursos privados y el recurso público se enfoque a la periferia.

Fuimos pocos los colaboradores del gobierno que termina que veníamos de actividades de carácter social, pero particularmente yo venía de una actividad crítica: cuestioné la manipulación política en la Línea 12 del Metro, el diseño original del “Deprimido Mixcoac” y participé en contra del Corredor Cultural Chapultepec.

¿Es deseable que alguien de “sociedad civil” se una a un gobierno? Me parece que ese rol lo siguen algunos de los funcionarios que se incorporan en el gabinete de Claudia Sheinbaum, como Andrés Lajous. Pero justamente el tipo de exigencia de quienes solemos interactuar en redes y organizaciones sociales cambia: nuestro entorno no acaba de entender cómo funciona el gobierno y el que llega de sociedad queda aislado y en medio de un rejuego de intereses.

Por ejemplo, en la transición de los parquímetros a la Secretaría de Movilidad hizo falta la voz ciudadana que cuestionara lo que estaba ocurriendo: el interés público no importó, sólo de quién era el dinero y el poder. Eso es lo que tendría que potenciarse: la sociedad civil ayudando a construir procesos en el gobierno.

Funcionario que provenga de organizaciones de la sociedad civil debe ser acompañado, no vilipendiado, para que detone las transformaciones. En la medida que te resistes a los intereses, pierdes los apoyos de fuera y pierdes alcance en tus acciones, cuando justo debería ser al revés.

Termino mil días de mucho trabajo, estrés, pero también de satisfacciones, aprendizajes, crecimiento personal. Son muchas reflexiones que estaré ordenando en mi cabeza para compartir. Le deseo éxito a los nuevos funcionarios, pero particularmente a aquellos que provienen de organizaciones sociales, con quienes me identifico.

El día de hoy termina una de las etapas más importantes en mi vida profesional, pero que a su vez tiene mucho que ver con las áreas de oportunidad que veo para mejorar las relaciones entre gobierno y sociedad.

Hace mil días supe que sería nombrado Coordinador General de la Autoridad del Espacio Público, hecho que se concretó el 14 de marzo de 2016.

Arranqué con una parte del equipo directivo impuesto, quienes tenían como misión dificultar mi desempeño, y quienes de hecho aspiraban a ocupar mi cargo. No lo lograron, primero me deshice de uno y luego de la otra, pero particularmente la primera salida me salió cara: allí comenzó mi aislamiento de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda, mi cabeza de sector.

Si un defecto tiene la administración que termina es que el desarrollo urbano fue confundido con el inmobiliario, y la ciudad perdió decenas de oportunidades en materia de espacio público. No puede ser que hagamos rascacielos y en su entorno haya cruces peligrosos, banquetas rotas, angostas y ausencia de parques. Esto pasa en Xoco, en el Corredor Reforma, en las Granadas, y en otras zonas de la ciudad con boom inmobiliario.

Uno de mis retos era generar una visión integral del desarrollo y el espacio público, y comprometer a los desarrolladores con su entorno, pero eso seguiría dejando detrás a las colonias donde no hay grandes inversiones, perpetuando el círculo vicioso. Así que mi postura es que, con la guía de la Autoridad del Espacio Público, la zona central sea intervenida con recursos privados y el recurso público se enfoque a la periferia.

Fuimos pocos los colaboradores del gobierno que termina que veníamos de actividades de carácter social, pero particularmente yo venía de una actividad crítica: cuestioné la manipulación política en la Línea 12 del Metro, el diseño original del “Deprimido Mixcoac” y participé en contra del Corredor Cultural Chapultepec.

¿Es deseable que alguien de “sociedad civil” se una a un gobierno? Me parece que ese rol lo siguen algunos de los funcionarios que se incorporan en el gabinete de Claudia Sheinbaum, como Andrés Lajous. Pero justamente el tipo de exigencia de quienes solemos interactuar en redes y organizaciones sociales cambia: nuestro entorno no acaba de entender cómo funciona el gobierno y el que llega de sociedad queda aislado y en medio de un rejuego de intereses.

Por ejemplo, en la transición de los parquímetros a la Secretaría de Movilidad hizo falta la voz ciudadana que cuestionara lo que estaba ocurriendo: el interés público no importó, sólo de quién era el dinero y el poder. Eso es lo que tendría que potenciarse: la sociedad civil ayudando a construir procesos en el gobierno.

Funcionario que provenga de organizaciones de la sociedad civil debe ser acompañado, no vilipendiado, para que detone las transformaciones. En la medida que te resistes a los intereses, pierdes los apoyos de fuera y pierdes alcance en tus acciones, cuando justo debería ser al revés.

Termino mil días de mucho trabajo, estrés, pero también de satisfacciones, aprendizajes, crecimiento personal. Son muchas reflexiones que estaré ordenando en mi cabeza para compartir. Le deseo éxito a los nuevos funcionarios, pero particularmente a aquellos que provienen de organizaciones sociales, con quienes me identifico.

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