/ viernes 27 de octubre de 2017

Cien años de la Revolución Rusa: 1917-2017

Los cien años de la Revolución bolchevique en Rusia no pueden pasar desapercibidos por la trascendencia e importancia que tuvo en el devenir histórico. Es cierto que el régimen socialista instituido por Lenin y sus camaradas no existe más, es cierto que la caída del Muro de Berlín significó el fin de esa utopía, mas no el final de un sueño de un mundo más equitativo en el reparto de la riqueza.  Hoy en el mundo filosófico de las ideas, el marxismo renace y el socialismo dista mucho de estar enterrado.

El próximo 25 de octubre juliano, 7 de noviembre de nuestro calendario gregoriano se cumplirán cien años de la toma del poder en la Rusia zarista por los bolcheviques para instaurar el poder de los soviets. Las crónicas de los acontecimientos revolucionarios del reportero norteamericano John Reed: Los diez días que conmovieron al mundo. Además de ser un icono del reportaje periodístico e informar en tono épico los sucesos, realmente conmueven al lector por el heroísmo de quienes desfilan en sus páginas.

 El agotamiento de los trescientos años de gobierno despótico de la monarquía Romanov, era innegable. En 1905, había sorteado con mucha suerte y mucha represión una rebelión popular por el descontento popular por la hambruna y los sacrificios ocasionados por la guerra con Japón, que evidenció la obsolescencia del régimen, de su ejército y de las instituciones.  La entrada a la denominada I Guerra Mundial por el Zar Nicolás I, las derrotas militares, las cargas impuestas al pueblo empobrecido, la perdida de las cosechas y la consiguiente hambruna, agilizaron la caída del gobierno autoritario del Zar.

Lenin, que ayudado por Alemania, había acudido a Rusia de su exilio en Suiza, se hizo presente al frente de los bolcheviques en las discusiones de la Duma, luego de los sucesos en febrero de ese año, que testimonio la abdicación del Zar  y la instalación de un gobierno provisional primero presidido por el príncipe Lvov y luego por Kerenski que buscaban instaurar un gobierno al decir de ellos democrático. Es decir, gatopardiano. Que todo cambie para que todo siga igual.

Los bolcheviques liderados por Lenin, un extraordinario estratega, al constatar la inutilidad de los debates parlamentarios en la Duma, con los social-revolucionarios y los mencheviques, mediante un golpe de fuerza; se hace del poder e instaura el gobierno de los soviets.

Los bolcheviques deben enfrentar entre 1918 y 1920 una sangrienta guerra civil contra los ejércitos de los ex generales zaristas e incursiones militares del extranjero, como por ejemplo los Estados Unidos.

El mayor logro de ese gobierno socialista y que nadie discute, es la transformación de Rusia. Esa nación compuesta por un mosaico de pueblos, con una economía agraria de la edad media, en pocos años, se industrializó, y con base en la investigación científica y tecnológica se convirtió en una nación líder del mundo.    

El epílogo de esta historia y las particularidades del aparente fracaso de la utopía socialista, escapan a esta rememoración histórica y serian materia de reflexión y análisis posterior.

Los cien años de la Revolución bolchevique en Rusia no pueden pasar desapercibidos por la trascendencia e importancia que tuvo en el devenir histórico. Es cierto que el régimen socialista instituido por Lenin y sus camaradas no existe más, es cierto que la caída del Muro de Berlín significó el fin de esa utopía, mas no el final de un sueño de un mundo más equitativo en el reparto de la riqueza.  Hoy en el mundo filosófico de las ideas, el marxismo renace y el socialismo dista mucho de estar enterrado.

El próximo 25 de octubre juliano, 7 de noviembre de nuestro calendario gregoriano se cumplirán cien años de la toma del poder en la Rusia zarista por los bolcheviques para instaurar el poder de los soviets. Las crónicas de los acontecimientos revolucionarios del reportero norteamericano John Reed: Los diez días que conmovieron al mundo. Además de ser un icono del reportaje periodístico e informar en tono épico los sucesos, realmente conmueven al lector por el heroísmo de quienes desfilan en sus páginas.

 El agotamiento de los trescientos años de gobierno despótico de la monarquía Romanov, era innegable. En 1905, había sorteado con mucha suerte y mucha represión una rebelión popular por el descontento popular por la hambruna y los sacrificios ocasionados por la guerra con Japón, que evidenció la obsolescencia del régimen, de su ejército y de las instituciones.  La entrada a la denominada I Guerra Mundial por el Zar Nicolás I, las derrotas militares, las cargas impuestas al pueblo empobrecido, la perdida de las cosechas y la consiguiente hambruna, agilizaron la caída del gobierno autoritario del Zar.

Lenin, que ayudado por Alemania, había acudido a Rusia de su exilio en Suiza, se hizo presente al frente de los bolcheviques en las discusiones de la Duma, luego de los sucesos en febrero de ese año, que testimonio la abdicación del Zar  y la instalación de un gobierno provisional primero presidido por el príncipe Lvov y luego por Kerenski que buscaban instaurar un gobierno al decir de ellos democrático. Es decir, gatopardiano. Que todo cambie para que todo siga igual.

Los bolcheviques liderados por Lenin, un extraordinario estratega, al constatar la inutilidad de los debates parlamentarios en la Duma, con los social-revolucionarios y los mencheviques, mediante un golpe de fuerza; se hace del poder e instaura el gobierno de los soviets.

Los bolcheviques deben enfrentar entre 1918 y 1920 una sangrienta guerra civil contra los ejércitos de los ex generales zaristas e incursiones militares del extranjero, como por ejemplo los Estados Unidos.

El mayor logro de ese gobierno socialista y que nadie discute, es la transformación de Rusia. Esa nación compuesta por un mosaico de pueblos, con una economía agraria de la edad media, en pocos años, se industrializó, y con base en la investigación científica y tecnológica se convirtió en una nación líder del mundo.    

El epílogo de esta historia y las particularidades del aparente fracaso de la utopía socialista, escapan a esta rememoración histórica y serian materia de reflexión y análisis posterior.